crítica a la masculinidad, de Hiram Ruvalcaba
Ante el cambio de paradigmas, el autor llama a tomar posición
Mañana presenta su novela en el encuentro
Guadalajara, Jal.,
La novela Todo pueblo es cicatriz es un ejercicio de crítica a la masculinidad
, indicó Hiram Ruvalcaba en torno a su texto recientemente editado. El narrador hizo énfasis en la necesidad de desplegar esta discusión en la literatura, porque la realidad y los paradigmas están cambiando y hay que ver cuál va a ser nuestra posición
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En entrevista con La Jornada, el profesor refirió que el título que presentará mañana en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, de forma indirecta es una reflexión en torno a ser hombre, misma que atraviesa el resto de su obra: “empecé con Padres sin hijos a hacerlo con más conciencia. Cualquiera reflexión sobre la paternidad es una sobre la masculinidad”.
La narración publicada por Literatura Random House retoma hechos que ocurrieron en Zapotlán: a mi tío sí le quisieron vender un coche y le dispararon en una brecha en el sur de Jalisco; a una maestra sí la mataron y trataron de sepultarla en la sala de su casa y a mi vecina sí la mató su ex marido después de ir al palenque
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Entre ensayo, crónica, reportaje y chisme
Ruvalcaba (Zapotlán el Grande, 1988) remarcó que en estos tiempos en los que se habla de romper paradigmas, estas reflexiones son importantes. De los hombres nacidos en los años 80 del siglo pasado y después, una cantidad importante ha estado cuestionando muchas cosas, tratando de entender por qué somos como somos y qué de lo que nos han enseñado que debe ser un hombre es cierto
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El escritor detalló que no es “una historia autobiográfica; finalmente, me interesa hacer literatura y ésta se sustenta en la ficción y la verosimilitud. Construí esta novela basado en personajes reales; pongo a mi mamá y a mi papá, que a veces sale bien parados, pero tampoco son ellos.
La naturaleza de esta obra es que fluctúa entre el ensayo, la crónica periodística, el reportaje, la novela y el chisme. El chisme es la parte más importante, porque el lector y el escritor son chismosos, y nos gusta abrir una rendija en las vidas de los personajes. Esa es una vocación muy importante que tiene que ver con nuestra capacidad de asombro.
También señaló que es imposible vivir tanta violencia sin que permee en tu vida como ósmosis, que te dice que si en un alto alguien se tarda en avanzar cuando se pone en verde tienes derecho a mentarle su madre o si alguien se te cierra en el carro tienes derecho a gritarle. Todos estos son actos violentos de convivencia
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Añadió que estamos tan envueltos en violencias mayores que hay algunas que nos pasan desapercibidas, lo cual hizo que se preguntara qué tanto como él, como autor y personaje, su familia y las víctimas, “juegan un papel en la construcción social en la que hemos constituido una violencia cotidiana.
“Para mí, la antítesis de la violencia es decir: ‘güey, te tiendo la mano. ¿Qué necesitas?, ¿qué puedo hacer por ti? Veo que estás en un aprieto. ¿Cómo te ayudo?’ Esa es una solución, no para todos los problemas que existen, pero sí es un buen paso para empezar a frenar, por lo menos, esta monstruosa realidad en que nos han sumergido la violencia estructural, la del crimen organizado, la política y la agropecuaria. La violencia está en todas partes. Su presencia ecuménica tendría que ser combatida con altas dosis de empatía entre nosotros.”
En esta línea, continuó el narrador, construyó un mapa sobre la violencia que abarca todo, pero no para decir: “vean lo mal que estamos.
“Trato de expresar la premisa moral sobre el perdón, la empatía y avanzar hacia un futuro distinto, no voy a decir, necesariamente, mejor, pero diferente, porque lo que tenemos sí está cabrón.
Cada vez que alguien me dice que vio reflejado en esta novela su infancia y momentos de su vida, pues es una expresión del daño que tenemos y, como cualquier trauma, tendríamos que atenderlo. Espero que de alguna manera la novela provoque esas preguntas.