El proceso neoliberal que llevó al sistemático abandono de la paraestatal petrolera, aunado a los procesos de corrupción y de abandono de la protección estatal a la población, convirtió a San Juan Ixhuatepec en el espacio ideal para la catástrofe. Aunque opacada por la movilización –el nacimiento de la sociedad civil, como se le denominó– alrededor de la solidaridad del terremoto de septiembre de 1985, los habitantes de San Juan Ixhuatepec iniciaron un intenso proceso –desde noviembre de 1984– de organización frente al desastre ecológico y social que la explosión provocó. Así, San Juan Ixhuatepec se convirtió en símbolo inicial del neoliberalismo y de la resistencia de la sociedad a sus perniciosos efectos: corrupción gubernamental, evaporación de vínculos de protección entre el Estado y la sociedad, un proceso de descrédito de las comunidades afectadas por parte de grandes medios corporativos, quienes los responsabilizaron por habitar en esa zona. Ante esta avasallador panorama, la respuesta social fue firme en cuyo eje estuvo la acción colectiva y la construcción de alianzas diversas.
En días recientes ha aparecido el libro Ixhuatepec: organización y lucha popular. Selección de documentos, compilado por el maestro Miguel Gorostieta. El libro se compone por diversas secciones, entre las que se encuentra un detallado y bien fundamentado estudio del compilador, transcripciones de una serie de textos de prensa militante, aparecidos en Así Es, del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), y Tribuna Proletaria, de la Corriente Socialista (CS); documentos elaborados por distintas experiencias organizativas tras la explosión y testimonios de habitantes asociados al Grupo 19 de Noviembre, que mantiene viva la temática de recuperación de la memoria entre nuevas generaciones. Se incluye material fotográfico proveniente de colecciones particulares y del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (Cemos).
Esta publicación permite observar la deriva de la organización conocida como Unión Popular Ixhuatepec, naciada tras la tragedia. También se da cuenta de la alianza con partidos y grupos activos en la década de 1980, como fueron el PSUM y la CS. La alianza con estos grupos permitió vislumbrar en la Cámara de Diputados la tragedia, por medio de la intervenciones de Víctor González, diputado de la coalición PSUM-CS, mismas que fueron incorporadas en la publicación. Es importante señalar que, aunque fuera del radar de los estudiosos de la represión, la movilización de los habitantes de la localidad mexiquense atrajo la atención de la Dirección Federal de Seguridad. Así, además de la tragedia vinculada a la explosión, los pobladores del municipio fueron víctimas de persecución y desapariciones.
La memoria de los pobladores se ha mantenido activa. Cada año, además de rememorar lo ocurrido hace casi cuatro décadas, se insiste en la consigna: contra el olvido y el riesgo industrial. La acción colectiva ha tenido importantes resultados, el más significativo es el de la declaración del 19 de noviembre como Día Estatal del Riesgo Industrial, por el Congreso mexiquense.
Hasta ahora, los principales promotores de estas iniciativas han sido los pobladores, que, acompañados por diversas fuerzas políticas, estudiosos académicos y centros de reflexión como el Cemos, han centrado las dimensiones políticas, económicas y ecológicas del riesgo industrial. Es decir, de aquella situación límite a la que coloca un componente esencial de la vida moderna. Respecto al estudio académico, este caso no ha generado aún toda la atención que debería tener por todas las implicaciones sociales y políticas que irradia, es por ello que el libro Ixhuatepec: organización y lucha popular expresa en sí mismo la tentativa por reactivar la memoria, actualizar las demandas (muchas de ellas no saldadas) y abrir un horizonte de futuro en que el riesgo asociado al componente industrial de la modernidad se configure como punto clave de la justicia social y ambiental.
* Profesor-investigador UAM