Al cierre de esta edición, el escritor José Agustín luchaba por su vida.
José Agustín Ramírez Bermúdez, hijo del escritor acapulqueño de 79 años, aclaró en su cuenta de Facebook que su padre seguía luchando por recuperarse, luego de que se difundiera una fotografía del autor en cama rodeado de los suyos, acompañada de la frase: “Mi padre ha di-cho: ‘Con esto, ya mi trabajo aquí se va terminando’”.
En esa misma red social, Ramírez Bermúdez compartió una nueva foto de su padre –tomada semanas antes de su recaída–, y escribió: Sólo para aclarar, por si hubo alguna confusión, mi padre sigue vivo y luchando, su familia lo acompañamos y nos sorprende su fuerza. Les agradecemos a todos su apoyo e interés en su salud
.
Esta aclaración surgió luego de que en un primer momento informó que José Agustín había recibido ayer la extremaunción en su casa, realizada por el sacerdote católico José Luis
, viejo amigo del autor.
Antes, Ramírez Bermúdez agradeció el amor, la solidaridad y las oraciones de todos los lectores de su padre: Mi papá ha estado bastante mejor y más tranquilo, mil y un gracias a todos; si bien sigue en cama y la emergencia no termina, sin duda José Agustín está un escalón más cerca del cielo
.
Esa publicación fue borrada minutos más tarde con una disculpa de Ramírez Bermúdez.
José Agustín, quien escribió a los 16 años La tumba y es autor también de De perfil y Ciudades desiertas, se encuentra delicado de salud desde el pasado 29 de diciembre. En abril reapareció en silla de ruedas después de un accidente que sufrió en 2009 en Puebla.
El escritor acapulqueño sufrió las secuelas de una caída de más de dos metros en el Teatro Princi-pal de Puebla mientras firmaba algunos de sus libros; ese accidente le causó varias fracturas en el cráneo y lo mantuvo más de 20 días en terapia intensiva.
José Agustín, formado en letras clásicas y en dirección cinematográfica en la Universidad Nacional Autónoma de México, se convirtió en un autor emblemático en cuyas obras, dado el lenguaje coloquial que utilizaba, los jóvenes mexicanos de los años 60 y 70 se sen-tían representados.
El escritor fue catalogado bajo la etiqueta de literatura de la onda, término que Margo Glantz acuñó para referirse a él y otros escritores de esa generación, y con el que nunca se sintió identificado.