El recinto transmite cápsulas grabadas con colegas y amigos del poeta a 10 años su fallecimiento
Hace 10 años, un 14 de enero, falleció una de las voces mayores de la poesía en español, considerado por sus amigos el poeta de la rebeldía
: Juan Gelman.
Para homenajear al autor, que tras su exilio de Argentina encontró su hogar en México, la Casa Universitaria del Libro (Casul) preparó una serie de cápsulas grabadas con sus colegas y amigos que transmite desde ayer en sus redes sociales.
Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva, Myriam Moscona y Eduardo Hurtado compartirán sus experiencias como lectores y estudiosos de la vida de Gelman, además del impacto que tuvo el poeta, periodista y traductor en las letras hispanoamericanas.
Naturalizado mexicano, Juan Gelman no se quedó, como miles de poetas, en la poesía del lenguaje, en meros juegos verbales o en estructuras hechas a la buena de Dios, que a fin de cuentas no dicen ni aportan nada, o son repetitivas. Él siempre entendió que sin imaginación y sobre todo sin emoción no había poesía
, explicó Marco Antonio Campos en entrevista con La Jornada.
“Como César Vallejo, Paul Celan, Gonzalo Rojas y Blanca Varela, Gelman aportó un lenguaje dislocado en su forma y profundamente humano en su contenido. No sé cómo lo lograba, pero las nuevas palabras que creaba, las cuales fueron llamadas gelmanismos por alguna crítica, nos encantaban. Es inimitable, pero si se le imita, los resultados son caricaturas de mal gusto.
Era un hombre que sabía hablar y oír, se preocupaba por el otro, incluso cuando había pasado por experiencias terribles, y por eso comprendía el sufrimiento ajeno. También tenía gran sentido del humor; es un hermano que no he dejado de extrañar.
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930-Ciudad México, 2014) fue el tercer hijo –el único nacido en Argentina– de un matrimonio de inmigrantes judíos ucranios: José Gelman y Paulina Burichson. Creció en el barrio de Villa Crespo, donde años después le pondrían su nombre a la biblioteca, algo que él consideraba el homenaje más grande de mi vida
.
Sus primeros poemas de amor los escribió a los ocho años y publicó a los 11 en la revista Rojo y Negro. Pensaba estudiar química en la Universidad de Buenos Aires, pero abandonó la carrera para dedicarse de lleno a las letras.
En 1955 fundó el grupo El Pan Duro, integrado por jóvenes poetas que ademas eran militantes comunistas. El colectivo dio a conocer sus trabajos un año después en el libro Violín y otras cuestiones. En los años 60 incursionó en el periodismo.
También fue parte de la organización guerrillera Montoneros, y en pleno golpe militar (en marzo de 1976) permaneció exiliado, denunciando internacionalmente la violación de derechos humanos que ocurría en Argentina, lo que le valió una orden de captura a inicios de 1980.
Sin embargo, no fue la única experiencia turbia en su vida, ya que además de la persecución política, sufrió la pérdida de su hijo Marcelo Ariel y de su nuera María Claudia, quienes fueron secuestrados. Claudia se encontraba embarazada de siete meses. En 1978 Gelman supo que ella había dado a luz en cautiverio. Su hija Nora Eva fue apresada y liberada poco después.
Memoria y consuelo
Luego de interminables pesquisas, cartas a políticos indolentes, manifiestos y misivas de apoyo de amigos y simpatizantes, además de interminables laberintos burocráticos, Juan Gelman pudo encontrar y conocer a su nieta María Macarena.
No obstante, según afirmaba, la poesía siempre estuvo presente, como memoria y consuelo
.
Entre los galardones que recibió figuran el Premio Nacional de Poesía en Argentina (1997), el Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe (2000), así como el Reina Sofía y Pablo Neruda (2005) y el Cervantes de Literatura (2007).
“Juan fue un hombre muy valiente. Parece que vivió varias vidas en una. Nunca pudo asimilar la pérdida de su hijo, quien recibió un disparo en la nuca por un agente de la dictadura. Sus obras Carta abierta (dedicada a Marcelo) y Carta a mi madre contienen una desgarradora belleza”, añadió Marco Antonio Campos.
“Como el excelente poeta que fue, seguirá siendo leído por las sucesivas generaciones de ‘inmensas minorías’. Es un poeta del ayer, del hoy y del mañana.”
Por separado, José Ángel Leyva señaló que Gelman fue un poeta de cepa, un personaje cuya genealogía revolucionaria y mística provenía de sus ancestros y de su vocación contestataria e interrogante.
“Era nieto de un rabino ucranio, hijo de un padre libertario, judío ruso y migrante. Nació en un país cuyo idioma era diferente al de sus progenitores y su medio hermano, lo que representó un caldo de cultivo idóneo para un espíritu de búsqueda y de imaginación.
“Llegó al mundo con un apellido diferente al de su progenitor porque éste había ocultado su identidad proscrita bajo el Gelman. Juan forjó una obra poética de distintos y muy particulares registros. Desde esa atmósfera bonaerense que invierte las letras del tango para dar lugar a Gotán, pasó por el exilio y el éxtasis de sus santos y profetas, el diálogo con su madre, y de numerosos interlocutores imaginarios que conformaron sus alterónimos.
“La poesía era el eje de su pensamiento y de su acción. Solía definirla como ‘un árbol sin hojas que da sombra’. Su praxis revolucionaria y rebelde venía de una concepción amorosa de la vida y de los otros. Rendimos tributo a un poeta mayor de la lengua española, un poeta universal. Uno de los grandes privilegios de mi vida fue ser parte de los afectos de un ser humano extraordinario. Su obra crecerá con el tiempo, así como su ejemplo de entereza y de lucha”, concluyó el también promotor cultural.
El homenaje virtual dedicado a Juan Gelman se transmitirá en la página oficial de Casul, y en sus cuentas de YouTube, Facebook, Instagram y TikTok.
Fábricas del amor
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
Fragmento del poema Fábricas del amor
incluido en el libro Gotán (1962).