El venezolano compensó con creces los minutos de espera del público
Con casi una hora de retraso, antes de las 10 de la noche, Óscar D’ León apareció en el escenario del Auditorio Nacional y retribuyó a sus seguidores los minutos de espera, con su inigualable voz, cadencioso ritmo, gran inspiración y festiva jovialidad, a sus 80 años de edad y 52 de trayectoria artística.
El Sonero del mundo ofreció un enorme espectáculo que abrió con la inmortal Llorarás, y conocedor de lo que gusta a su auditorio, atrapó la atención de las miles de personas que asistieron a verlo y se le entregaron en alma, baile y aplausos.
El legendario músico y compositor venezolano comentó que la altura de la Ciudad de México le causa estragos. “Nos minimiza y voy a hablar poco para tener la oportunidad de nivelar la respiración, ya que viene un número que tengo que cantar sin poder coger aire, el cual dediqué a mi hija, La mazucamba”.
El repertorio fue elegido por el intérprete según la inspiración
del momento, dijo, e incluyó Yo quisiera, La piragua, Contéstame, Ausencia, Melao de caña, La rebelión (no le pegue a la negra), Pensando en ti, Alma llanera, Caballo viejo, El manicero y Detalles, entre otros temas, que pusieron de pie a los asistentes al coloso de Reforma. Éste se transformó en un salón de baile, en cuyos pasillos –o donde se pudiera– sacaron sus mejores pasos, mientras otros disfrutaron tan solo al escuchar y observar lo que sucedía en el escenario.
D’ León cantó sus grandes éxitos, las clásicas e inolvidables salsas, además de cumbias; rindió tributo a la Sonora Mantancera, a Benny Moré y a Rubén Blades. Enseguida se escuchó La Murga e interpretó Somos novios, del fallecido Armando Manzanero, a quien definió como gran hombre, aunque pequeñito, pero con gran corazón
.
Se armó una gran fiesta, se lanzó una especie de serpentina de colores que casi tocaba el techo del auditorio y fuegos artificiales prendieron la orilla del escenario. Sombreros con luces brillantes entre el público y el ánimo festivo generalizado inyectaron fuerza al Salsero mayor, cuyas interpretaciones incluyen bolero, jazz, guaguancó, guaracha, mambo y son cubano.
La potente voz de Óscar D’León, con sus múltiples matices, resonó como siempre. Su habilidad de bailarín no dejó de notarse, incluso fue celebrada por sus fieles, y su ritmo contagioso, aunado al talento de la orquesta –aunque sin la presencia de dos trombones que no pudieron llegar– fueron un agasajo para los sentidos. Nadie quería salir del festejo y las banderas venezolanas ondearon todo el tiempo entre el público, que incluyó a varias generaciones.
Músico abridor
Antes de que D’ León subiera al escenario, el cubano Hareld Leyra abrió el espectáculo. Luego de varios temas se despidió, pero volvió minutos después e incluso repitió Suave, que hizo famosa Luis Miguel.
Leyra calmaba los ánimos y aseguraba que en breve estaría sobre el proscenio la leyenda de la salsa, quien fue el protagonista de una noche inolvidable
, de acuerdo con una de las parejas asistentes que atestiguó que su ídolo aún posee la chispa de prender con su música
.
Inspirado en artistas cubanos como Benny Moré y La Sonora Matancera, además de otros establecidos en Nueva York, como Eddie Palmieri y Willie Colón, D’León debutó en la escena musical con 28 años de edad, como integrante de varias orquestas, hasta que en 1972 fue invitado para unirse a la Dimensión Latina.
Un año más tarde, ésta estrenó su primera producción discográfica, El clan de Víctor (1973), encabezada por el sencillo Pensando en ti, que lo consolidó y lo llevó a alcanzar su internacionalización. D’ León formó parte de esa agrupación por cinco años y durante ese periodo grabó seis materiales de estudio, entre los que destaca Dimensión Latina ‘75, integrado por temas como Llorarás, Mi adorada, Paranpampám, Taboga y Cañonazo.
En 1977 anunció su separación de la Dimensión Latina y ese mismo año creó su propia orquesta, La Salsa Mayor, con la que lanzó su primera producción, Con bajo y todo.
Con más de 50 años de carrera ha emprendido giras con diversas agrupaciones y cuenta con el mismo número de producciones discográficas.
Óscar Emilio León Simoza, nombre real del cantante, tiene cinco nominaciones al Grammy internacional y seis al latino, que ganó por Mejor álbum tropical por Fuzionando (2006). Esto lo convirtió en el primer cantante y compositor venezolano en ser reconocido por la Academia Latina de la Grabación, que en 2013 le dio el Premio a la Excelencia Musical, por su contribución a la música de habla hispana.