Un escritor en su tinta: estampas de José Agustín
Moisés Ramos Rodríguez
Echeverría es continuidad auténtica de Díaz Ordaz, aunque ellos se pelearon mucho, y Echeverría pintó su raya con Díaz Ordaz quien, dicen, se ponía tan furioso consigo mismo que se veía en las mañanas al rasurarse y decía: ‘Tú escogiste a Echeverría. ¡Pendejo, pendejo, pendejo!’, y se daba de topes contra el espejo. Echeverría era nefastísimo, aún más que Díaz Ordaz porque dilapidó la supuesta estabilidad previa que se había venido creando desde principios de los años cincuenta con el ‘desarrollismo’. El ’68 fue la precrisis espiritual de la económica, la de 1976, la cual sólo fue el resultado de ésta.”
“Aunque en el gobierno de Díaz Ordaz se obtuvo la sede de las Olimpiadas, del campeonato mundial de futbol y se hizo una muy buena Olimpiada cultural –cuando vinieron grandes artistas a México– en realidad todo era una ilusión, un sueño absolutamente ilusorio del que había que despertar, y se despertó en el 68.”
“No se podía creer que el país perfecto de crecimiento anual de siete por ciento, de paridad fija, sin broncas económicas, resultara que se estaba despellejando…. Díaz Ordaz fue uno de los presidentes más nefastos que ha tenido nuestro país, era un autoritario definitivo, pero lo peor es que a él se le hacía la conducta correcta. El régimen estaba acostumbrado a la represión. Si alguien se la hacía de pedo, entonces había que darle de nalgadas o madrazos fuertes.”
“[José Revueltas es] uno de los más grandes escritores mexicanos, y el hombre más puro que posiblemente haya existido en la historia de este país. Su obra es de una riqueza extraordinaria y una lección de integridad, rigor artístico y de capacidad y de sentido del riesgo, porque se puso a hacer novela política exactamente cuando era lo que más se desalentaba […] Definitivamente lo desconocemos como autor, sí. No todo mundo, por supuesto, pero una prueba de ello fue que, hace poco, la editorial Era me pidió una antología de cuento, de relato breve de José Revueltas. La saqué y quedó muy bonita, y resultó que se estaba vendiendo bastante porque la selección era muy estimulante, pero también porque la gente que los estaba comprando no tenía la más remota idea de quién es.”
“Aunque no se crea, el medio mexicano es de un conservadurismo verdaderamente espantoso y es muy rencoroso, entonces le agarró odio a Revueltas; y si hay algo que le fastidia al establishment es equivocarse. Entonces: se equivocaron con Revueltas, les da mucho coraje y, en el fondo, por eso mismo tratan de no darle la fuerza que debería de tener. Todo se va para Octavio Paz y para Carlos Fuentes, quienes podrían ser buenos o malos escritores, pero definitivamente son unos mamones y gobiernistas absolutos, y a Revueltas, a pesar de la muerte, lo siguen relegando”, agregó enfático.
De Parménides García Saldaña recordó: “Era mi hermano del alma. Los dos nacimos en el mismo año, 1944, él era acuario y yo leo. Vivíamos relativamente cerca y nos conocimos como a los dieciséis, diecisiete años de edad. Él era muy amigo de un fotógrafo estimadísimo por nosotros que se llama Ricardo Vinós, y de un escritor poblano, Juan Tovar. Ellos hicieron juntos un guión, que fue premiado, en un concurso donde yo también metí un guión, igualmente premiado. Nos conocimos en la entrega de premios. Y a partir de ahí… Reconocimos los tres que éramos grandes fans de los Rolling Stones y de Bob Dylan, en especial de éste, a quien en aquel entonces sólo lo escuchaba su chingada madre. Eso nos acercó muchisisísimo.”
“Yo publiqué primero que él, y en cierto sentido, por eso, me tocó abrirles las puertas: la publicación de la Editorial Diógenes, donde se publicó Pasto verde… y después me tocó establecer un muy buen contacto con Joaquín Díez-Canedo, a quien le llevé a Parménides. Joaquín, para entonces, ya era el editor de los jóvenes y quería tener a todos los escritores jóvenes, y se puso feliz cuando Parménides llegó con un libro para él […] está definitivamente subvalorado. Es un poco el mismo caso que Revueltas, pero más grave todavía, porque el establishment lo ve naco, folclórico… pirado, definitivamente pirado, y no les interesa en lo más mínimo, y casi nadie habla de él. Pero he visto que de diez años a la fecha su presencia ha crecido muy fuerte –y de a devis– entre la gente que debe crecer. Ya tenía todas las raíces, pero ahorita ya, de plano, creo que se convirtió en un gran mito y un emblema de la contracultura mexicana.”.