A un lado del prodigioso mural de Tamayo, Dualidad, que se encuentra en el vestíbulo, se ingresa a la exposición El fin de los tiempos: historias de aniquilación, apocalipsis y extinción
. La muestra traza un itinerario a partir de los relatos sobre la llamada Gran Aceleración, como advenimiento de un eventual sexto episodio de extinción masiva.
La idea del fin del mundo ha preocupado a la humanidad desde hace miles de años. Es recurrente en los textos bíblicos y, en general, en todas las culturas es fuente de mitos y leyendas, y nuestro territorio no ha sido la excepción.
La exposición se organizó conjuntamente con el Centro de Estudios Apocalípticos y Post Apocalípticos (CAPAS), de la Universidad de Heidelberg, de Alemania.
La reflexión del complejo tema se apoya en más de 150 objetos paleontológicos, arqueológicos, históricos, etnográficos, documentales, gráficos, pictóricos, fotográficos, audiovisuales y artísticos.
Se enriquece con grabados de José Guadalupe Posada, obras de José María Velasco, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Leopoldo Méndez, Adolfo Mexiac y de artistas contemporáneos como Estrella Carmona, Ernesto Muñiz, Lourdes Almeida, Alejandro Gómez de Tuddo y Antonio Luquín. Compleja exposición que en los tiempos que vivimos deja muchas reflexiones.
De aquí entramos al imponente patio y vemos en el espejo de agua dos grandes esculturas de hierro, de colores brillantes, cuyas formas abstractas, si se observan cuidadosamente, nos evocan al Chac Mool, la mítica escultura que fue reproducida prácticamente en todas las regiones de Mesoamérica, con sus propias características, pero sin perder su intrigante forma.
En la presentación de tres libros del arqueólogo Eduardo Matos en el Colegio Nacional, su colega Leonardo López Luján comentó que se han localizado más de 70 esculturas de piedra del Chac Mool, elaboradas en diferentes momentos y regiones de Mesoamérica a lo largo de mil años.
No se sabe a quién representa; hay especialistas que opinan que puede tratarse de la representación de un dios o de guerreros o jugadores de pelota, pero López Luján aclara que no es así; su función estaba dirigida al ritual público, ya que por lo general se encuentran en pórticos de los templos y en los altares del centro de las plazas principales. Explica que eran mesas de operación ritual que servían para depositar ofrendas, como sangre o corazones humanos y también como tajón sacrificial.
No es de extrañar que la enigmática figura se haya convertido en un motivo de inspiración para el artista plástico Sebastian, quien la utilizó para crear 26 esculturas para traer a nuestro tiempo a los antiguos dioses, en una forma industrial utilizando hierro y con color.
Los Chac Mool de Sebastian tienen, en esencia, la figura de aquellos personajes míticos, pero no hay uno igual a otro, a semejanza de los prehispánicos, lo que sólo puede hacerlo un artista que capta las esencias antiguas y las trae al presente.
En la organización de la exposición Chac mool. Sebastian
, participó la Fundación Sebastian, y se contó con la curaduría de la museóloga Lorena Zedillo. Busca revelar cómo el creador ha transferido su sentido estético, conocimientos y experiencias, y ha transitado del geometrismo puro de sus inicios a la abstracción absoluta. Las obras se muestran en diferentes puntos del museo y se podrán ver hasta el 3 de marzo.
Llegó la hora de comer, ¿no se les antojan unos tacos de carnitas? Aquí cerca está la antigua taquería Los Panchos, en Tolstoi número 9. Fue de las primeras, cuando se fundó en 1945, en ofrecer básicamente carnitas preparadas a la manera tradicional, con tortillas recién hechas en comal, chilitos en vinagre o vestidas con jardín, salsa verde cruda y chicharrón crujiente.
Ahora han crecido, tanto en espacio como en la carta, y hay una vasta oferta de antojitos y platillos tradicionales de la cocina mexicana.