El Frayba dedicó muchos años a la formación y sensibilización en temas de derechos humanos. Llevó a cabo talleres populares en las parroquias y en las comunidades más remotas. Publicó en al menos tseltal, tsotsil, tojolabal y ch’ol la Declaración universal y los instrumentos más importantes para defender los derechos de los pueblos. Esta formación fue un hummus vital para reivindicar la dignidad humana en la región.
En sus primeros años el equipo del Frayba defendió denodadamente a indígenas expulsados de San Juan Chamula, por motivos políticos, disidentes de los cacicazgos del PRI local. De igual forma, atendió casos de mujeres indígenas que no heredaban tierra por el hecho de ser mujeres, a maestros disidentes, a personas trans que eran perseguidas en las calles de Tuxtla Gutiérrez y de familias que eran despojadas de sus tierras. Recuerdo que ya no nos dábamos abasto al poco tiempo de fundado el centro.
A finales de los 80 y principios de los 90 formamos articulaciones más amplias con instancias defensoras de derechos humanos, como la que se denominó después Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos. Esta agrupación fue fruto de la acción de activistas que habíamos empezado a trabajar a principios de los 80 en los primeros centros de derechos humanos del país.
La red fue fundamental en el contexto del levantamiento zapatista para documentar y denunciar las violaciones cometidas en los enfrentamientos de aquellos meses de 1994 y de lo que después fue la guerra de baja intensidad llevada a cabo por el Ejército federal con los grupos de paramilitares entrenados para ello.
La historia de Chiapas de sus últimos 35 años se narra en mucho por los informes del Frayba que puntualmente van recogiendo la evolución del respeto a los derechos humanos y de su deterioro. Su informe Chiapas un desastre, de 2023, documenta el sufrimiento de los pueblos que viven la remilitarización y las violencias del crimen organizado, derivadas de los paramilitares que permanecieron impunes y se reconvirtieron en bandas delincuenciales. Una de estas violencias es el desplazamiento forzado, que enfrentan particularmente las comunidades cercanas a la frontera con Guatemala.
En estos 35 años el Frayba ha sido un referente en temas de derechos humanos del estado de Chiapas y del país. Ha resistido los embates del Estado mexicano, ataques directos e indirectos, y se convirtió en un espejo y caja de resonancia de las luchas sociales, particularmente indígenas de la región. Ha contribuido a esto que podríamos llamar la escuela de San Cristóbal, donde muchas personas han reflexionado y actuado por la vida, la defensa de los derechos y el territorio, sentipensando en las resistencias de las mujeres, en la protección de la madre tierra y en las autonomías de los territorios de los pueblos indios.
Hoy el Frayba celebra con los pueblos la lucha y la vida, el camino andado y el horizonte creado con esfuerzo y esperanza. ¡Estar ahí, no es poca cosa! Estar de pie y bailando lo es todo. Felicidades a quienes han caminado y abierto brecha. Homenaje a quienes ya nos dejaron y a aquellos que siguen tercos en luchar por la justicia, a pesar de todo. Enhorabuena.
* Defensor de derechos humanos, integrante de Serapaz