El altar de dolores es una antigua tradición del siglo XIX en Tlaquepaque, la cual consistía en poner un altar a la virgen de Dolores, iniciaba un viernes anterior al viernes Santo y se retiraba hasta el domingo de resurrección.
Año con año, el recinto monta un tradicional altar destinado a la Virgen de los Dolores, una de las celebraciones marianas que con mayor fervor ha perdurado en nuestro país. La conmemoración a la Virgen de los Dolores, también conocida como La Dolorosa, tiene como objeto evocar los siete dolores de la Virgen y se celebra el sexto Viernes de Cuaresma, mismo que antecede al Domingo de Ramos.
La tradicional celebración del montaje de un tabernáculo a la Dolorosa conmemora los Siete dolores de la Virgen María por su hijo: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida de Jesús, el encuentro del Hijo y la madre camino al Calvario, la Crucifixión, el descendimiento de la cruz, y el entierro.
Se celebra el sexto viernes de cuaresma, ocho días antes del Viernes Santo, como una ofrenda a manera de consuelo por los acontecimientos por venir. Al montaje de la ofrenda siempre se acompaña de una exposición representativa de la fecha en cuestión.