Biblioteca fantasma
Evelina Gil
Los futbolistas se jubilan a los treinta y cinco años. Las modelos a los treinta, más o menos. Se trata, por supuesto, de oficios altamente lucrativos que te permiten retirarte para disfrutar el resto de tu vida. ¿A qué edad se jubilan los asesinos a sueldo? Billie, Mary Alice, Helen y Nat, cuatro elegantes y bien conservadas sexagenarias no lo tenían claro hasta que reciben una invitación para celebrar su jubilación a bordo de un fastuoso crucero, noticia que acogen con alegría y nostalgia anticipada pues, después de todo, desean con fervor algo de normalidad en sus vidas, por no mencionar que volverán a reunirse entre ellas, acaso por última vez, y en una circunstancia que pinta idílica. Pero estas “vacaciones de despedida” presentan algunas anomalías que despertarán las sospechas de las festejadas respecto a las buenas intenciones de quienes han hecho planes para ellas.
Señoras de armas tomar, de la estadunidense Deanna Raybourn (Texas, 1968), es más que una delirante y divertida aventura de espías y traiciones. Posee un interesante trasfondo social que cuestiona la discriminación hacia las mujeres mayores, así como la mirada machista que modela a la mujer como precioso objeto susceptible de ajarse con la experiencia. Estas cuatro mujeres fueron reclutadas en el cenit de su juventud y belleza a finales de los setenta, por una red nombrada El Museo, cuyo origen se remonta a los últimos años de la segunda guerra, especializándose en ajusticiar nazis guarecidos en países diversos, cosa que continuaban haciendo al momento del ingreso de estas jóvenes que conformaron una brigada denominada Proyecto Esfinge. Se especializan asimismo en liquidar traficantes, corruptos, proxenetas y otras lacras humanas: “Nos ganamos la vida matando, y nos la ganamos bien […] disfrutamos de un digno salario base, extras y beneficios, junto con un seguro que incluye la atención dental y una pensión […] No somos sociópatas. No matamos por diversión ni lo hacemos gratis”, aunque, en ciertos casos, resulta inevitable no disfrutarlo.
Pero desde el momento en que descubrimos los criterios de selección de nuestras heroínas, cuyo reclutamiento no ha sido voluntario ni casual, conocemos sus puntos débiles, lo que hay de vulnerable en cada una y que, en gran medida, detona su espíritu justiciero al momento de ejecutar cada misión. No nos extrañe, por tanto, que al saberse atrapadas en una situación de la que difícilmente saldrían vivas, estas mujeres no sólo piensen en ponerse a salvo, sino también en vengarse de quienes, a todas luces, resolvieron ahorrarse lo de su jubilación… aunque tampoco es tan simple. ¿Por qué, si ellas han realizado una labor impecable y demostrado una lealtad a toda prueba, pretendieron engañarlas como a unas viejas bobas, con el único fin de eliminarlas? Billie, Mary Alice, Helen y Nat logran escapar del atentado y burlar a quienes, por una razón que no terminan de dilucidar, han decidido acabar con ellas. Sus perseguidores, naturalmente, las subestiman: dudan que cuatro mujeres de sesenta años posean la agilidad física y, sobre todo, los conocimientos cibernéticos para librar la cacería. Respecto a esto último, la novela hace hincapié en la forma en que se tiende a menospreciar la capacidad de la gente mayor para relacionarse con las nuevas tecnologías, por lo que estas discretas damas constatarán la máxima de “más vale maña…” Por si fuera poco, hay cierta edad en la que es posible volverse invisible sin recurrir a elaborados camuflajes. Señoras de armas tomar (Suma, México, 2023) es un ingenioso esfuerzo por brindar un giro original y contemporáneo a un género injustamente menospreciado. Y sus cuatro heroínas –la traductora literaria Billie, secretamente enamorada de otro agente; la iconoclasta Mary Alice, casada con otra mujer, Akiko; la reciente viuda Helen y la varias veces casada y aventurera Nat– harán las delicias del lector, en particular de las lectoras en ese rango de edad.