El Señor del Santo Entierro
Por José Félix Zavala
En boca del arqueólogo Dr. Carlos Viramontes Anzures, investigador del INAH y dedicado a la localización de zonas prehispánicas, pinturas rupestres y petroglifos dichas este 6 de diciembre del 04, con las investigaciones que lleva realizadas en La Sierra Gorda, nos afirma que la vida civilizada en San José Iturbide es superior a los 2300 años
El Camino Real de Pozos a La ciudad de México pasaba obligatoriamente por Casas Viejas, en La Venta, punto de conjunción de las haciendas de San Diego, El Capulín y San Jerónimo, era la parada obligatoria para, el oro, la plata, los arrieros y las bestias.
Reconoceremos lo nuestro con el recuerdo del barrio Colorado, por el color de su tierra o de los “Cazueleros” ubicado en lo que ahora son las calles de Moctezuma y Dr. Hernández.
Por El Caracol o Plazuela de Echegaray, lugar donde se construyó un pozo para alimentar de agua limpia a la población, recordando con nostalgia a los “aguadores” que con su aguantador nivelaban el peso de los dos botes alcoholeros, para surtir de agua al vecindario.
El Pozo de Las Gueras en la calle de Morelos entre la Posada del Jovero y la foto Raga.
La Custodia, entre las calles de Otoño y Revillagigedo. Donde las cantinas y pulquerías hacían su aparición.
El Corralón, el famoso Mesón que estaba donde se bifurcan los caminos de La Venta y la Hacienda de San Diego, paso obligado del oro y la plata y donde por supuesto no dejaban de existir los “asaltitos”.
El Portal de La Linda, este bello rincón de nuestra ciudad, que a veces pasamos sin disfrutarlo y que para 1860 era casa de Mariano Guevara, padre de Hermelinda Guevara, La Linda.
El Placer, otro rumbo de nuestra comunidad en <Ocampo e Iturbide, lleno de veneros de agua, de lavaderos públicos, una alberca para los nadadores.
Pozo Blanco, el lugar ubicado en las calles de Abasolo e Iturbide, lugar de saciar la sed las bestias de carga y el ganado de paso.
Las Atargeas, un lugar de Plaza Cívica, en las calles de Degollado y Josefa Ortiz De Domínguez.
LA CALLE REAL
Ahora Hidalgo, que nos lleva entre los templos de la Santa Casa de Loreto y el de San José, al “Jardín”, donde entre los portales de Vargas, de los Maqueda, el de Las Flores y el de Casas Viejas, le dan marco a nuestro afrancesado Kiosco.
En 1821 se crea el primer Ayuntamiento en Casas Viejas, siendo su primer presidente Juan José Gómez.
En 1849 Casas Viejas es elevada a la categoría de Villa con el nombre de San José de Iturbide.
De 1853 a 57 se crea por decreto de Antonio López de Santa Ana, el departamento de Sierra Gorda, cuya capital Es San Luís de La Paz y donde se encuentra San José Iturbide.
1810 son 6 mil los habitantes de San José Iturbide y es tiempo de su destrucción por los insurgentes. En 1871 San José Iturbide tiene 26 mil habitantes y por el año de 1900 tiene ya 30 mil habitantes.
En 1862 San José Iturbide es tomada por los liberales al principio del año y en ese mismo año por noviembre la ciudad es saqueada por el conservador Tomás Mejía, originario de la Sierra Gorda.
En 1865 el 27 de septiembre se inicia el templo actual del Capulín y en 1866 comienza la última edificación del templo que conocemos como la Santa casa de Loreto.
25 de abril de 1866 se da comienzo la reconstrucción del templo parroquial de San José y el 5 de febrero de 1875 se inauguran los juzgados municipales.
El año anterior 1874 se inauguran los servicios de los telégrafos y de teléfono, para San Miguel y Guanajuato respectivamente.
1875 muere el cura de San José, P. Domingo Rodríguez e iniciador del la reconstrucción del nuevo templo parroquial.
En 1875 se cambia de responsable de la obra del templo parroquial. Por Arcaute se designa al albañil Vicente López.
Existen en la población ya la escuela lancasteriana, un asilo para niños pobres y una escuela para niñas, por la generosidad de Agripina Veytes, se crea la escuela del Padre Nicolás campa.En 1963 arranca la primera industria de importancia en San José Iturbide, llamada “Materias Primas Minerales” en El Arenal.
Entre 1968 y 70 inicia Sabino Maldonado y un buen número de familias iturbidenses la industria del tejido llegando a haber un taller con 400 obreras y tres turnos con 35 máquinas tejedoras.
En 1960 desaparecen los exvotos del señor del Santo Entierro, que se contaban por miles y de gran valor de todo tipo y se construye la ermita a su devoción sobre la carretera 57 y el entronque a San José Iturbide.
Para la mitad del siglo XVIII, cuando se solicita la Vicaría Fija en Casas Viejas, dependiente de la parroquia de Xichú de Indios, todos los frailes evangelizadores del siglo XVl, habían pasado por la intención de congregar y reducir a los chichimecas de la Sierra Gorda, sin lograrlo y siempre con la ayuda militar de los españoles y los indios aliados venidos con ellos del Altiplano Central de México.
Fueron primeramente los Agustinos, por 1522, desde Xilitla, posteriormente los Franciscanos, después los Dominicos en el semidesierto y en la Sierra Gorda, en la parte que ahora corresponde al noreste de Guanajuato, fueron los jesuitas a partir de finales del siglo XVl.
La Sierra Gorda se mantuvo en pie de guerra, primero en la guerra frontal como la narra Gonzalo de Las Casas y posteriormente en guerra de guerrillas, que terminará con el exterminio que hacen José de Escandón y que da fín con la reducción de los pocos jonaces que sobrevivieron y que ahora se encuentran en Chichimecas, cerca de San Luis de La Paz.
La Zona arqueológica de Casas Viejas en Atarjea, Guanajuato, y en el corazón de La Sierra Gorda, nos muestra una ciudad minera prehispánica y junto a ella las minas de mercurio, fuente de ingresos principales y de relación comercial con el Golfo y el Altiplano de México.
Es por ello que se puede dar la visita pastoral, a la parroquia de Xichú de Indios, ahora llamada Victoria, del Arzobispo de México, a donde pertenecía La Sierra Gorda y en la parte más poblada y alejada de esta, funda una Vicaría Fija, ese lugar es Casas Viejas y cuyo patrono de esa vicaría sería Señor San José, el patrono de la llamada Nueva España.
Los documentos que nos dan para la construcción de la actual parroquia nos hablan de capillas ya existentes en el lugar y en la región, como lo demuestran los cimientos de la Santa Casa de Loreto o la capilla escondida en La Glorieta, entre otros lugares. La presencia de los jesuitas desde San Luis de La Paz hasta Xichú que ya no era su territorio, sino de los frailes franciscanos
No es posible la falta de intentos de fundación de templos o capillas desde 1522 con la incursión de Cortés en la Sierra Gorda, o de 1528 con la incursión de Nuño de Guzmán también en la zona o por la apertura de las minas de Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí buscando salida al mar por La Sierra Gorda o por Querétaro y la incursión de los jesuitas y su injerencia en la industria minera desde la mitad del siglo XVl y principalmente desde 1590 en San Luis de La Paz y El Palmar de Vega hoy Pozos
Es claro según el historiador local Jesé Luis Morelos que la vicaría fija de Casas Viejas no fue donde se encuentra la actual sede parroquial y que la separación y secularización en ese tiempo de las parroquias exigía un templo expreso para el fin del Arzobispo de México.
El Señor del Santo Entierro es de estatura natural con goznes en los hombros y en el cuello, con venda negra bordada, colchón y almohadas de raso, cojín de raso y seda bordado, sábanas y sobrecama de seda, corona de espinas de plata, clavos también de plata, cendales de seda y lino, según lo describen y recostado en un colchón dentro de una urna y establecido en el templo de La Santa Casa, que nos indica una tradición más larga que la de 1754.
A más de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar, resguardado por el cerro de las Aguilas, recostada sobre montañas, escondiendo sus zonas prehispánicas, su origen milenario de mineros chichimecas, sobre el valle de Galomo , se encuentra el antiguo Casas Viejas, el actual San José Iturbide, la estación obligada del oro y la plata, que venidos de Pozos hizo de Casas Viejas una comunidad próspera y con el paso del tiempo una ciudad agrícola y posteriormente, un pueblo de tejedores que visten al frío de colores.
Esta Estancia y luego parte del mayorazgo de Luís de Luyendo, fue el lugar escogido por la comunidad que en ella habitaba desde tiempo inmemorial, más sus recién avecindados, después de la guerra de exterminio, encargada por el virrey a José de Escandón en 1750, quien trajera el último reducto de valientes guerreros, Jonaces Chichimecas, desde el Cerro de La Media Luna hasta lo que ahora conocemos como Misión de Chichimecas, para fundarse una Ayuda de Parroquia dependiente de la de Xichú de Indios.
Siendo el territorio de la Sierra Gorda, parte del Arzobispado de México, Manuel Rubio y Salinas, El Arzobispo en 1753, pudo llegar a los contornos de la parroquia de Xichú, más exactamente a la Hacienda de San Diego, donde recibió la solicitud de formar esta Ayuda de parroquia, e hizo lo propio ante el Virrey.
Para 1754 el cura de Xichú y el Alcalde mayor de San Luís de La Paz, tomaron posesión del terreno destinado para la construcción de la capilla y anexos para ese fin, siendo 5 de febrero, cuando el calendario mesoamericano celebraba al Sol y nacía la devoción en la región al Señor del Santo Entierro.
Diego de Izeta, bachiller y presbítero, será el vicario fijo, tomando posesión de la ayuda de parroquia el 5 de mayo de 1756. Esta ayuda de parroquia debido a su numerosa población fue elevada a la categoría de Parroquia en 1774, 18 años después, quedando bajo el patrocinio del Señor San José que ya lo era de la llamada Nueva España, siendo su primer cura José Ma. Rodríguez.
Se encuentra al decir de los que saben y a la vista del archivo parroquial, el libro de partida de casamientos desde 1756, de defunciones, de matrimonios, de bautizos, de Providencias diocesanas, separando debidamente los correspondientes debidamente a los españoles, a los de indios, a los de criollos, mestizos y a las otras castas, siendo el último fechado en 1778, fueron los libros primeros de cada especie.
Nuestros ancestros en esta región, donde se ubica el actual San José Iturbide, tuvo que pasar por amarga experiencia de la conquista, donde la gran cultura mesoamericana, fue sometida a exterminio y sus “colonizadores” obtuvieron de los habitantes de la región la mano de obra requerida para la minería, la agricultura y la obra pública de manera coercitiva.
Una de las interrogantes más importantes para entender los orígenes de los habitantes de San José Iturbide actual, será una de los caminos el adentrarse al origen del culto al Señor del Santo Entierro, que junto con otras devociones en el país del mismo estilo, se enmarcan dentro del sistema usado por los misioneros y fue llamado de “sustitución” y donde ya existía un culto paralelo.
La escultura entera del Señor del Santo Entierro puede apreciarse que el trabajo del artista es esmerado en el rostro y deficiente en la anatomía del cuerpo, dando la impresión de habérsele adaptado y unido la cabeza a una armadura de yeso. Existe dureza en la textura y desproporciones desajustadas.
Pudiera ser obra esta imagen de dos personas distintas, la de la factura del rostro es de gran capacidad y la del cuerpo se nota la incompetencia en la escultura. Otro error es el habérsele puesto cabellera natural, ya que la tiene esculpida junto con el bigote y la barba.
Del 21 de junio de 1891 existe una descripción del Señor del Santo Entierro: Es una imagen de Jesús muerto, que es de estatura natural con goznes en los hombros, en el cuello y en los ojos, para poder ser usado en la crucifixión. Tiene cabellera de pelo natural, está colocado en una urna con vidrieras y respaldo de madera, con una venda negra, bordada de hilo de oro, su colchón y las almohadas son de raso y la funda blanca de punto y encaje, a la cabeza un cojín de raso encarnado bordado con seda de colores, sábanas y sobrecama de seda con ramos de flores de colores y una guía de flores alrededor de la urna.
Desde tiempos que deben ser estudiados veremos que el Señor del Santo Entierro, no tuvo el inicio de su devoción en la actual sede parroquial, se encuentran documentos de que estaba a la veneración en la Santa casa de Loreto que a su vez ha sufrido otras reconstrucciones en épocas anteriores a la marcada como última. Es de suponerse que esta devoción tiene origen antiguo de mucho mayor alcance.
Para 1821 en el mes de septiembre se da otra descripción del señor del Santo Entierro. Tiene goznes en los hombros, en el cuello y en los ojos, su urna tiene vidrieras, venda negra bordada de oro, colchón, cojín y varias almohadas, con guías de flores alrededor de la urna, una corona de espinas de plata, clavos con cabeza de plata, dos cendales en tela de seda delgada y transparente, puesto en una mesa.
En la mano de obra y el tributo la forma de explotación masiva, como intentos de exterminio de una de las más grandes civilizaciones que ha dado la humanidad, fue la forma en que occidente trató a los pobladores de mesoamérica, de La Sierra Gorda y del ahora San José Iturbide.
La Sierra Gorda es la sede de la primera misión jesuita en mesoamérica, estando su primera capilla, doctrina y escuela, en lo que ahora conocemos como San Luís de La Paz, puerta de entrada a este macizo montañoso, desprendido de La Sierra Madre Oriental. Son pues los hijos de Ignacio de Loyola los fundadores de la Iglesia católica en el noreste de Guanajuato, con mucho más éxito que en el resto de la totalidad de La Sierra Gorda donde incursionaron con escaso éxito los frailes franciscanos, agustinos y dominicos.
Los jesuitas tomaron para si la explotación de la llamada mina de Santa Brígida en el siglo XVl, inventaron las haciendas de beneficio para extraer el oro y la plata y además fueron precursores en la región de las grandes y haciendas y su prosperidad, como la de la llamada El Agostadero de Charcas.
Las capillas de la Purísima Concepción, de San José y de Santa Cecilia, son muestra del trabajo de los Jesuitas y los indios aliados venidos con ellos, lo mismo que las capillas que se encuentran en Charcas, San José y todo el Valle del Galomo, aún una en la zona de Xichú, territorio destinado para la evangelización a los frailes franciscanos.
Para 1810 las haciendas que mantenía con vida a Casas Viejas, eran la de San Diego, El Capulín, San Jerónimo y la de Charcas. Entes económicos de invención mexicana a partir del despojo de sus tierras a los verdaderos propietarios, a partir de la llamada conquista y que después fueron estancias, mayorazgos y posteriormente haciendas. Era una organización “sui generis”, ya que no libraba a los originarios de América del trabajo coercitivo.
En 1862 el Papa Pío lX, por Bula “Deo Optimo Maximo” erige el obispado de Querétaro desmembrando la arquidiócesis de México, donde La Sierra Gorda pasa a pertenecer a esta nueva circunscripción eclesiástica, salvo San Luís de La Paz, que pertenecerá a la de león erigida pocos años antes.
Es importante el análisis histórico y social, al documento para edificar una nueva sede parroquial en San José Casas Viejas el 23 de abril de 1866:
“El cura y juez eclesiástico de esta feligresía Domingo Rodríguez, mirando con profundo sentimiento que la actual iglesia parroquial no es más que un cañón de adobe muy mal construido, muy débil y estrecho, incapaz de contener la numerosa confluencia de fieles que asisten frecuentemente y piadosamente a la celebración de los divinos oficios, que su debilidad y estreches solo fueron una exigencia de la época de erección en calidad de Ayuda de parroquia de idioma castellano, independiente del curato de Xichú de indios ascendía a la categoría de iglesia parroquial de Señor San José en el año de 1774 y que la edificación de un buen templo es ya una imperiosa necesidad del estado floreciente en que se halla esta feligresía, ya que excede de 25 mil habitantes”.
El actual templo de la parroquia de San José Iturbide es una de las obras finales del neoclásico en este país y pareciera inspirada en la idea del cura Nicolás Campa, sobre la Basílica de San Pedro en Roma.