¿Cuántas veces anocheció y amaneció ayer?
Tantas como los millones de ojos que se humedecieron, las gargantas que gimieron, las sonrisas que brillaron, los pies que se levantaron del piso muchas veces:
– Oh, my gosh!
Las expertas de la NASA que narraron la trayectoria del eclipse combinaban frases técnicas, expresiones científicas, con exclamaciones humanas:
– I got tears in my eyes.
¿Cuántas veces la Luna se hizo uñita, más y más pequeña, hasta ser una raya de tigre en el universo?
Tantas como nuestra Luna abrazó a su Sol y de la cópula salieron chispas en acompasado diapasón, descrito por astrólogos y anatomistas así:
Corona, en español. Diamond rings. Unión total.
– Oh, my goodness!
¿Cuántas veces vimos el milagro?
Que hagan la cuenta los científicos, de eso viven, porque, como dice Cortázar, los que vivimos y nos alimentamos de amor, no contamos las veces que nos besamos, los abrazos con las piernas, los sudores, los gemidos, la felicidad.
La felicidad mensurada por la NASA:
Oh, my gosh! What a moment! Fireworks in the sky!
La NASA realizó su cobertura muy a su manera: hicieron anuncios comerciales, se mudaron de locación muchas veces. Vendieron. Pero no pudieron ocultar el Sol con un dedo: los ojos del mundo estaban puestos en Mazatlán, el punto máximo del milagro.
De ahí, viajamos con las cámaras frente a nuestros ojos a otras ciudades mexicanas, y luego subimos por Texas y vimos en varias ciudades, varios estados, la sucesión de la rajita de Luna, la oscuridad total, la corona, el anillo de diamantes, tal y como acontecen los compromisos conyugales.
¿Qué es un eclipse?
Varios científicos aportaron sus definiciones en pantalla, en vivo. Pero las que quedan para la historia, en los registros de la intimidad colectiva que vivimos ayer en esa locura de orgía amorosa de sucesión de ayuntamientos de astros uno tras otro uno tras otro en cada ciudad, en cada puerto un amor.
Un eclipse, de acuerdo con las definiciones mejores, las de la gente de a pie, es una experiencia que se vive una vez en la vida, así hayamos vivido muchas ayer gracias a la NASA y sus cámaras en vivo. Es una sensación de flotar, un ligero mareo, un aletear de mariposas en la panza, un azoro, boca abierta, quietos, la piel erizada.
Agradecidos, como se agradece cada acto de amor, cada acoplamiento corporal, cada beso en el Vesubio y en el Monte de Venus.
Venus, la diosa del amor y de la belleza y la fertilidad. Vimos a Venus, el planeta, muchas veces junto a la corona, en el momento climático de cada cópula astronómica, en cada dominio astronómico, como dirían Waters y Gilmour, los poetas que se adelantaron a toda predicción astronómica, así:
Todo lo que tocas / y todo lo que ves / todo lo que pruebas / y todo lo que sientes/ todo lo que amas / y todo lo que odias / todo de lo que desconfías / todo lo que ahorras / y todo lo que das / y todo lo que acuerdas / y todo lo que compras mendigas prestas o robas / y todo lo que haces / y todo lo que dices / y todo lo que comes / y todos a quienes conoces / y todos a quienes desdeñas / y todos tus combates / y todo lo que significa el ahora/ y todo lo que ya fue / y todo lo que está por venir/ y todo bajo el Sol está a tono / pero el Sol está eclipsado por la Luna.