Hay cantos que son plegarias, que alimentan el espíritu para recordar su conexión con la naturaleza

La flor de la palabra

Irma Pineda Santiago

Hay cantos que son plegarias, que alimentan el espíritu para recordar su conexión con la naturaleza, con todo lo que vive y respira sobre la tierra. Así son los cantos paipai, con letras sencillas que se reiteran y con ritmos y vibraciones que nos aligeran el alma. A estos cantos llegué por sugerencia de la antropóloga Irais Piñón, incansable promotora cultural de Baja California, misma que en una de mis visitas a Tijuana, a principios del milenio, me presentó a don Juan Albañez Higuera, jefe tradicional de la comunidad ubicada en Santa Catarina, fundada como misión de padres dominicos en el municipio de Ensenada, ahora hogar del pueblo paipai.

Los registros antropológicos mencionan que el antiguo nombre de este pueblo era akua’ala, aunque sus pobladores suelen autonombrarse jaspuy’pai (no bautizado), debido a que por rebeldía frente a los sacerdotes dominicos se resistieron a ser bautizados como símbolo de su conversión al catolicismo. Actualmente, si bien muchos son católicos, lo son desde su propia cosmovisión, como varios pueblos indígenas mexicanos que han logrado la convivencia de sus deidades y elementos sagrados con los santos cristianos.

De Juan Albañez me impresionó su estatura física y su gran amor por su pueblo. Hablaba de su temor de ver morir su idioma y con ello todo lo importante para su vida cotidiana, por lo cual quería transmitir a las nuevas generaciones sus conocimientos. Con esa intención formó el grupo Xumsrill xasrhill (Estrella brillante), para compartir sus cantos y danzas tradicionales, así como algunos relatos míticos e instrumentos, como las sonajas que ellos mismos elaboran. Con el tiempo y las actividades personales de sus integrantes, este grupo se fue diluyendo, pero dos descendientes de don Juan, Delfina Albañez Arballo y Juana Inés Reza Albañez, mantienen vivo su legado dentro y fuera de la comunidad, con los cantos, cuentos, sonidos y la alegría heredada del abuelo.

A Delfina y a Juana Inés las conocí en los encuentros de mujeres indígenas Creadoras de Sueños y Realidades que la Dirección de Culturas Populares e Indígenas organizó entre 2002 y 2008, para visibilizar las creaciones de las mujeres. Los encuentros fueron bien aprovechados por todas las participantes para difundir sus obras y generar redes que posteriormente han desarrollado diversos proyectos interdisciplinarios. Por su parte, Juana Inés y Delfina, de vestimenta colorida y carcajadas que estallan con cualquier pretexto, se han vuelto importantes promotoras y difusoras de la cultura paipai. Además de sus presentaciones personales, han creado en su comunidad grupos de infantes y jóvenes con el propósito de enseñarles su propio idioma, reforzarlo y motivarlos a conservar los relatos y cantos tradicionales, así como estimularlos para crear nuevas historias, cuentos y poemas desde la palabra heredada de sus ancestros.

Los cantos de estas jóvenes en lengua paipai han sido registrados en el CD Lluvia de sueños: poetas y cantantes indígenas (DGCPI, 2005), así como en el video producido por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), como parte del Festival de Lenguas Indígenas Nacionales (FLIN) en 2020, titulado Concierto Kuri Kuri al atardecer, cantos, cuentos y música norteña en paipai. También aparecen en la memoria del Festival de Poesía las Lenguas de América. Carlos Montemayor, donde participaron en 2022, en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, presentando cantos tradicionales y poemas de su propia autoría. Asimismo, han sido destacadas participantes en el ciclo La primera raíz, en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Recientemente tuve la fortuna de volver a coincidir con ellas en la Feria del Libro de Tijuana, realizada del 17 al 26 de mayo del presente año, en el Centro Cultural Tijuana, donde pudimos escuchar sus cantos y recordar que son la palabra y los sonidos de la resistencia de los paipai.

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