Arte religioso en Santa María La Ribera

La Parroquia de La Sagrada Familia distintivo de Santa María la Ribera

Por su estilo arquitectónico bizantino parece más una mezquita que un templo católico. Foto: Daniel Hidalgo

El Sol de México

 

Redacción El Sol de México

Aunque por su estilo arquitectónico bizantino parece una mezquita del medio oriente, la realidad es que la Parroquia de La Sagrada Familia es un templo católico y uno de las construcciones distintivas de la colonia Santa María de la Ribera, junto con la casa de los Mascarones y el Kiosco Morisco.

Fue el 23 de julio de 1899 cuando el padre José María Vilaseca y el ingeniero José Torres pusieron la primera piedra de esa imponente iglesia, de cuya fachada llama la atención de los peatones su arco de medio punto rematado por un rosetón con vitrales que ilumina por las tardes con sus colores la penumbra en que está envuelta la edificación.

La parte delantera del edificio en color rosado tiene a los lados dos gruesas pilastras coronadas por cupulines, arcadas decorativas alternadas con nichos decorativos, que actualmente están sin imágenes.

La construcción, ubicada en Santa María de la Ribera número 67, está coronada por dos campanarios simétricos con mosaicos y rematados con pequeñas cúpulas y sus respectivas cruces de piedra.

Una vez en el interior, se puede apreciar sus tres naves, separadas por dos hileras de columnas de capiteles corintios, a los lados hay siete pequeños altares y en la parte superior se cuenta con vitrales decorativos.

Consagrada a la Sagrada Familia, la Iglesia cuenta con murales realizadas por el maestro Pedro Cruz con pasajes de la infancia de Jesús, como su nacimiento, la huída a Egipto, San José carpintero, la muerte de San José; por último la cúpula central está adornada con una pintura de los misioneros josefinos. Todas las obras están en buen estado.

El altar principal está decorado con una escultura de la Sagrada Familia elaborada en el siglo pasado con pasta y entre sus tesoros está una imagen de la Virgen de Guadalupe del siglo XVIII.

Finalmente, todo este edificio arquitectónico singular se debe al esfuerzo del fundador de la Congregación de Padres Josefinos, José María Vilaseca, quien en 1906 festejó en el templo sus bodas de oro sacerdotales.

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