RAMON LOPEZ VELARDE; A 120 AÑOS DE SU NACIMIENTO

EN EL 87 ANIVERSARIO LUCTUOSO Y EL 120 DE SU NACIMIENTO, RAMON LOPEZ

 VELARDE ES CONMEMORADO EN JEREZ, SU TIERRA NATAL.

Con el repique de las campanas de la parroquia, una misa para 2 su eterno descanso”, 33 rosas depositadas en el busto que le esculpieron, ubicado en la plaza principal de su tierra natal, más la declamación, por sus paisanos de todos sus poemas, fue celebrado el 87 aniversario del natalicio y 120 de su nacimiento, el pasado 18 de junio del 2008, de Ramón López Velarde en su tierra natal: Jerez. Con la intervención del declamador Baudelio Carrillo Murillo interpretó “A la patrona de mi pueblo”.

Cuando me sobrevenga
el cansancio del fin,
me iré, como la grulla
del refrán, a mi pueblo,
a arrodillarme entre
las rosas de la Plaza,
los aros de los niños
y los flecos de seda de los tápalos.
A arrodillarme en medio
de una banqueta herbosa,
cuando sacramentando
al reloj de la torre,
de redondel de luto
y manecillas de oro,
al hombre y a la bestia,
al azahar que embriaga
y a los rayos del sol,
aparece en su estufa: el Divinísimo.

Ramón López Velarde
Nacimiento:
15 de junio de 1888
Fallecimiento:
19 de junio de 1921
Origen:
Jerez, Zacatecas
Poeta y abogado

Suave Patria: permite que te envuelva en
la más honda música de selva con que
me modelaste todo entero al golpe
cadencioso de las hachas y pájaros de
oficio carpintero
.

Poeta y abogado, de carácter religioso y sumamente cauteloso.

López Velarde empezó a escribir cuando ingresó en el Seminario Conciliar de Zacatecas en el año de 1900. Después fue a estudiar al Seminario de Santa María de Guadalupe en Aguascalientes y posteriormente al Instituto de Ciencias de la misma ciudad.

En 1908 ingresó al Instituto de Científico y Literario de San Luis Potosí y colaboró en periódicos y revistas de provincia. Aunque conoció a Francisco I. Madero en 1910 y le simpatizó el movimiento revolucionario, no fue seguidor de esta causa.

En 1911 recibió el título de abogado y ejerció su profesión como juez en El Venado, San Luis Potosí, en 1912 va a la Ciudad de México y al año siguiente vuelve a San Luis Potosí.

Inconforme con su suerte o, tal vez impedido por la tormenta revolucionaria, se traslada definitivamente a la capital en 1914.

En periódicos y revistas de la Ciudad de México publica con regularidad ensayos, poemas, periodismo político, ensayos breves y crónicas, y aquí, como diría José Luis Martínez:

«cumple el destino oscuro de los pretendientes sin título en la corte».

Ocupa modestos puestos burocráticos y docentes, entabla rápidas y efusivas amistades entre el mundo periodístico y bohemio y se inicia con arrojo, pero también con timidez y freno religioso al erotismo.

Entre sus aportaciones a la cultura se encuentran: «La sangre devota» en 1916 y «Zozobra» en 1919. Abrió el camino para los poetas Contemporáneos, después de su muerte prematura se publicaron sus obras «El minutero» y «El son del corazón».

En este año, un amigo de la escuela de Leyes de San Luis Potosí, Manuel Aguirre Berlanga, secretario de Gobernación lo lleva a trabajar a su lado. En mayo del año siguiente, 1920, la rebelión obregonista hace huir al gobierno y el presidente Carranza es asesinado en Tlaxacalaltongo el 21 de mayo.

El poeta pierde su trabajo y decide no colaborar más con el gobierno; sin embargo, en 1921, cerca del aniversario de la Independencia, escribe uno de sus trabajos más conocidos: La suave patria.

SUAVE PATRIA
PROEMIO

Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuán que
remaba la Mancha con fusiles.

Diré con una épica sordina:
la patria es impecable y diamantina.
Suave Patria: permite que te envuelva en
la más honda música de selva con que
me modelaste todo entero al golpe
cadencioso de las hachas y pájaros de
oficio carpintero.

Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu
cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.
Patria: un mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.
¿Quién, en la noche que asusta a la rana
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?
Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco,
sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se veía
el santo olor de la panadería.
Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.
Al triste y feliz dices que si,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!
Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas;
oigo lo que se fue, lo que aun no toco,
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida
oh trueno, la ruleta de mi vida.

Suave Patria es otra de las grandes creaciones de Ramón López Velarde, en la cual escribe al México que le tocó vivir. El poema fue publicado por la Secretaría de Educación Pública en enero de 1921, cuando era su titular José Vasconcelos.

También pertenecen al poeta jerezano obras como: El son del corazón (1932), Poesías escogidas (1935), El león y la virgen (1942), Poesías, cartas, documentos e iconografía (1952), El minutero (1933), El don de febrero y otras prosas (1952) y Prosa política (1953).

Formó parte de los gobiernos de la Revolución, abrió el camino para los poetas y sus obras completas se publicaron en 1971.

Ramón López Velarde había conocido a Francisco I. Madero al iniciar su carrera de abogado, y se sintió atraído con sus ideas revolucionarias. Su identificación con el político lo llevó a escribir prosa política en apoyo del Partido Antireeleccionista.

Con el tiempo se fue alejando de la política, pues según testimonio de quienes le conocieron, quedó desilusionado con el horror y la violencia que desatan los movimientos revolucionarios.

Dedicó sus letras a la mujer, a muchas mujeres; dos de sus más importantes musas fueron Fuensanta, cuyo verdadero nombre fue Josefa de los Ríos, quien le inspiró la poesía La sangre Devota (1916), y Margarita, a quien dedicó su obra titulada Zozobra (1919).

Esta entrada fue publicada en Mundo.