«Conozco Jerez»… de L.M.B.Félix

«Conozco Jerez» Luis Miguel Berumen Félix,de su archivo particular.

Es digno de admirar el  centro, con un conglomerado de edificios en cantera, que nos hablan de esplendores de otros tiempos, Y que en el tallado de sus piedras. La casa de el poeta Ramón López Velarde.

El Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, con sus gemelas y altas torres, es símbolo de nuestra ciudad, al igual que el edificio «De la Torre» que fuera construído a fines del siglo XIX por el eminente cantero Dámaso Muñetón.

 

 

La Parroquia de la Inmaculada, es una recia construcción de mediados del siglo XVIII, y en cuyas gruesos muros aún podemos apreciar las reverberancias y ecos de quienes nos antecedieron.

Los portales Humboldt e Inguanzo que bordean el jardín «Rafael Páez» también son emblemas jerezanos, así como el palacio municipal.

 

 

Pero Jerez no solo es cantera, arte y patios llenos de macetas y pájaros canores, también Jerez es aire límpido de la sierra, agua de sus embalses… la campiña está ansiosa por prodigarnos lo mejor de sí en nuestra visita.

 

Y… ¿por qué no degustamos lo mejor de la cocina de nuestra región? cocina mestiza por completo, pero con características ya muy propias de la región… «el asado de boda» típico precisamente de las bodas… la carne adobada, con el sabor que los condimentos de la región le dan, así como el pozole rojo, y no despreciemos el calientito «menudo» que por las mañanas es la «panacea» de trasnochadores, quienes sienten revivir sus fuerzas al disfrutarlo.

Lo mismo que los dulces… de biznaga, de calabaza, de leche, etc.

 

La Feria comienza al terminar la cuaresma… el sábado de gloria, que por lo regular es un día soleado, fresco, esplendente, desde temprana hora, comienzan a circular por las calles de Jerez, carretas muy adornadas tiradas por burros, jinetes montados en briosas cabalgaduras, y así, a medio día se realiza la «cabalgata charra», motivo de lucimiento del traje mexicano, esta cabalgata que prácticamente se realiza por toda la ciudad, es una tradición muy jerezana, como lo es también la «quema de judas» que al son de las notas de algún alegre tamborazo se realiza.
Se dice que fue un antiguo sitio estacional de  zacatecos, y con ese dicho se tiene la creencia de que a partir de 1531 hubo varios intentos de establecer asentamientos, pero es hasta 1570 cuando un grupo de españoles al frente el Capitán Pedro Carrillo Dávila, lo hicieron, para defender el camino de Guadalajara a Zacatecas contra los ataques de los “indígenas insumisos”, dándole como nombre Jerez de la Frontera.

El fértil valle de Jerez tiene como fondo imponente la majestuosa Sierra de los Cardos, ocular testigo que sigilosamente al paso de los años ha resguardado el cotidiano vivir de la ciudad a la que hoy llamamos Jerez y que es rodeada por los montes de García, Susticacán y el Chiquihuite, las mesas del Fraile, Monte Escobedo y el Laurel, sierra de Leiva y el cerro de San Francisco, que son parte de las estribaciones sudoccidentales de la Sierra de Zacatecas; se extiende del Noreste al Suroeste; su ladera este se inclina hacia el río Colotlán o río Jerez formador del río Bolaños.

Don Francisco del Paso y Troncoso en el Tomo VIII de la Segunda serie de sus “ Papeles de la Nueva España ” integrada por las “ Relaciones Geográficas de la Nueva Galicia ” que se encuentra en la “ Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia ” nos dice acerca del valle de Jerez,

“que la dicha villa está en un llano que tiene de campiña llana, de largo seis leguas y de ancho una legua, antes más que menos y hacia la banda del poniente está cercado de serranías muy agrias y montuosas de pinos y encinas y hacia delante y las demás partes están cercadas de serranías andables montuosas de encinales, y que tiene un río pequeño que corre norte a sur, en el cual algunos años cuando faltan las lluvias, suele cesar la corriente de él, y que tiene otros ojos de agua y cieneguillas que sirven entre año, y que es abundante de muchos y buenos pastos para ganado mayor y menor; el temperamento y la calidad de la villa y su comarca es fría y seca con templanza, y de pocas aguas y las ordinarias son entre junio hasta los fines de septiembre y los vientos que en ella corren son sures y nortes y desde navidad hasta el fin de marzo el viento sur es el más continuo”.

Esta es quizá la relación más antigua que existe sobre Jerez, dada por los propios vecinos de la villa en el año de 1584, en que la Real Audiencia de Guadalajara envió un documento por ordenes del Rey de España a todos los pueblos, villas y ciudades del reino de la Nueva Galicia acompañada de una instrucción para la observación de los eclipses de luna y cantidad de las sombras, con objeto de determinar la longitud y la latitud de todos los lugares.

Podemos también decir que el valle se encuentra “a 1990 metros

Con arcos y flechas en miniatura, los niños zacatecos se ejercitaban matando escarabajos y otros animalejos, eran estos indios grandes conocedores del cielo estrellado, siempre acertaban en previsiones de tiempo; sabían las virtudes terapéuticas de muchas plantas, su afecto a la familia era tal que solían llorar a sus muertos durante todo un año.

Sus habitaciones consistían en pequeñas  chozas de forma cónica o jacales, que edificaban con palos y cubierta de paja o zacate.

Algunos habitaban en las altas serranías de Los Cardos y de Susticacán y en ocasiones bajaban al valle a combatir contra las demás tribus indígenas que osaban ocupar el valle.

Estos indios “se gobernaban por sus capitanejos que tenían de su nación antes que la tierra se conquistase, y después de conquistada se gobernaban por sus alcaldes y regidores que entre ellos elegían a la usanza española y que tributaban  maíz, gallinas y tomines”.

Según Mota Padilla eran tres los dioses que se adoraban comúnmente en todos los territorios que luego fuera el reino de la Nueva Galicia, todos de forma humana, cuyos nombres eran Teopiltzintli, Heri y Nayarit; el primero era un niño, y lo tenían por Dios de sus temporales; el segundo era el Dios de la Ciencia, con quien consultaban sus determinaciones; y el Nayarit, con arco y flecha en las manos, era el Dios de las Batallas”.

A la llegada de los españoles los indios eran sedentarios y menos belicosos, incorporándose al sistema español y fueron aprovechados para combatir con las tribus hostiles, esto sobre todo ocurrió en el valle de Jerez, formado posteriormente cerca de la villa un barrio que se llamó de San Miguel, en honor a San Miguel Arcángel.

Poco tiempo después se le dio el título de Villa de Jerez, dependiente de la alcaldía mayor de Tlaltenango; a partir de 1786 formó parte de la subdelegación de Fresnillo y en 1824 se erigió en municipalidad, cabecera del partido que llevó su nombre, en 1944 se le denominó Ciudad de García Salinas, y en 1952 Jerez de García Salinas, nombre que ostenta en la actualidad.

Los primeros pobladores del valle fueron los indios zacatecos, quienes dieron nombre a la región que más tarde habría de ser llamada Zacatecas, extendiéndose desde Cuzpala, Huejúcar, Jerez y Zacatecas hasta Nieves, San Miguel del Mezquital y Chalchihuites dentro del territorio del estado de Zacatecas y hasta Cuencamé y Río de Nazas en el de Durango.

En la citada relación que hicieron los propios vecinos de la villa de Jerez en 1584 se asienta:

 “que antes muchos años, que esta villa se poblase, en la comarca de ella había pueblos de indios, a legua y media y dos leguas; los cuales se han despoblado por guerra que tuvieron con otros indios de otras naciones, porque son muy ordinarios en las serranías de la comarca; y la nación de los indios de esta comarca que se han despoblado eran de nación zacatecos que en su lenguaje de ellos quiere decir “Cabeza negra”; sustentábanse y entreteníanse con cazar con arco y flecha y hacían algunas sementeras de maíz aunque pocas y que eran cuatro pueblos los que estaban poblados de indios y en ellos podría haber hasta doscientos hombres de arco y flecha.

 “Los zacatecos se sustentaban con tunas, miel de abeja y con el maíz y la calabaza que cultivaban”, además de animales adquiridos por medio de la caza, lo mismo que de bellotas; eran duchos en la caza en donde adiestraban a los niños desde la más tierna edad.

contando con 153 localidades, siendo las principales la cabecera municipal denominada Jerez de García Salinas, y los pueblos de Ermita de Guadalupe, Ermita de los Correa, La Gavia y Tetillas, al igual que las comunidades de Los Haro, Santa Rita, El Cargadero, El Centro y El Durazno.

Siendo plana en su mayoría la orografía, con pequeñas ondulaciones; enlazándose por el noreste con la sierra de Zacatecas, su cima más elevada es el cerro Blanco con 2960 metros sobre el nivel del mar.

El municipio de Jerez hacia el lado poniente es resguardado por grandes serranías, como “La Sierra de Jomulco”, hoy Los Cardos con sus imponentes riscos, de los que el más elevado es “La Aguililla” con 2,850 metros sobre el nivel del mar; “La Mesa de San Lucas” con 2,930 metros; “La Culebra” que alcanza los 2,860 metros y “El Picacho” con 2,730 metros;. Y muchos más lejanos de la ciudad, sierra adentro, donde se localiza “La Sierra de Candelas” con 2,750 metros de altitud.

Es notable hacia el oriente del municipio el cerro de La Campana con 2,300 metros, así como el cerro conocido como de La Cantera con solo 2,120 metros de altitud. Más al sureste existe la llamada “Sierrita” en donde se encuentran los cerros de La Gavia, de El Tajo y otros que colindan y pertenecen al municipio de Villanueva.

El valle es regado esporádicamente por uno de los cuatro ríos pertenecientes a la cuenca del Pacífico, y que a saber es el Río Jerez , comúnmente llamado “Río Grande”, mismo que nace al norte del municipio de su nombre, donde se aprovechan y encauzan sus aguas hacia la Presa Ramón López Velarde, llamada comúnmente de “El Tesorero”. Después de haber recorrido buena parte del municipio de Jerez, atraviesa Tepetongo, para luego internarse a Jalisco, donde toma el nombre de Río Colotlán, mismo que se une al río Grande de Santiago.

El arroyo de El Mortero más al poniente, tiene su nacimiento en los escurrimientos de agua al noreste de Jerez, en el tanque de las Presitas, el río de Jomulco baja tumultuoso cuando caen las primeras lluvias en la sierra de Los Cardos, alimentado por los generosos arroyos serranos.

Teniendo un clima  generalmente templado, no exagerado ni frío no calor, salvo excepciones, y desde octubre a abril se puede definir como período de frío.

En el siglo XIX la población Jerezana fue  para 1828, de 11,763 habitantes, los cuales más 2,620 sujetos, que conformaron una población de 14,383 habitantes el año de 1829, mismos que habitaban Jerez por 1830, de los cuales 424 eran labradores, 70 artesanos, 14 comerciantes, 2 maestros de escuela, 10 estudiantes, 320 jornaleros, un abogado, un médico, un Cura y ocho Clérigos, mas 16 hombres y 3 mujeres que moraban en la cárcel de Jerez.

Así mismo contaba con seis haciendas de campo con sus respectivos anexos, que consistían en dos ranchos, circundados por otros 29 ranchos independientes.