Circunferencia de
“Dicha ciudad en su material fábrica, con los suntuosos templos que la componen, tres principales plazas que la adornan y con 138 calles que la dilatan y hermosean”
El Centro de
José Félix Zavala
A partir de los últimos 50 años,
En él encontramos lo más representativo de las instituciones de nuestra ciudad, sean de orden político, económico, cultural o arquitectónico; es el espacio donde se conjugan los valores y símbolos de nuestra comunidad urbana, donde se da una gran actividad comercial y artesanal y un marcado abandono de su vocación primaria que fue residencial.
Es imperante por su trascendencia, rescatar para las generaciones presentes y futuras, el centro de nuestra ciudad, porque es el espejo de su vida y la expresión de su diversidad, contiene las raíces vivas de la comunidad, nos da significado, identidad, nos sitúa en el tiempo y en el espacio, y su valor estético cumple un lugar privilegiado dentro de las múltiples ciudades de nuestro país y del mundo.
Es urgente que nuestra ciudad perviva a través de la preservación rigurosa de la ciudad antigua, consistente en el centro con sus barrios ancestrales y tradicionales, formados durante 250 años y abandonados a su suerte durante el S. XIX y la primera mitad del S. XX y allanados por el “progreso” desde 1950 hasta nuestros días.
No olvidemos que la ciudad antigua o el centro de nuestra ciudad, es un conjunto de bienes monumentales, resultado de un trabajo colectivo a través del esfuerzo de muchas generaciones y que pertenece a sus habitantes, por la historia a los del pasado, por nuestras múltiples necesidades a los del presente y por compromiso a las del futuro, por lo tanto es necesario permanentemente, restaurarlo y conservarlo, si no queremos que lo más importante de nosotros mismos sea perentorio.
La antigua ciudad o centro, ocupa un poco más del 2% del territorio municipal, esto es
Con el objeto de salvarle la vida a la ciudad que construimos durante los siglos XVI, XVII y XVIII,
El centro de la ciudad con sus 17 monumentales conventos y 11 barrios, nos da un escenario de arquitectura mexicana del siglo XVIII que aún no perdemos y no valoramos lo suficiente, pero que estamos en grave riesgo de no tener y de no heredar a las nuevas generaciones.
La ciudad antigua es un bien público, que hemos recibido como herencia que nos permite los vínculos sociales y la quiebra del anonimato de la vida ciudadana.
Es urgente e indispensable salvar el Río Querétaro, que viene desde el Cerro del Zamorano, pasando por
Los varios kilómetros del ducto que desde los ojos de agua del Capulín, en
Son “Los Arcos” también parte del patrimonio que debemos conservar y restaurar. Lo mismo hay que decir de los edificios más notables que los tenemos en gran cantidad y lujo, los varios portales, sus iglesias, conventos, calles, callejones, que nos permiten llevar en nuestros ojos una imagen de lo que hemos sido y podemos seguir siendo.
Si miramos nuestro valle, desde lo más alto de la pirámide monumental del Cerrito, que nos muestra a la ciudad en sus orígenes, estimados desde el año
Si recordamos que desde la era prehispánica hasta la actualidad
Respetar en beneficio de nosotros mismos y de las futuras generaciones, conservando y restaurando el centro o la ciudad antigua de Querétaro, nuestro hogar común, es una obligación que debe llevarse sin dilación ni distracción.
Sea que miremos a Querétaro desde