Un Domingo en Tlacolula…

El Tianguis dominical

Como bomba de luces y colores, el tianguis del domingo salpica a todos con chorros de fragancias intensas, exalta la gula que hierve en cazos, que se asan al comal, que se salen de los huacales y luego se parten con las manos para prontamente paladearse.

Las semillas,  la lana,  el barro,  los telares, los cueros curtidos, el infaltable maíz, se atraviesan al andar por el enorme laberinto bullicioso de su calle principal. Tlacolula y sus ramificaciones.  

También arrebata la mirada el brillo translúcido del mezcal, que aquí en su rinconcito natal se hace presente, se vende por todas partes y de varios tipos. 

Un comal con empanadas de mole amarillo incita al pasar. 

La loza de barro negro luce sus curvas,  contrasta con el cacao blanco. 

El sol parece sacar llamaradas de una montaña  de chiles  secos y muy rojos.  

Todo en cantidades desbordadas, derrochadoras.  

Un largísimo pasillo entero del mercado donde el pan aparece por millones. 

20 botes para las nieves de frutas. 

Una banqueta saturada de molcajetes y metates, y otra, de objetos de cuero; cerros de sombreros y de comales gigantes recargados uno sobre el otro, harinas, condimentos, abundancia de hierbas de olor y medicinales, petates y cazuelas, huaraches y sarapes. 

En el piso los guajolotes retuercen la cabeza de lado a lado y arriba de ellos, las hamacas acarician las retinas al ondular sus colores con el aire, y la carretilla de dalias  golpean la vista con sus tonos encendidos.  

Cañas verdes, paralelas; piedras de cal apiladas, verticales; tapetes multigrecas inclinados en los mecates.  

¡Qué pobres son los ojos, que no alcanzan a atrapar tales rompecabezas mercaderiles que como múltiples flashazos los van sorprendiendo! 

De los pueblos de los valles centrales de Oaxaca llegan los indígenas,  a vender y a comprar a Tlacolula el domingo, y  las mujeres a deslumbrar con el colorido de su ropa. Para el experto no es difícil saber su procedencia, su vestir lo señala: mascadas solferino, rebozos amarillos, blusas floreadas, faldas de lana, fajas rojas, enredos grises… 

Inagotable, invaluable e inolvidable es el mercado dominguero de Tlacolula, resumen perfecto del centro de ese estado, Oaxaca,  casi es un país. 

No hay encuentro más colorido ni más antiguo ni más sabroso que el del florido tianguis.  

Es una gran algarabía pública, fiesta indígena en origen, en esencia.  

Y a esta fiesta todos estamos invitados en cualquier domingo del año. 

Un mercado para cada día de la semana en la región: 

Lunes. Miahuatlán

Martes. Ayoquezco

Miércoles. Etla y Zimatlán

Jueves. Ejutla y Zaachila

Viernes. Ocotlán

Sábado. Ciudad de Oaxaca

Domingo. Tlacolula 

Tlacolula, el domingo explota en mil colores. 

Fundirse entre sus colores y texturas, dejarse envolver por sus ritmos y tiempos es visitar Oaxaca. 

Santa María de la Asunción Tlacolula, o Tlacolula de Matamoros, se sitúa a 30 kilómetros de la capital del estado.

Es un asentamiento zapoteca, es cuna del mezcal, y posee su templo de la Asunción con su lujo: La capilla del Señor de Tlacolula, del siglo XVI.

Tlacolula de Matamoros se ubica al sudeste de la Ciudad de Oaxaca, a 30 kilómetros de ella por la Carretera Federal 190 con destino al Istmo de Tehuantepec…