el museo del cerro de las campanas… 2/2

Museo del Cerro de Las Campanas 

SALA 3.

 

 

 

LA INDEPENDENCIA Y LOS PROYECTOS PARA LA NUEVA NACIÓN 

   En España, la invasión napoleónica ocasionó un vació de poder que los criollos aprovecharon para conspirar en contra del gobierno español. En Querétaro, los conspiradores hacían reuniones secretas disfrazadas de Academias Literarias que la señora Josefa Ortiz de Domínguez organizaba, pero no faltaron los traidores que los denunciaron. Cuando el Corregidor se enteró de la denuncia, tuvo que fingir que no sabía nada, pues él mismo era un conspirador y salió de su casa para iniciar una inspección junto con las demás autoridades. Antes de salir, don Miguel encerró a su esposa Josefa, para que no fuera a cometer una indiscreción. 

Desesperada por su encierro, doña Josefa golpeó el piso de su habitación, esperando que el alcalde de la cárcel, que tenía sus oficinas justo debajo, la escuchara. Al oír los taconazos en el techo, el alcalde Ignacio Pérez salió  de inmediato a San Miguel El Grande para avisarle al  capitán Allende que la conspiración había sido descubierta. Como el capitán Allende no se encontraba en su casa, fue con Aldama y juntos se dirigieron al pueblo de Dolores a informar lo que había acontecido en Querétaro al cura Hidalgo y a Allende. 

   Hidalgo tomó la decisión  de iniciar el movimiento de independencia. Allende sabía que contaba con el apoyo de muchos hacendados  de la región y además, como capitán de ejército, tenía a su servicio muchos soldados que le eran fieles. El cura Hidalgo contaba con el apoyo de todo el pueblo, por lo que tocó las campanas de la iglesia. Cuando acudieron a su llamado, Hidalgo los invitó a que se unieran al movimiento. Fue fácil convencerlos, pues el pueblo estaba harto de los abusos y explotación de los españoles. De Dolores salieron hacia la ciudad de Guanajuato, llevando como estandarte a la Virgen de Guadalupe. 

   En Querétaro, todo sospechoso fue detenido y cuando se encontraron las armas en casa de Emeterio y Epigmenio González, ambos fueron sentenciados a prisión perpetua. El Corregidor y su esposa también fueron detenidos y encerrados. Era imposible que el cura Hidalgo viniera a Querétaro, pues a pesar de que la ciudad fué el foco de donde irradió el movimiento insurgente, el virrey ordenó que inmediatamente fuera puesta bajo estricta vigilancia con tres mil hombres de infantería y caballería. Los  revolucionarios que no fueron muertos o capturados tuvieron que unirse a otros insurgentes. 

   Dentro del bando realista destacó la actuación de los frailes franciscanos; unos llegaron a actuar como soldados y artilleros con tal de defender al gobierno español, otros sacaron de su santuario a la Virgen del Pueblito y la nombraron Generala del Ejército Realista, y otros defendían la causa realista desde el púlpito.  

De esta manera Querétaro tuvo un doble papel: fue un punto de apoyo para las operaciones militares de los realistas pero también fue el núcleo de la revolución para los insurgentes, aunque estos tuvieron que esconder su verdadera posición política.  

Durante su encierro, Miguel Domínguez y su esposa se enteraron que sus amigos conspiradores habían sido capturados por el ejército español, fusilados y que sus cabezas colgaban de cada una de las esquinas de la alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, donde el ejército insurgente había matado a muchos españoles. La lucha por la independencia se prolongo diez años, hasta que en 1821, Agustín de Iturbide, militar realista, hizo un pacto con Vicente Guerrero, ultimo líder de los insurgentes y juntos lucharon contra los españoles hasta lograr la independencia de México.  

Una vez conseguida la independencia, había que decidir que tipo de gobierno se instalaría en la nueva nación. Existían dos proyectos diferentes: uno proponía una República y el otro una Monarquía, que fué la que triunfó con el reinado de Agustín de Iturbide. Pero éste duró tan solo un año y tras su caída el debate  continuó durante cincuenta largos años. El grupo del partido liberal proponía una República Federal, lo que implicaba que cada Estado de la Federación tendría autonomía: su propio gobierno y su propia Constitución. El partido conservador ya no proponía un imperio por la mala experiencia tenida con Iturbide, pero querían instalar una República Centralista en la que la capital de la República tomaría las decisiones para todo el país y los gobernadores serian impuestos desde el centro. Las diferencias básicas entre la ideología liberal y la conservadora se pueden resumir en el siguiente cuadro:              TEMA                                  LIBERALES                       CONSERVADORES

Forma de gobierno República Federal República Centralista
Ejército Reducir el ejército Ampliar efectivos
Propiedades corporativas Expropiar y venderlas Respetar. Solo en caso de emergencia usar como garantía
Sociedad Todos iguales ante la ley. Implica quitar privilegios y transculturización de los indígenas Conservar privilegios. Mantener el orden colonial
Religión Libertad de culto Católica como la oficial
Educación Gratuita, obligatoria y laica Permanencia del clero y de los valores tradicionales.
Economía Libre mercado. Un Estado regulador Proteccionismo. Un Estado interventor.

  

   Pero liberales y conservadores coincidían en algunos temas como se ve en el siguiente cuadro: 

                         TEMA                                      COINCIDENCIAS

Sociedad Abolición de la esclavitud
Economía Fomento a la industria textil y fomento a la agricultura (aunque por diferentes medios)
Propiedad Respeto a la propiedad privada

  

   Para apoyar a la industria en general y en particular la textil, los liberales propusieron la inversión privada, tanto de capitales nacionales como de extranjeros, así como crear un clima de seguridad para que éstos llegaran. Los conservadores estaban a favor de la creación de un Banco que proporcionara los recursos. Hacia 1830, cuando Lucas Alamán fundo el Banco del Avío, varios empresarios obtuvieron créditos y múltiples facilidades para instalar industrias. 

   En Querètaro, un grupo de empresarios dirigidos por el gobernador Manuel López de Ecala intentaron, sin éxito, impulsar la industria textil que había decaido enormemente debido  a que con la Revolución de Independencia, muchos capitales salieron del país y la libertad de comercio permitió que entraran telas extranjeras a bajos precios y muchos obrajes desaparecieron. 

Fue Cayetano Rubio quien vino a reactivar la industria  textil en Querétaro. Este español tenia varios negocios en diferentes partes de la República Mexicana y contaba con el favor de las autoridades mexicanas pues varias veces les prestó dinero. Rubio fundó en Querétaro las fábricas textiles El Hércules y La Purísima, donde se elaboraban mantas de lana y algodón. La apertura de la fabrica El Hércules, la más grande en Querétaro y una de las más importantes de la República Mexicana, tuvo como consecuencia la aparición de un pueblo obrero que adoptó el mismo nombre que la fábrica:  

Hércules

Más de dos mil personas trabajaban para el señor Rubio , ya fuera dentro o fuera de la fábrica y la mayoría vivía en Hércules, al ritmo que le marcaba el silbato de la fábrica. Se abrieron escuelas  y comercios para que la población no tuviera que trasladarse a la cuidad. Los comercios eran propiedad de los Rubio  y ahí tenían que hacer sus compras los trabajadores pues solamente les aceptaban los vales con los que les pagaban su salario. Dentro de la fábrica había un médico que atendía a los operarios, pero también existían prisiones donde se encerraban a los que cometían una falta. 

Para echar a andar las modernas máquinas que mandó traer de Europa para su fábrica, Cayetano Rubio tuvo que construir dos presas y un acueducto que llevara el agua desde La Cañada. Al irse apropiando del agua y además contaminándola, recibió varias denuncias de los campesinos de la región, pero como el señor Rubio era un hombre de negocios muy rico e influyente, las denuncias no prosperaban. Otro grupo afectado por la prosperidad de El Hércules fueron los telares  familiares que comenzaron a desaparecer al no poder competir contra la moderna industria. Este fué el precio que se pagó por el proceso de industrialización. El pueblo de Hércules fué mas tarde llamado Villa Cayetano Rubio, pues este hombre fue un personaje central en la vida industrial y económica de Querétaro. 

Uno de los puntos más discutidos entre el partido liberal y el conservador fue el papel que debía jugar la Iglesia Católica en la sociedad mexicana. Los liberales la culpaban de mantener al pueblo, a través de la educación, sumido en un fanatismo que impedía su progreso. También la acusaban de mantener el control de las tierras y de explotar al pueblo por medio del pago de diezmos y de los servicios que prestaban (bautismos, matrimonios, entierros, etc.). Para poner fin a esta situación, los liberales Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y José Ma. Iglesias dictaron las siguientes leyes: La Ley Juárez suprimió los privilegios  de militares y sacerdotes. La Ley Lerdo desamortizó los bienes del clero (que pusieran a la venta sus propiedades) y la Ley Iglesias suprimió el cobro por los servicios que prestaba la Iglesia. 

Como estas leyes afectaban directamente al ejercito y al clero, el bando conservador se opuso a ellas y aparecieron una serie de movimientos en toda la República Mexicana. En Querétaro, la mayoría de la población defendió a la Iglesia por tener lazos económicos con esta institución y por que se sentían  

directamente afectados, pues su vida diaria estaba ligada íntimamente al calendario religioso. 

A pesar de las protestas y enfrentamientos, el gobierno de Benito Juárez promulgó las llamadas  Leyes de Reforma que fueron todavía más enérgicas con la Iglesia. Los cementerios pasaron al control del gobierno; se creó el Registro Civil para que fuera el Gobierno y no la Iglesia el que llevara el registro de nacimientos, muertes, matrimonios, testamentos, etc; se hizo obligatorio el matrimonio por el civil; se decretó la libertad de culto y se nacionalizaron los bienes del clero; se prohibió que se abrieran nuevos conventos y se sacó a frailes y monjas de los que ya existían. 

En Querétaro, el encargado de llevar acabo todas estas reformas fue el Gobernador José María Arteaga, quién se enfrentó a la resistencia conservadora encabezada por el General Tomás Mejía. Entre las primeras medidas tomadas por el general Arteaga, estuvo el sacar a los religiosos y religiosas de sus conventos. Esto causó disgusto y pena entre la población y muchas familias ofrecieron recibir dentro de sus casas a aquellas monjas que no tenían a donde ir.  

La aplicación de Las Leyes de Reforma y los enfrentamientos entre los generales Arteaga y Mejía tuvieron como consecuencia el inicio de la destrucción de edificios y monumentos de la ciudad. Por ejemplo: al templo y convento de San Francisco se le quitaron los terrenos donde tenía el cementerio y se destruyeron las capillas. Los conventos pasaron a ser propiedad del gobierno y los usaron como cuarteles militares, hospitales o escuelas, sufriendo un gran deterioro y el saqueo de obras de arte que ahí se encontraban.  

SALA 4.

SEGUNDO IMPERIO Y REPÚBLICA RESTAURADA.  

Ante la política seguida por los liberales, los del bando conservador decidieron tomar una medida drástica, pues consideraron que sólo de esa manera salvarían al país. Fue así como pidieron apoyo al emperador francés Napoleón III e invitaron a un príncipe europeo a venir a gobernar México en calidad de emperador. El elegido fue el Archiduque de Austria, Maximiliano de Habsburgo. La ocasión para llevar acabo esta empresa fué cuando el presidente Benito Juárez se negó a pagar las deudas que México tenía con Francia, Inglaterra y España. Un ejército tripartita invadió al país y Juárez mandó a sus ministros a Veracruz, para convencerlos de que abandonaran el suelo mexicano. Se logró convencer a los ingleses y a los españoles que así lo hicieron dejando Veracruz, pero no a los franceses que avanzaron hacia el interior. 

El grupo de conservadores que trajo a Maximiliano como Emperador a México, estaba convencido de que ningún mexicano era capaz de gobernar. Además, a ellos les convenía que México fuera un Imperio y no una República liberal, porque bajo un gobierno imperial ellos podrían seguir gozando de sus privilegios.  

Maximiliano llegó a México apoyado por tropas francesas y el grupo conservador que lo invitó. Muy pronto, los conservadores empezaron a tener diferencias con el emperador, pues éste tenía ideas progresistas y liberales que estaban de moda en Europa y para su asombro, aprobó las leyes liberales que los conservadores querían suprimir.  

En su afán por conocer el Imperio que dirigía, Maximiliano visitó distintos lugares. A su paso por Querétaro, mostró interés por apoyar la educación, la industria y mejorar la situación de las clases más desprotegidas. A los Colegios de San Ignacio y San Francisco Xavier, los dotó de útiles y financió cursos de teneduría de libros (contabilidad) y de geografía. Donó una suma de dinero para mejorar las condiciones del Hospital de la ciudad y subsidió el precio del maíz. Cayetano Rubio, aprovechó la visita del emperador, que por cierto se alojó en su casa, y le entusiasmó con el proyecto de un camino que fuera de Querétaro a Tampico, logrando que le donara 60 mil pesos de oro para ese fin. El Sr. Rubio fue el principal promotor de dicho camino, pues pretendía dar salida a los productos de sus fábricas por ese puerto. A pesar de los esfuerzos hechos porque se llevara acabo este proyecto, el camino a Tampico no se concluyó y llegó únicamente hasta Jalpan.  

Conforme pasó el tiempo, Maximiliano fue perdiendo poder, primero porque tuvo serios enfrentamientos con los conservadores y luego porque Napoleón III le retiró las tropas que le habían prestado. Además, los liberales nunca dejaron de luchar contra el Imperio y poco a poco fueron ganando terreno, hasta que llegó un momento en que sólo Querétaro, Puebla, Veracruz y México estaban del lado conservador.

Maximiliano pasó sus últimos días en la ciudad de Querétaro, porque ahí se encontraban dos de sus mejores generales: Miguel Miramón y Tomás Mejía y pensó que desde aquí podría reorganizar las pocas tropas que le quedaban. Para ello, instalaron su cuartel general en el Convento de la Cruz y lo fortificaron por todos lados. Pero su situación no era nada buena pues carecían de dinero, armas, tenían muchos heridos y escaseaba la comida al grado que tuvieron que comerse a sus caballos. La situación era tan terrible que tuvieron que pedir ayuda a la población queretana, pero la ayuda no llegó. Entonces el general Márquez partió hacia la Ciudad de México a conseguirla, pero nunca regresó. 

Cuando entró a Querétaro uno de los mejores generales del bando liberal, Mariano Escobedo puso en sitio a la ciudad. Tras varias escaramuzas y dos claras batallas, los liberales tomaron la plaza enemiga. El emperador logró huir del convento y se dirigió al Cerro de las Campanas, pero al no poder romper las líneas del enemigo, comprendió que ya había perdido la batalla y entregó su espada en señal de rendición. Mientras se les practicaba un juicio, Maximiliano, Miramón y Mejía estuvieron prisioneros en el exconvento de Capuchinas. Juárez recibió muchas peticiones de las familias de estos tres hombres para que no los mataran, pero contestó siempre que la decisión la tomarían los jueces. Maximiliano fue encontrado culpable de invadir nuestro país y Miramón y Mejía fueron acusados de traición a la patria. Los tres fueron fusilados en el Cerro de las Campanas. Muerto Maximiliano, Benito Juárez volvió a tomar el poder y reestableció la República. 

El sitio dejó a la ciudad en un estado de miseria y desolación pues todas las actividades económicas se vieron afectadas y los robos y asaltos estaban a la orden del día. Muchas familias vendieron sus propiedades y abandonaron la ciudad, que se encontraba en condiciones insaludables pues empezaron a surgir epidemias. 

La destrucción fue grave, la ciudad quedó en ruinas. Tanto liberales como conservadores fueron responsables de ello. El acueducto, cortado por los republicanos para que no les llegara agua a los conservadores, fue averiado. Los conventos usados como cuarteles por los conservadores fueron saqueados y destruidos así mismo fueron el banco de los cañones liberales. El Teatro Iturbide perdió su techo de zinc y las iglesias perdieron sus campanas, pues todo este metal fue fundido para ser usado en la guerra. 

Además de todos los daños sufridos, la ciudad de  Querétaro tuvo que soportar el repudio de otros estados de la República Mexicana que la llamaron “Ciudad Maldita”, al considerar que aquí se había apoyado al Emperador Maximiliano y a los conservadores. La siguiente nota periodística, hecha por el diario oficial pocos días después de que terminara el sitio de la ciudad, muestra el sentir de la población queretana: 

“Los sufrimientos del vecindario durante el sitio, el mal estado de salubridad, el abatimiento del comercio, la paralización de muchos giros industriales y hasta lo raro y excesivo del calor, han hecho que una parte numerosa de la población haya emigrado, en pos de mejor clima y suelo más propicio. Con igual fin, muchas familias están poniendo en venta sus fincas, sus menajes y cuanto poseen… Tengan aquellos males en cuenta los que los que claman por castigo para la ciudad maldita. Querétaro necesita amparo, protección, consuelo. La clemencia sienta muy bien a pechos nobles, a la vista de un pueblo desgraciado,” La Sombra de Arteaga, jueves 27 de junio de 1867.  

Los años inmediatos a la restauración de la República fueron muy difíciles para el país pues los gobernantes tuvieron que reencontrarse con las directrices liberales y poner en marcha nuevos programas económicos, políticos y sociales que permitieran el desarrollo. Juárez tuvo que sofocar varias rebeliones en contra de su régimen. 

En Querétaro, le tocó el gobernador Julio María Cervantes  llevar a cabo la reconstrucción, pero su labor se vio entorpecida porque entró en conflicto con los políticos queretanos, que lo acusaban de centrar el poder en su persona. Sin embargo, Cervantes logró reactivar la economía, impulsar la educación pública y dotar al estado de una nueva Constitución, pues la entidad se seguía rigiendo por la de 1833, que entraba en contradicciones con la libertad de 1857, a pesar de que Arteaga ya había promulgado las Leyes de Reforma. 

Tras la muerte de Benito Juárez, Lerdo de Tejada ocupó la silla presidencial y cuando en 1876 quiso reelegirse, el general Porfirio Díaz proclamó el Plan  de Tuxtepec pugnando por la no reelección. Por su parte, José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, declaró ilegal la reelección de Lerdo y se auto-nombró presidente interino, causando un enfrentamiento con Porfirio Díaz, quien finalmente se quedó en el poder.  

SALA 5

DE LA PAZ PORFIRIANA A LA REVOLUCIÓN 

Tras 50 años de crisis política vino la paz porfiriana, cimentada en una política conciliatoria con los conservadores y la Iglesia Católica, así como en la represión de cualquier tipo de oposición al régimen. La estabilidad permitió reactivar las actividades económicas impulsadas con la invasión extranjera. También se consolidaron grandes latifundios a raíz de la ley de deslinde de terrenos baldíos, lo cual permitió a los hacendados apropiarse las tierras comunales indígenas. 

En Querétaro, los encargados de implantar el proyecto porfirista fueron los gobernantes Antonio Gayón, Rafael Olvera y sobre todo, Francisco González de Cosío fomentó el cultivo del lino en las haciendas (incluyendo su propia hacienda) rebajando los impuestos de los hacendados que lo sembraran. De la misma manera, dio impulso a la industrial textil. Esta fue la época de mayor éxito de la fábrica El Hércules. Protegió también la industria minera, quitándole impuestos a los minerales.

Como parte del proyecto de modernización, se llevó agua potable a San Juan del Río y a algunas cabeceras de distrito y en la ciudad se construyó un tanque colector al pie del acueducto y de ahí, ya entubada , se distribuía a la población. También se construyó una planta termoeléctrica para dotar a la ciudad de electricidad y se tendieron las primeras líneas de teléfono y de telégrafo. La energía eléctrica movió las fábricas ya existentes y dió nacimiento a nuevas industrias como la del hielo y la del nixtamal. Se instalaron más de 30 molinos de nixtamal. Dentro de las haciendas también fue importante la llegada de la energía eléctrica pues los hacendados perforaron pozos e instalaron norias. En el ramo de los transportes, la noticia más importante fue la llegada del ferrocarril. Todas estas empresas fueron posibles por la acción conjunta del gobierno y de las empresas privadas.  

En el plano educativo se promovió uniformar la educación pública y diseñarla de modo que forjara un sentimiento de unidad e identidad nacional. La historia patria jugó un papel muy importante y surgió un calendario cívico para celebrar a los héroes y sus hazañas. Para cumplir con este punto se abrieron escuelas públicas primarias para niños y para niñas, se fomentó la apertura de escuelas privadas en  

todos los niveles y se adoptaron nuevas pedagogías. Para surtir a las escuelas de profesores se creó la Escuela Normal. El mayor impulso se dio en la educación profesional. En el Colegio Civil, donde sólo se ofrecía la carrera de abogado, se abrieron las carreras de Ingeniero Topógrafo, Farmacéutico, y Notario Público.

Tanto en la Escuela Normal como en el Colegio Civil, la mayoría de los estudiantes no se inscribían a las carreras profesionales sino a los cursos rápidos de taquigrafía, mecanografía, telegrafía, contabilidad, inglés o francés que les daban la oportunidad de obtener, en poco tiempo, un empleo en uno de los múltiples negocios que aparecieron en la ciudad o en los recién abiertos Bancos.

Sin duda uno de los signos más importantes de la modernización fue la llegada del ferrocarril, aunque para algunos significaba una obra del demonio por las descripciones que oían de aquel gigante que rugía y echaba lumbre por el hocico y humo por la cabeza. Para celebrar este acontecimiento, se organizó la primera feria industrial queretana. Todos los queretanos, así como los habitantes de otros estados, fueron invitados a exponer sus productos. La ocasión fue aprovechada para lucir los productos queretanos: Las maderas finas de Jalpan, Tolimán y Cadereyta; los minerales de El Doctor, Vizarrón y de Ranas; el lino cultivado en San Juan del Río; los trigos de Ajuchitlán; el fríjol de Obrajuelo; el maíz de Tlacote; las mantas de El Hércules y muchos otros artículos. También se expusieron obras de arte como esculturas, pinturas, grabados y fotografías de artistas queretanos, así como las obras históricas y literarias. Debido al éxito que tuvo la feria queretana, muchos expositores se animaron a participar en la exposición de París, ciudad que era entonces la capital de mundo, obteniendo varios premios y poniendo el nombre de Querétaro en alto.  

El crecimiento económico también se reflejó en el embellecimiento de la ciudad, pues se construyeron fuentes, jardines, monumentos y se mejoraron las condiciones materiales de cárceles, hospitales y edificios gubernamentales. 

La modernización y la prosperidad porfiriana no llegó a todas las capas de la sociedad mexicana. Mientras que la clase alta de la sociedad, a la que pertenecía tan sólo un 10% de la población, era cada vez más próspera y participaba en reuniones donde abundaba la comida y los vinos franceses, los peones de las haciendas y los obreros de las fábricas seguían sufriendo de explotación y malos tratos. Las diferencias entre ricos y pobres ocasionaron graves disturbios sociales. Obreros de minas y fábricas realizaron huelgas: los obreros paraban de trabajar para conseguir mejores salarios, pagos en efectivo y no con vales y mejores condiciones laborales. Muchos de estos movimientos fueron duramente reprimidos por el gobierno porfirista. Aunque una parte de la población aprovechó la generación de nuevos empleos originados por la modernización y el acceso a la educación, la mayoría siguió sufriendo los abusos cometidos por los abusos cometidos por hacendados e industriales y no pudo mejorar su precaria condición de vida. El analfabetismo, la falta de garantías en la posesión de la tierra y las malas condiciones laborales aumentaron el descontento de la población. En  

Querétaro los problemas agrarios no fueron sustantivos, como sí lo fueron los de las fábricas. El Hércules que alcanzó su auge durante el porfiriato, llegando a ocupar a más de dos mil obreros, fue teatro de abusos, vejaciones, castigos y explotación. Los enfrentamientos entre los obreros y patrones culminaron en huelgas que fueron duramente reprimidas. Los trabajadores solicitaron arbitraje del presidente Díaz con la esperanza de que éste fallara a su favor, pero no fue así. Por ello, los obreros se unieron a las filas revolucionarias que demandaban justicia social.  

Al descontento social se le sumó el político, pues Porfirio Díaz se negaba a dejar la silla presidencial. El resultado fue una revolución que se extendió casi por todo el territorio de la República Mexicana pero que no afectó de la misma manera a las diferentes regiones. Se ha dicho que durante la Revolución Mexicana los queretanos se limitaron a observar a los diferentes grupos que peleaban por el poder y que pasaron por aquí. Pero la presencia de villistas y carrancistas en la ciudad hizo que se formaran bandos y la lucha se centró más en la cuestión religiosa que en la diferencia de ideas políticas. Los carrancistas pretendían reducir la presencia política y económica de la Iglesia Católica, y sus soldados tradujeron esta postura en la destrucción material de las posesiones del clero. Desde que llegaron se dedicaron a saquear los templos, tomar prisioneros a los sacerdotes y a destruir libros y pinturas religiosas, con las que hacían sus fogatas. Llegaron a cometer excesos como convertir el templo de la Congregación de Guadalupe en un salón de baile, en donde bailaron La Cucaracha  a los acordes del órgano. Los villistas, en cambio, mostraron más respeto hacia la Iglesia Católica y mientras que los carrancistas cerraban las iglesias, los villistas las mandaban abrir.