Sanatorio del Sagrado Corazón en Querétaro

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Sanatorio del Sagrado Corazón

 en Querétaro

 

La ciudad de Querétaro fue grandiosa, hermosa, pero soberbia, de ahí que se dividió en dos partes; la primera era un bando y a la segunda le decían «el otro bando». 

La primera correspondía a todo el centro, lo que ahora es Plaza de Armas y la segunda estaba representada por los pobres, aquellos que eran poco para la gran ciudad, donde no había servicios de ninguna clase, ni siquiera de los más básicos para sobrevivir, como el agua. 

En el lugar donde se encontraba el segundo bando, en el año de 1718, los religiosos franciscanos edificaron el templo de San Sebastián, que en la actualidad conserva su nombre, al norte del río Querétaro. El templo de San Sebastián fue el segundo en Querétaro después del de San Francisco. 

En 1720 el templo de San Sebastián fue erigido en parroquia y su jurisdicción se extendió hasta el pueblo de San Pedro de la Cañada y el templo franciscano de esa región se convirtió en Vicaría de San Sebastián. 

A principios de siglo en el templo de San Sebastián se encontraba un hombre llamado Felipe N. Sevilla, nacido en el otro bando en el año de 1858, formado en nuestro Seminario Conciliar. En 1885 se hizo cargo de la parroquia de San Sebastián y desde esa fecha se dedicó a hacer en ella todo el bien posible a sus feligreses con su abnegación ejemplar. 

Él era un hombre bajito, trigueño, que no tenía la apariencia grandiosa y majestuosa de los grandes personajes que trabajaron en Querétaro, pero tenía un gran corazón, era muy amoroso y muy activo. 

El día 4 de octubre de 1891 el cura de la parroquia de San Sebastián Don Felipe N. Sevilla, dándose cuenta que en la inmensidad de su feligresía no había un lugar para atender a los muchísimos enfermos que morían sin auxilios materiales, menos espirituales, tanto mujeres como hombres, niños y ancianos. Ya que para obtener alguna ayuda tenían que recorrer hacia el poniente de la ciudad grandes distancias en busca de la salud, entonces dio principio a la construcción de un gran edificio como anexo a la parroquia, con planos y dirección del Ingeniero Don Lorenzo Corona. 

A finales de 1892 el edificio quedó todo terminado y el Sr. Cura Sevilla fundó ahí el Hospital Sagrado Corazón de Jesús, que también funcionaba como asilo de ancianos. A su iniciativa se formó en el barrio de San Sebastián un cementerio católico, levantó una casa frente al Hospital para poner en ella la escuela de canto cuyo fin organizó con regular orfeón. Con espíritu eminentemente caritativo, cristiano, católico, el padre Sevilla asumió esta realidad y empezó a trabajar. Comenzó sin nada. Sólo con una extraordinaria fe. Empezó a levantar el Hospital y día con día iba por todos los rumbos solicitando auxilios económicos, objetos para transformarlos en algo útil. 

Fue en 1908 cuando abre sus puertas y presta los servicios a todos los que necesitaban, que temían acercarse aquí por su elegancia, pues pensaban que se les iba a cobrar mucho, cosa que fue todo lo contrario. Al estar terminando el Hospital el padre Sevilla pensó en quién atendiese la obra que con grandes sacrificios, humillaciones y desvelos había levantado y sobre todo que se llevara a cabo el fin para el cual se pensó, atender a los enfermos sin que representase ninguna erogación para quien no tenía nada. 

Estando en el Hospital de Santa Rosa de Viterbo las Hermanas Josefinas después de los hermanos Hospitalarios, y viviendo su calidad de entrega, el padre Felipe Sevilla pensó que nadie podía atender mejor a estos desdichados del otro bando que las hermanas Josefinas, distinguidas ellas por la caridad y profunda humildad.

Y fue así como el 27 de julio de 1908 iniciaron su obra apostólica las madres: Josefina Martínez, Josefina Leita, Antonia Toledo y Josefina Rosas. 

Tras de penosa y molesta enfermedad murió el 27 de diciembre de 1908 el padre Felipe N. Sevilla. Su modestia y habitual humildad hicieron fuese querido por todos los que lo conocieron. 

En tiempos de la revolución por ser un hospital atendido por religiosas y Dios, el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús fue fuertemente atacado, pero el mismísimo Venustiano Carranza defendió el lugar y a las personas que lo atenían por ser dignas de respeto. 

El 3 de noviembre de 1912 se inició la construcción de la capilla que es hermosa y valiosa en su construcción. Con unos vitrales de alta calidad ya que ni el sol con el correr de los años ha podido despintar. Y el 29 de junio de 1920 fue la bendición por el Excelentísimo Sr. Don Francisco Benegas. 

En 1015, en las batallas de Carranza y Villa los templos San Sebastián, Santa Rosa de Viterbo y San Francisco se convirtieron en hospitales de sangre, ya que allí llegaban los heridos para recibir atención de las hermanas Josefinas. El 5 de febrero cuando se promulgó la Constitución el hospital abre sus puertas totalmente a todos los enfermos afectados a causa de las graves epidemias que azotaban al pueblo y en 1919 el índice de pacientes con enfermedades infecciosas aumentó considerablemente, siendo este un gran motivo para querer cerrarlo, pero estos esfuerzos fueron en vano. 

En 1926, tiempo de la Revolución Cristera otro motivo de acabar con él era porque ocultaba a estos y los ayudaba. Este hospitalito como se le llamaba, atendía casi en su totalidad con la caridad del pueblo. El ataque que más violento tuvo fue cuando sus enemigos pretendían desterrar a las hermanas y el arma que utilizaron fue quitándoles toda ayuda y comprensión, debido a que éstas eran la base de su subsistencia. Nuevamente los intentos por acabarlo no dieron frutos. 

Las personas que auxiliaron de forma cercana y solícita a las hermanas Josefinas fueron el Excelentísimo Sr. Obispo Don Marciano Tinajero y Estrada, que desde que era párroco de Santa Ana manifestaba su confianza por el hospital, ya que consideraba que era el mejor lugar para depositar a nuestro señor en la Sagrada Forma, cuando entraron en la ciudad provenientes de Alvarado, es decir, al poniente de la ciudad, los carrancistas profanando los templos. Excmo. Sr. Tinajero y Estrada continuó la obra del padre Sevilla con dedicación y entusiasmo. Otro de los personajes que también estuvieron al pendiente fueron el Sr. Cura Alemán, el Sr. Septién y el Sr. Alfonso Toriz, quienes pasaron sus últimos días en este lugar. 

Es digno de mencionar algunos de los muchos médicos que han dejado huella por aquí como el doctor Antonio Reséndiz, el doctor Fernando Velázquez y el doctor Eliseo Ramírez. 

No fue sino hasta el 22 de agosto de 1946 para apoyar esta labor altruista, el entonces Presidente de la República Manuel Ávila Camacho mediante un Decreto Presidencial regulariza la personalidad jurídica del nosocomio como «Hospital del Sagrado Corazón de Jesús» ya que una de las preocupaciones del gobierno era garantizar debidamente los servicios y la asistencia pública, preocupación que se agravió con motivo de la post guerra, y que hacía urgente la fundación de los establecimientos indispensables para impartir los servicios médicos como lo menciona dicho decreto. 

El decreto tenía una vigencia de 50 años que se cumplieron en 1996. En el año de 1998 el Presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León renovó este contrato el 17 de febrero y ahora es por tiempo indefinido. 

Actualmente el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús por falta de recursos y lo obsoleto del edificio dejó de operar y únicamente funciona como el asilo San Sebastián para ancianitas, con una capacidad de 32 personas. 

En el año de 1998 celebró esta obra sus 90 años en donde las hermanas Josefinas han dejado parte de su vida, asumiendo las responsabilidades de autoridad y atendiendo solamente a ancianas mujeres. 

Actualmente el Asilo San Sebastián no tiene autoridad jurídica ya que se encuentra registrado como Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, sin embargo, se están llevando a cabo los trámites necesarios para que obtenga autoridad jurídica y para que quede regulado ante la Secretaría de Salud del Estado de Querétaro.