La Vigilia de las palabras — Julio Figueroa

La vigilia de las palabras 

Julio Figueroa   

    

 Dos edades, dos tiempos 

     Elías Canetti decía que todos deberíamos tener dos edades: la real y la imaginaria. Por ejemplo 60 y 28, 25 y 45. Lo cierto es que todos tenemos dos tiempos: el tiempo de vida y el tiempo de muerte. Así Elías: 89 años de vida y 14 de muerto; Paz: 84 de vida y 10 de muerto; Pedrito Infante: 39 de vida y 51 de muerto. Ni hablar de Sócrates.  

     El siguiente texto lo escribí en la ciudad de México en 2004 estando como invitado en la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH allá por los rumbos de Tlalpan. Guardo muy gratos recuerdos de esos meses; días de lectura, reflexión y conversación. Lo recupero ahora para los amigos y lectores de Diálogo Queretano. En un nuevo año luctuoso de Elías y otro cumpleaños de mi hijo Dersu. Y otras Olimpiadas: las de China, después de su terrible terremoto de hace unos meses, y otra guerra entre rusos y georgianos. Y Fidel, el inmorible cubano, cumpliendo 82 años. 

     Es media mañana y escribo desde el centro cultural que lleva un nombre azul admirable: “Manuel Gómez Morín”, centro cultural creado por el primer gobernador panista queretano Ignacio Loyola Vera. Escribo presionado, a izquierdas y derechas, por cinco preguntitas formuladas al actual gobernador Francisco Garrido Patrón. En suma, este soy yo y mis circunstancias y mis peleas.  

     Va el texto tal cual de 2004, en mis “letras de emergencia (inútiles)” de entonces. Hoy las llamaría “letras salvavidas”. Más de una vez me han ayudado a salvar el día. Han sostenido mi vigilia de las basuritas llamadas palabras. (Qro. Qro., 13 de agosto de 2008).                

Letras de emergencia (inútiles)

[Agosto 2004]  

La vigilia de las palabras 

Julio Figueroa 

A Dersu, en su cumpleaños       1

    

Hoy cumple diez años de muerto Elías Canetti. Cuando se fue tenía 89 años, y hoy tiene 89 y 10. Creo que murió apaciblemente mientras dormía, como Truman Capote. Se acostó, apagó la luz, cerró los ojos, quizá tuvo un último sueño, y nunca más volvió a despertar. ¡Lo cogió dormido la muerte a quien vivió todo el tiempo peleando a muerte contra la muerte! Con los ojos cerrados a quien vivió tan despierto siempre, con los ojos de la conciencia de las palabras bien atentos: “Independientemente de cómo fueran estos años (1942-1972, y jamás silencié sus aspectos terribles), debo estar agradecido a que se me haya dado la posibilidad de vivirlos en estado de vigilia”.? Esta es, me parece, su enseñanza mayor: la vigilia de las palabras. Son las 3:40 de la mañana de este viernes 13 y mi primer pensamiento al abrir los ojos (3:05) fue para Elías. Y mañana cumple años mi hijo Dersu. Y hoy Fidel Castro Ruz cumple 78. ¿Cuántos vivió Porfirio Díaz? Empiezan las Olimpiadas de Atenas.  

     2

     –Muchos han intentado comprender su (propia) vida en su coherencia espiritual, y aquellos que lo han logrado difícilmente pueden quedar anticuados. Me gustaría que algunos anotaran también su vida en sus saltos. Parece que los saltos pertenecen más a todos…  

     –Estaría bien, a partir de cierta edad, irse haciendo cada vez más pequeño, año tras año, e ir recorriendo hacia atrás los mismos estadios por los que antaño trepó uno con orgullo.  

     –El hombre ha reunido la sabiduría de todos sus antepasados ¡y fijaos que tonto es! 

     –El hombre más bajo: aquel a quien se le han cumplido todos sus deseos.  

     –Los muertos se alimentan de juicios; los vivos, de amor.  

     –En la oscuridad las palabras pesan doble.  

     –Que la verdad sea una tormenta y que, una vez limpiado el aire, pase. Odio la eterna disposición para la verdad, la verdad como costumbre, la verdad como obligación. No creas a nadie que esté diciendo siempre la verdad.  

     –Actúa como jamás podrías volver a actuar.  

     –¡Haz lo que tengas que hacer, aunque no sea nada arrebatado y ardiente, respira, observa, medita!   

     –Uno necesita noticias sencillas, noticias escuetas que nos hablen de la vida de los hombres de nuestra misma condición, aunque sólo sea para quitarle su espina mortal al desengaño que ocasiona nuestro propio fracaso.  

     –Todo lo que anotamos contiene todavía un ápice de esperanza, por mucho que provenga de la desesperación.  

     –No hablar más; sin decir nada, poner las palabras unas al lado de otras y mirarlas.  

     –Sin darnos cuenta nos convertimos en todo aquello que más detestamos.  

     –El que no cree en Dios toma sobre sí todas las culpas…  

     –La tierra abandonada, cargada de letras, asfixiada de conocimientos; y ni un solo oído viviente en ella que escuche qué es lo que se oye en el frío.  

     –A nuestra generación se le reservó la posibilidad de enterarse de que los mejores esfuerzos del hombre son inútiles.  

     –Mantener vivos a los hombres con palabras…  

     –Las almas de los muertos están en los vivos, y allí se van (secando) lentamente.  

     –Ser tolerante sin pasar por alto nada.  

     –Saborear la impotencia.  

     –El aire tiene sus tentaciones y toma la forma de palabras.  

     –A mí me gusta ser un loco.  

     –¿Qué es la muerte sin el consuelo de las religiones? 

     –Piensa sin mandar, pero también sin jugar. 

     –Los dioses están agotados.  

     –El principio del arte: volver a encontrar más de lo que se ha perdido.  

     –Cada año se hace uno más desvergonzado.  

     –Lo que se buscó afanosamente allá resulta que estuvo siempre aquí.  

     –¿Cómo es posible que Dios soporte ser adorado?  

     –Uno tiene que dar, incluso sin sentido, de lo contrario se olvida dar.  

     –¿Qué hay sin palabras?  

     –Se perdió y se ganó en todos aquellos a los que dio palabras.  

     –La palabra es la lámpara de la vida.  

     –¡Las preciosas frases de los locos!  

     –No llegar siempre hasta el final. Hay tantas cosas en medio.  

     3

     Tres horas intensas y plenas leyendo a Canetti, hojeando sus notas y ojeando su espíritu, palpando la carne de sus palabras. Lo cargo desde los años ochenta y no me pesa: va ligero y cada vez me enriquece más. Como siempre que acudo a él, su experiencia me anima y me saca lo mejor de mi experiencia. Su conciencia alimenta mi conciencia y me mantiene en vigilia. Pero no basta estar despierto, hace falta la lucidez de las palabras. Si Elías dice que el enemigo de su enemigo no es su amigo, tal vez también se pueda decir que un gran amor puede ser un formidable adversario o un triste obstáculo. Tu camino no es mi camino pero tus pasos alientan mis pasos. Es cierto, los caminos a veces se encuentran, se separan, dan vueltas, van y vienen y no terminan nunca: pasamos nosotros y ellos siguen.  

     4

     Las siete, voy por el pan y por un café con El Jarocho. El amanecer mojado se adivina gris (nata de moco) y pían los pájaros con fuerza. Impasibles y silenciosos o parlanchines, los barrenderos hacen su trabajo. Sólo se oyen sus barridos y sus silbidos. Llevan la música por dentro. Y es deber del palabrero hacerla oír. Con la conciencia clara de las palabras. Buenos días, Elías.  

     5

     –Hablar como si fuera la última frase que nos dejaran decir.  

     –Sólo la desnudez sin aplausos es desnudez.  

     –Pensamientos como cantos rodados. Pensamientos como lava. Pensamientos como lluvia.  

     –Palabras chinches.  

     –Hay que dejar de hablar antes de haberlo dicho todo.  

     6

     Elías Canetti, 89 años de vida y 10 de muerte: sus dos edades y sus dos tiempos. Su obra monumental, a mi parecer, no es Masa y poder, en la cual empleó más de veinte años, sino su autobiografía literaria [obra favorita de Julio Scherer García] en tres tomos: La lengua absuelta, La antorcha al oído y El juego de ojos, y sin embargo yo prefiero sus apuntes sueltos y bien amarrados, escritos durante medio siglo. 

     7

     El día que me enteré de su muerte, en aquel caliente agosto mexicano del 94, entre la primera Convención de Aguascalientes del EZLN en Chiapas y las elecciones del 21 de agosto en que el doctor Zedillo derrotó al ingeniero Cuauhtémoc y al abogado Diego, llovía levemente en Querétaro como ahora llovizna en México. ¿Dónde está Marcos? En la exposición sonora “Voces al tiempo”: “Quiero saludar a mi generación que sigue conservando la locura del Quijote, dondequiera que esté cada uno con su pasamontañas anónimo, y que no vuelve a la cordura de Alonso Quijano, para entrar al aro y morir en paz”. Los días grises con la luz por dentro. [S S]  

Barco tlalpense del INAH, pasajero invitado, agosto 2004.


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 Nota. Esta y todas las notas de Elías Canetti (1905-1994) de los apartados 2 y 5 son de su libro fundamental e inconseguible en México desde hace años: La provincia del hombre. Carnet de notas 1942-1972, España, Taurus, 1982, versión castellana de Eustaquio Barjau, 329 pp. Gracias a mi amigo Antonio Saborit pude leer y fotocopiar el libro. Otra vez gracias.   

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