CADEREYTA EN EL SEMIDESIERTO QUERETANO

CADEREYTA

A la llegada de los españoles, los grupos de Chichimecas sufrieron la invasión de sus tierras, las cuales defendieron aún con sus vidas.

En la frontera del Valle de Maya, los conquistadores encontraron un lugar que bautizaron con el nombre de San Nicolás de Tolentino.

Es así como surge la fundación de Cadereyta, es en un momento crítico de la pacificación de la Sierra Gorda, ya que obedece al fin de conformar la hegemonía de los territorios “ya pacificados” y convertirse en plataforma sólida del avance hacia el resto de la Sierra Gorda.

Esta pequeña porción de tierra tiene una posición geográfica estratégica con relación a los reales de minas de El Doctor, Maconí, Amoles, Escanela y Escanelilla.

Por lo que la necesidad de tener y organizar un puesto que sirviera de avance en la pacificación y conquista de estos lugares, se vuelve fundamental.

Cadereyta es la que multiplica las pacificaciones y conquistas que desde la ciudad de México lanzaban los españoles.

Fue el centro que fungió como enlace y apoyo inmediato a los invasores sobre la sierra.

Por lo que Cadereyta se desarrolló incorporando a la población indígena que habitaba su vasto territorio al proceso económico y sociocultural que trajo consigo la conquista.

En el período Preclásico aparecen al Sur de Cadereyta los primeros grupos humanos de cultura mesoamericana con influencia Olmeca y por el Suroeste aparece la cerámica roja de Chupícuaro, de acuerdo con las investigaciones de Margarita Velasco M.,

Los Olmecas practicaron una intensa exportación del cinabrio extraído de la Sierra Gorda y se puede conjeturar que para los primeros siglos de nuestra era, hacían llegar a Teotihuacan y hasta el Tajín del Totonacapan, el cinabrio.

Pero fue al final del Clásico y principios del Postclásico (800 a 900 años d. C.) cuando se registró la mayor actividad minera que coincidió con la construcción de los dos centros urbanos más importantes que conocemos con el nombre de Ranas y el de Toluquilla, en San Joaquín y Cadereyta  respectivamente.

Al mediar el siglo XVII, se funda una nueva villa de españoles que fue convertida en «Alcaldía Mayor» .

Este fue uno de los acontecimientos en la historia de la región que proporcionó más poder al llamado Virreinato sobre los  Jonaces, Pames y Chichimecos que habitaban el  territorio de la Sierra Gorda.

 

La Villa recibió el nombre de Cadereyta, por el  Virrey Lope Diez de Armendáriz, Marqués de Cadereyta, XVI Virrey de la Nueva España.

Entre 1640 y 1642, el Valle de Maya o de San Nicolás de Tolentino, con su pequeña laguna cercana al cerro de La Magdalena fue escogida por los hermanos Alonso y Francisco Tovar y Guzmán; quienes con treinta vecinos  fundaron la Villa de Cadereyta.

El asentamiento se trazó como pueblo de españoles, de acuerdo a la «Real Provisión de Poblaciones» que señala las indicaciones para las dimensiones y orientaciones de la plaza, solares, calles y edificios públicos.

Los hermanos de Tovar y Guzmán, hijos del fundador de Huichapan ( quien se apropió del Real de Escanela y la Misión de Maconí en 1635), hicieron ofrecimiento para inducir a la paz a los  Chichimecas rebeldes de la Sierra Gorda.

Se les concedió que fundasen la dicha Villa y de acuerdo a este permiso congregaron a 30 vecinos casados y solteros de Huichapan.

Así en 1640, en el Valle de San Nicolás de Tolentino, tomó posesión en nombre de el rey de España el capitán Alonso de Tovar y Guzmán, el ministro de la doctrina de los indios Chichimecas del Cerro Gordo y el misionero Fray Pablo Betancourt.

Celebrada una misa, tomó posesión en nombre de la religión de San Francisco, para hacer un convento y administrar los oficios divinos.

Aumentaron tanto las familias de indios y sus ganados, que el Alcalde mayor  Jerónimo de Urrutia y el misionero Fray Felipe Martínez de la Doctrina de San Francisco del Convento de Cadereyta y ayuda de Parroquia de Huichapan, hicieron una solicitud al virrey  Gaspar de Sandoval, Conde de Gálvez, pidiendo que “amparara a los indios en la posesión de los terrenos, tanto por tenerlos más reducidos según las cédulas reales, como ser muy útiles al tenerlos cerca para la labranza de las tierras y servicios”.

Cadereyta se trazó como pueblo de españoles de acuerdo a las ordenanzas reales de Felipe II.

Desde este convento, los misioneros Franciscanos visitaron diferentes sitios de la doctrina, para convertir a los indios de La Nopalera, El Llano y Ranas.

Tal fue su crecimiento que en 1794 Pérez de Trejo “vendió” a los indios seis caballerías de tierra a la hacienda Botejé.

La intensa actividad evangelizadora de las distintas órdenes religiosas en toda la región, “promovió” la formación de numerosos centros de población y a la vez hizo que para fines 1789, estuviera en condiciones de ser considerada como la más importante en el acceso a la Sierra Gorda.

Para principios del siglo XlX, Cadereyta era considerada de gran tradición y abolengo, ya que tenía un lugar dentro de la aristocrática de Querétaro, hecho relevante dentro de la sociedad de entonces.

Así lo demuestra el hecho de que fungiera como la Alcaldía Mayor y, posteriormente, fuese convertida en «Partido» de una región de más de 6,353 kilómetros cuadrados; poblada por numerosos españoles e indígenas Otomíes, Pames y de otras naciones.

Al finalizar este período, la Alcaldía Mayor de Cadereyta había tenido cierto éxito en organizar una sociedad rural y una comunidad católica que tuvo sus principios en los misioneros Franciscanos, Agustinos, Dominicos y aún de los anónimos del clero secular.

Algunos lugares:

Jardín botánico «Manuel González de Cosío»

Las Fuentes y el Pilancón

Parador artesanal

Jardín Principal

Monumento a Don Ezequiel Montes

Monumento a Don Lope Díez de Armendáriz

Presa hidroeléctrica «Zimapán»

Fósiles marinos en la comunidad de El Tepozán

Grutas La Esperanza

Pinturas rupestres: El Doctor, El Palmar y Maconí

Arco de la Mina Maconí

Cascadas en la comunidad de Maconí

Grutas de Los piñones Maconí

El Mortero: Zona de campismo Maconí

Zona arqueológica de Toluquilla

El doctor: campismo, alpinismo y rapel

Templos y Conventos

Parroquia de San Pedro y San Pablo

Iglesia de San Gaspar

Templo de El Refugio

Templo de la Purísima Concepción

Templo de la Soledad

Templo de la Santa Escala

Convento de la orden Franciscana

La comunidad de Maconí cuenta con diversos atractivos como:

El Arco de la Mina de Maconí,  un acueducto antiguo que servía como generador de aire para las calderas de las fundidoras que existían en la mina.

 

La Cascada Velo de Novia en una caída de agua de más de 75 mts.,  belleza natural impresionante, muy cerca de Maconí;

Las Grutas «Los Piñones» es otro atractivo de la comunidad, estas grutas cuentan con enormes formaciones naturales de estalactitas y estalagmitas de aproximadamente 3 mts. de altura y de estructuras continuas;

Las Grutas de «La Esperanza» cerca de Maconí y poseen cerca de 97 mts. cuadrados de estalactitas y estalagmitas.

Las Cascadas de «San Juan Enramadas» es un lugar de gran riqueza natural, propia para los amantes del ciudado ecológico.

«El Tepozan» es un lugar paradisíaco por su enorme diversidad de fósiles marinos en su mayoría Moluscos que se encuentran en un estado natural tal cual ha dejado el paso del tiempo, este lugar se encuentra a 40 minutos de la cabecera municipal.

En la delegación de El Doctor  hay que disfrutar de la calidez de su gente y de la mezcla de culturas e historia, así como los vestigios del auge minero.

El territorio de Cadereyta vivía en un clima de aparente paz y progreso que se vio bruscamente interrumpido por el movimiento de independencia.

En la entonces Alcaldía Mayor, surgieron grupos de insurgentes como los hermanos Juan y Felipe Verde, José Ma. Quintanar, los Villagrán de Huichapan y el «Ratón» Barrabás. De los más crueles en sus atracos fueron los Villagrán, Don Julián y su hijo Francisco, Don Miguel Sánchez y Don José María Quintanar.

Durante los años de 1811 y 1813, los Villagrán a quienes se les agregó el Dr. José Ma. Magos, asolaron el camino de México y controlaron la Sierra Gorda, hasta que a mediados de 1813 fueron hechos prisioneros Don Julián y su hijo Francisco; siendo fusilados.

Pero a estos insurgentes sucedieron otros como Sebastián García, Dionisio Ramírez, el Padre Magos y otros de apellido Borja, hasta bien entrado 1819.

La lucha continuó con uno de los caudillos más populares de la época conocido como Juan el Valiente, de origen cadereytense.

La guerra de Independencia generó factores que produjeron la pérdida de la hegemonía territorial que se había logrado con el encabezamiento de Cadereyta y concluyó en la división política de lo que vendrían a ser los actuales municipios.

La primavera de 1811 fue especialmente agitada en Cadereyta, al Norte del Partido. En septiembre de este año, en la Sierra Gorda, dos sacerdotes imitadores del padre Hidalgo luchaban por la libertad; uno de apellido Franco, apoyado por un brigadier de apellido Landaverde y por los coroneles Rojas y Anaya, fueron perseguidos por el capitán realista Alejandro Álvarez de Güitán.

Sin embargo, la acción guerrillera desarrollada por los insurgentes, llamados «Chusma» por los realistas, involucró a toda la región de la Alcaldía Mayor desde 1810 hasta 1821.

Rota “la normalidad” en las labores agrícolas, la producción escaseó; se abatió el comercio regional; se acrecentó el hambre y grandes núcleos de población tuvieron otros motivos muy poderosos para emigrar.

Los ingresos de la Real Hacienda por concepto de alcabalas se desplomaron.

A mediados del siglo XIX visita la Villa de Cadereyta un liberal juarista,  Guillermo Prieto, no por voluntad propia sino por orden suprema.

Para entonces sobresalían los templos de San Pedro y San Pablo, el de La Soledad y la Santa Escala.

Cabe destacar la existencia de casas importantes como las de Braniff, el Portal Trejo y la casa donde viviera exiliado Don Guillermo Prieto.

Durante las épocas porfirianas; algunos lograron que se consideraran como nuevos propietarios de las divididas haciendas.