Braulio Peralta habla de Octavio Paz

«seguro que se preparan nuevos días para México

días de luz, con sol, y de amor. Creo que en estos años no

termina un periodo de México, como se piensa comúnmente;

se da vuelta a una esquina para continuar. Y vamos a hacer

lo que no pudimos hacer antes. No yo, mi vida es transitoria;

pero si ustedes, sobre todo los jóvenes». 

Palabra de Paz 

Braulio Peralta  

La ilusión de una morada en el tiempo es el deseo de hombres y mujeres. La esperanza y el instante de felicidad únicos asideros para vivir esta errancia sin fin. Y la cultura para muchos, la salvación de toda tragedia: Vivir en cualquiera de los géneros teatrales pero no vivir muerto. Y reflexionar con ironía para hacer llevadera la existencia, el mejor de los caminos.

Porque la poesía alivia los pesares de la vida. Después de leer a Hölderlin uno puede entender el mundo y la patria – y perdonar -. Sin los versos de Whitman no asimilaríamos el canto al hombre y la naturaleza -y amar-. Con The Waste land, de Eliot podemos comprender esa sociedad sórdida y enajenante que destruye y contradice el concepto de modernidad -e intentar cambiar el mundo- 

La buena poesía es principio y síntesis de artes que aún están conformándose. Es la sobreviviente en milenios. Modas van y vienen, pero el territorio de los poetas -los verdaderos poetas- es inalterable: En ellos encontramos la verdad y la mentira de las cosas. 

Siglo de guerras y dictaduras, de ideologías y xenofobias, de intransigencias sin paso a la democracia… pareciera que vivimos en la «era del vacío» pero computarizados. Pareciera que el hombre es el único destructor de la vida en el reino animal. Pareciera más bien ser un demonio escéptico que un trasnochado Dios que no otorga justicia ni libertad. Luego Dios no existe, pero hay un ser demoníaco que destruye, con sus actos, el concepto de civilización: el hombre. O, existe Dios, pero no sabemos encontrarlo en nuestro interior.  

Sin embargo la poesía alivia. No corrompe. Purifica. No tiene más ideología que un alma y un espíritu en confrontación con todo lo que lo rodea. 

Heraldos de sí mismos, los poetas viven un mundo aparte: mensajeros del destino en los tiempos modernos, pocos, muy pocos, los escuchan, los leen y atienden. Vivimos con los ojos abiertos pero ciegos ante las premoniciones que se anuncian. 

¿De que sirve pensar y sentir si todo ello no ayuda a vivir más y mejor? El ser y la nada nos arrojan al vértigo de la ignorancia.         ¿ Tendrá el poeta que gritar sus versos por teléfono, enviarlos por fax, a través de Internet o leerlos por televisión?. Hasta eso, en los tiempos actuales, le esta vedado: nadie quiere oír verdades a fin de siglo. Eliot seguirá inédito para la mass media. 

Hemos perdido el misterio animal que nos haría perfectos para rehacer la sociedad. Hemos perdido la intuición y la percepción que nos permitiría no destruir la naturaleza. Dejamos de escuchar la voz de los poetas y vivimos abrazados a la noche oscura, sin luna, sueños o esperanzas. Somos sociedades muertas creyendo en un progreso que solo existe en las estadísticas de los políticos apoyados por intelectuales orgánicos. 

Pero algo queda:  el mejor ruido a toda esa animadversión social es el silencio, la prudencia o el grito desaforado en el desierto (cada quien su carácter); la risa, nuestra salvación; la ironía, nuestro único placer social; la ignorancia corroe y mata. Y el pensamiento en constante contradicción sana, perdura como una religiosa antítesis para existir. 

Leer poesía a fin de siglo es una invitación. Poesía, no mentiras poéticas. Poetas, no poetastros. Reconocer nuestro erotismo y sensualidad en Cavafis -y ejercitarlo-. Recorrer el mundo de los miserables con Víctor Hugo – e invocar justicia-. Introyectar las flores del mal por medio de Baudelaire ¿para no caer?. Encontrar la canalla maldición de Rimbaud – y salir del infierno. 

La poesía -la palabra del poeta – ha sido menospreciada en este siglo, pero no ha muerto. Dicen que cada cincuenta años nace un poeta -poeta mayor- con ideas en cualquier país. Poetas que defienden la poesía, porque los versos son inseparables de la defensa de la libertad. 

Sí: la poesía  no se lee en los estadios. Pero no agoniza. En medio de las turbulencias de fin de siglo, algo queda: un puñado de hombres que describen al mundo con versos y prosa poética.

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Nota:  

Braulio Peralta, fue nombrado el pasado 8 de noviembre, director-editor de Plaza & Janés México, en sustitución de Marisol Schulz

Este periodista a decir de la gerencia  de la Revista X Cultura y Sociedad, que preside Carlos Payán Velver, permanecerá al mismo tiempo, como director de la misma. 

Braulio Peralta, también columnista de El Universal, fue jefe de la sección cultural de La Jornada y ha escrito algunos libros, entre otros: El Poeta en su tierra, 1996, De un mundo raro, Tres generaciones, entre otros. Es originario de Veracruz, nacido en 1953. (J.F.Z.)   

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