Nicolás Campa Rodríguez, Queretano Ilustre

 Nicolás Campa Rodríguez  El sábado 26 de Mayo, día de San Felipe Neri, en la Parroquia de San José Iturbide se han inhumado los restos  del Pbro. Lic. Nicolás Campa y Rodríguez, constructor del tempo parroquial, padre  y maestro que veló por el bien social, educativo y cultural de la comunidad que le fue

El Obispo Mario De Gasperín Gasperín, celebró la misa junto al  Cango. Mons. Luis Ávila Blancas, del Oratorio de San Felipe Neri, al Sr. Cura Pbro. Mario Sánchez Guzmán y sus vicarios.

El féretro de Nicolás Campa, fue trasladado a su mausoleo en la nueva capilla de San Felipe Neri, dentro del mismo templo parroquial.

«El Pbro. Lic. Nicolás Campa Rodríguez nació en la ciudad de Querétaro el 8 de Septiembre de 1828. Hijo de Manuel Campa y Mariana Rodríguez. Su educación cristiana y nacionalista serán los fundamentos que lo llevarán a tomar grandes decisiones a lo largo de su vida.

Es escasa la información sobre sus primeros años, pero sabemos que fue huérfanos de padre a corta edad. Sus estudios medios y de jurisprudencia los realizó en el antiguo colegio jesuita de San Ignacio y San Francisco Javier.

En cuanto a su filiación eclesiástica fue miembro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri. Desde temprana edad participó de los acontecimientos políticos de su tiempo, a pesar de su condición sacerdotal. Se desempeñó en dos ocasiones como secretario de gobierno con los generales José María Arteaga (1827-1867) y Julio María Cervantes (1837-c.1880). Diputado del Congreso local de Querétaro (1867) y al Congreso de la Unión (1869).

Una faceta que siempre lo identificó es como educador, ya que siendo bachiller impartía la cátedra de dibujo y posteriormente de filosofía; ocupó la subdirección y rectoría del Colegio Civil del Estado (1869-1874) siendo su principal innovador ya que creó los estudios de teneduría de libros (administración), los laboratorios de física y química, integró a la clase artesanal e instaló el primer gimnasio, al mismo tiempo dirigía en forma particular la educación de jóvenes.

Lo que le da sentido a su labor fue su ministerio sacerdotal, dispuesto a dejar todo para dar todo. Es donde se comprende su inmenso carisma y sensibilidad hacia el pueblo. Como miembro del Oratorio se distinguió siempre en su iglesia de San Felipe Neri (actual Catedral de Querétaro); al servicio diocesano en la parroquia de San Francisco Galileo (El Pueblito, Qro.) y su morada final, aquí, en San José Iturbide (1875-1890).

En un día frío de noviembre de 1875 llegó a San José. Sus objetivos primordiales como pastor fueron: continuar la obra del templo parroquial, fundar un colegio de nivel superior y organizar a la población para realizar obras de beneficio, lo anterior con una óptica humanista y desinteresada.

En el templo parroquial, buscó primeramente a diversos expertos con el fin de obtener un proyecto que no sólo cumpliera con una necesidad sino además denotara calidad arquitectónica y artística. De ahí que don Ramón Rodríguez Arangoity se encargara del nuevo proyecto y su ejecución el experimentado alarife Valentín López; durante quince años su mayor empeño lo dedicó a construir nuestra magnífica iglesia parroquial.

Respecto a su obra educativa, en 1876 fundó el Colegio del Señor San José que constituyó una verdadera escuela de jurisprudencia, sus planes de estudio y material didáctico se basaron a los utilizados en los colegios civiles; se impartían cátedras de derecho patrio (derecho civil), derecho natural, teneduría de libros, raíces griegas y latinas, inglés, francés, castellano, etc.

Además logró de la Legislatura de Guanajuato una subvención económica para mantener el colegio. Al finalizar el año los alumnos eran examinados en el Colegio Civil de Querétaro, oficializándose de esta forma sus estudios. Como nota importante mencionaremos que el primer notario público que existió en San José, el Lic. Ismael Morelos, fue egresado de dicho colegio.

También se preocupó por la educación femenina, instaló un colegio de señoritas que se mantuvo gracias a otra gran benefactora doña Agripina Vieytes.

Su vocación intrínseca en buscar el progreso comunitario lo llevó a emprender obras de gran importancia para su tiempo, valga mencionar las siguientes: introdujo el agua, acondicionó el pozo de «El Caracol», en la plaza principal colocó cuatro fuentes para el suministro de agua, proyectó una alameda, mantuvo un asilo de niños pobres, se dieron clases de telegrafía, se crearon las diligencias para el correo, motivó la inversión de una línea de carruajes, organizó la nomenclatura de las calles, fomentó en gran manera el civismo y por primera vez hizo la solicitud para que la Villa de San José fuera declarada ciudad y muchas otras mejoras de que fueron objeto la población.

El 29 de Octubre de 1890, después de una larga agonía, dejó de existir este ilustre personaje causando profundo dolor a su feligresía.

(Tomado de Ferro Herrera, Miguel, A golpe de cincel. Breves apuntes sobre la Parroquia de San José, 1995) 

Publicado en “Noticias” de la página de la Diócesis de Querétaro