La desmemoria de los malosos
Miguel Concha
El único destino posible para Pasta de Conchos es el rescate de los mineros muertos, y el castigo de los responsables.
No hay tregua, porque el rescate es técnicamente viable, y el castigo sólo depende de la voluntad política de las autoridades.
En días pasados se denunció que la licenciada Cristina Auerbach Benavides, del Equipo Nacional de Pastoral Laboral, sufrió un nuevo intento de agresión.
Aflojar todos los birlos de todas las llantas de su camioneta pretendía un doble objetivo:
Primero, provocar un “accidente” desastroso, para que
Segundo, que las familias de los mineros muertos volvieran a sus casas en silencio, y los trabajadores del carbón y sus familias supieran que el Estado ni va a velar por sus derechos, ni los va a proteger frente a empresas como Industrial Minera México SA de CV (IMMSA), de Grupo México, que bajaba sus costos de producción a costa de sus vidas.
Por añadidura, hacer que todos los defensores y defensoras de derechos humanos se intimiden y replieguen, junto con esa organización.
¿Tendrá el nuevo atentado que ver con las actuaciones en Coahuila del presunto agente del Cisen José Antonio Ortega, que en forma por demás pormenorizada fueron descubiertas y dadas a conocer por Arturo Rodríguez García en la revista Proceso del 17 de agosto pasado?
Por lo visto, los responsables de planear y ejecutar tan miserable “accidente” apuestan, como lo ha hecho IMMSA, o junto con ella, a que el Estado los proteja y se proteja a sí mismo con su manto de impunidad, como lo han venido haciendo después de aquel dramático 19 de febrero de 2006.
Para fortuna de Cristina y de todos nosotros, por lo pronto el “accidente” no se realizó.
Como se sabe, desde el pasado 15 de mayo el caso Pasta de Conchos entró en una crisis provocada por la empresa, que pretendió, con base en viejas mentiras, sellar en forma definitiva los cañones de la mina.
Los familiares se lo han impedido, manteniendo guardias en la bocamina, y aseguran que permanecerán ahí hasta que se rescate a sus parientes.
Han hecho antes cuanto han podido, y de manera ejemplar asumieron y enfrentaron la indolencia de las autoridades para atender sus demandas.
Después de cinco meses en la bocamina y de 31 meses de movilizarse para exigir justicia, es evidente que ahí se quedarán, pues reiteradamente se les ha negado “tener interés jurídico” en cualquier queja que han presentado, ante
Y han tenido que recurrir a amparos para que les sea reconocido su derecho a existir ante esas diversas dependencias.
Sólo por este medio han logrado que se les responda a su solicitud para retirar la concesión a la empresa IMMSA, que se les había negado por ese supuesto motivo.
Ello no obstante, en el mes de julio
Ellas sin embargo han logrado un importante amparo, en el que por parte del cuarto tribunal colegiado obtuvieron una resolución favorable, que ordena a la juez quinta de distrito que se les reconozca interés jurídico para intervenir en las acusaciones contra los funcionarios de
Y se ha aceptado además que
En todo este tiempo se ha constatado también cómo la empresa se impone frente a
Llena de horror e indignación, por lo pronto, que sus complicidades pretendan que una viuda con tres hijos viva con 41 pesos diarios, por lo que a las responsabilidades que deberán fincarse por la explosión en la mina deberán también sumarse las derivadas por el trato inhumano y cruel contra los familiares por parte del Estado.
El mal no tiene memoria, y la falta de memoria vuelve a los malosos erráticos y absurdos.
Quienes nos gobiernan no han aprendido que su violencia e impunidad sólo fortalece los vínculos de solidaridad y cariño de las familias y sus defensores, y hace que cada vez más organismos defensores de derechos humanos se sumen al movimiento de
El único destino posible para Pasta de Conchos es el rescate de los mineros muertos, y el castigo de los responsables.
No hay tregua, porque el rescate es técnicamente viable, y el castigo sólo depende de la voluntad política de las autoridades.