Desde Oaxaca hablan los obispos sobre violencia

Oaxaca, 28 de septiembre de 2008

 

Comunicado de Prensa

Mucho se habla actualmente de reformar el marco legal frente a la creciente ola de inseguridad y violencia que afecta a los mexicanos de cualquier condición social. Es cierto que este tema necesita ser atendido por el Poder Legislativo responsable de dar al país el marco jurídico adecuado, por encima de los intereses propios de cada partido. El bien común es primero, en él se demuestra la honestidad de los principios de cualquier partido político y el verdadero deseo de servir al pueblo. Es el momento de superar mezquindades.

Sin embargo es también un hecho que no solo los marcos jurídicos necesitan reformas. Esta es la oportunidad de revisar otros aspectos que, de igual manera, están deteriorando nuestro ambiente social y fomentan la cultura de la ilegalidad; pues si, por un lado, tenemos leyes ambiguas que pueden aplicarse según convenga el caso, por otro, existen también quienes aplican las leyes con una discrecionalidad que inclina la balanza a favor del que puede pagar mejor.

Pero si lo anterior fuera poco, en la mayor parte de los casos nos hemos ido acostumbrando a conseguir los favores a base de influencias, mordidas, presiones o chantajes, con la excusa de que es la única forma de alcanzar las cosas en este país. Se recurre con que facilidad a sobornos, donde se puede, para conseguir mejores plazas en el trabajo; a la evasión de impuestos en el negocio, para aumentar las ganancias; a la búsqueda de formas fáciles para pasar de año sin haber estudiado; a dar de menos y cobrar de más. La ley se invoca para amenazar al enemigo, no para ordenar la vida de la comunidad.

De esa manera nos vamos acostumbrando a ser un país en el que la ilegalidad, el engaño y la suma de corrupciones alimentan la impunidad. Nadie queremos asumir nuestros errores, nadie asumimos la responsabilidad frente al mal. Bien dicen que mientras el éxito tiene muchos padres, el fracaso es huérfano. Todos le echamos la culpa al vecino, a las instituciones, a la estructura, a los partidos, al gobierno, a los medios de comunicación… Debemos reconocer que no existe un solo culpable; lo somos todos, de distinta manera y en distinto nivel ciertamente, pero todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad; ese es el punto de partida para modificar nuestras actitudes y nuestras acciones; desde ahí podemos recuperar el camino que conduce a una sociedad donde el valor de la persona humana está por encima de los intereses materiales, económicos o políticos que buscan solamente imponerse unos sobre otros. Si seguimos en la lógica del egoísmo individualista y continuamos alimentando la división social, el crimen, la violencia, el robo, el secuestro, la corrupción, el chantaje, la trampa, el engaño, encontrarán el mejor medio para desarrollarse.

Es el momento de actuar; primero sobre nosotros mismos, construyéndonos en la honestidad; luego, junto con los demás, superando cualquier egoísmo que nos divida. Sólo unidos podemos hacer frente a la tarea de construir un México justo, honesto, solidario que pueda ser heredado con orgullo a las siguientes generaciones, para que reciban un país en el que la legalidad fortalezca la seguridad y la justicia de todos sus habitantes.

 

+ José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca

+ Oscar Campos Contreras
Obispo Auxiliar de Antequera-Oaxaca

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