Vitalidad, pasión y ternura: F I C

Zenaida Romeu paralizó al público con su mezcla de vitalidad, pasión y ternura

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Sobriamente vestidas con un traje sastre ajustado y obscuro, las 16 mujeres de la Camerata Romeu, instrumento en mano, se presentaron ante el público, respondiendo a los aplausos con una inclinación de cabeza. Sentadas y concentradas, esperaban la llegada de su directora, Zenaida Romeu. El Templo de la Valenciana sería una vez más testigo de la belleza bajo todas sus formas.

Batuta en mano, la primera mujer graduada en Dirección Orquestal por el Instituto Superior de Arte de Cuba, no tardó en presentarse ella misma y a su organización musical cien por ciento femenina. Tras anunciar un repertorio enfocado en músicos exclusivamente latinoamericanos, manos y batuta comenzaron a agitarse, y la orquesta de cuerdas iluminó  muros y personas.

La mujer que se había presentado, de voz suave y discreta había desaparecido, para dejarle lugar a una mediadora de las melodías que cada una de las violinistas, contrabajistas, violeras y violonchelistas ejecutaban con maestría, rigor y corazón. Sin perder a su directora de vista, la orquesta ofreció piezas de compositores de diversos países latinoamericanos,  especialmente provenientes de Cuba, como Carlos Fariñas, Leo Brouwer, Roberto Valera y Guido López Gavilán. Asimismo incluyeron en este pensado menú a los mexicanos Arturo Márquez y Eduardo Gamboa, al argentino Ástor Piazzola y al brasileño Egberto Gismonti. Tango, guaguancó y música clásica fue parte del agasajo musical.

La gracia invadió el templo; gracia de piezas magníficamente ejecutadas; gracia de cuerpos erguidos; de rostros jóvenes que cargan por donde quiera que vayan la riqueza de Cuba. Cabellos rizados, ondulados, color azabache, rubios o castaños, se movían y observaban cada expresión o movimiento de la mujer que en el centro todo lo escuchaba y, con la vara de mando, era capaz de manipular a su antojo los sonidos.

Siempre un paso adelante, Zenaida paralizó al público por su particular temperamento que conjuga vitalidad, pasión y ternura a la vez. Con una expresividad inusual para un director de orquesta, Zenaida se transformaba según lo que escuchaba, poseída por el universo de notas, acordes y tonos a su cargo para ser llevados a buen puerto.

Sin partituras, la única guía de la Camerata Romeu, aparte de su alto nivel, eran los ojos, las miradas, que no perdían de vista a su directora y las sonrisas que entre ellas se dedicaban. Formando un todo, la Camerata Romeu se distingue sin duda por un exclusivo repertorio,   una impresionante belleza escénica, un nuclear trabajo en conjunto, una destacada formación académica y una sensibilidad a flor de piel.

Así nos lo demostró esta tarde en la Valenciana, con un homenaje a las composiciones de América. De los instrumentos de cada mujer emanaba pasión, buen gusto y osadía, contradiciendo a todos los que afirmaban que el folclor no podía transmitirse en una orquesta de cuerdas.

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