Escrito por Gilberto Hernández García | |
Domingo 26 de Octubre 2008 | |
REPORTAJE
923 millones de personas hambrientas y desnutridas en un mundo que desperdicia alimentos __ En la raíz del problema, las políticas agrarias __ Tres de cada cuatro personas hambrientas son campesinos Por Gilberto Hernández García Estamos asistiendo a un tiempo paradójico: mientras que la producción de alimentos agrícolas durante el 2007 ha roto record en el mundo —a tal grado que se producen alimentos para satisfacer al doble de los habitantes del planeta—, más de 923 millones de personas pasan hambre y desnutrición. El número de personas hambrientas ha aumentado en cerca de 75 millones el último año, explica un informe de Cáritas-España. El hambre es un problema ético, como decía Gandhi: «el hambre es un insulto, humilla, deshumaniza y destruye el cuerpo y el espíritu; es la forma más asesina que existe». Pero también es resultado de una política económica. El alimento se transformó en ocasión de lucro y el proceso agroalimentario en un negocio rentable. Se cambió la visión básica que había predominado hasta la llegada de la industrialización moderna. Entre la Tierra y el ser humano se articulaban relaciones de respeto y de mutua colaboración. El proceso de producción industrialista considera la Tierra solamente como baúl de recursos a ser explotados hasta que se agoten. ¿Qué hay detrás del hambre? Detrás de esta realidad está el alza del precio de los alimentos, que alcanzó 52% entre 2007 y 2008. Algunos productos básicos como el arroz sufrieron un incremento de más del 200%. Sin embargo, el aumento de los precios de los alimentos no se debe a la falta de producción, ni a la reducción de las cosechas por el cambio climático o a la influencia de los biocombustibles. «Las razones del incremento de precios hay que buscarlas en las políticas agrarias de las últimas décadas, centradas en la rentabilidad comercial de los alimentos, en lugar de garantizar el derecho a la alimentación, y en la especulación financiera en mercados de futuro y fondos de inversión con los productos alimenticios», afirma Cáritas, al presentar en España el programa «Derecho a la alimentación. Urgente». «Gracias a las recetas de las instituciones financieras como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en los años 80 la agricultura dejó de ser una prioridad para la mayoría de los países en desarrollo, que abandonaron los cultivos orientados a la alimentación de la población en aras de la producción destinada a la exportación», explica la institución de caridad católica. «Los países industrializados, mientras tanto, aprobaban programas millonarios de subsidios agrarios para su agricultura, lo que permitía la comercialización a precios más baratos de sus productos. Países que históricamente eran productores de alimentos se convirtieron en importadores netos de alimentos subsidiados, lo que, unido a la falta de inversión en tecnología, sistemas de riegos, capacitación, infraestructuras… terminó por hundir las agriculturas locales». Especulación con alimentos «En los últimos años, los avatares financieros de las Bolsas internacionales han dirigido las inversiones de nuevo hacia las materias primas, que se han convertido en valores seguros con los que especular. Para protegerlos, se han puesto en marcha medidas como la restricción de las exportaciones; el producto circulante se ha reducido cada vez más ante la misma demanda y, por tanto, los precios han aumentado», dice Cáritas. «Cuando tres de cada cuatro personas que pasan hambre, el 75% de los hambrientos, son trabajadores del mundo rural, es decir, productores de alimentos, y se generan alimentos para el doble de los habitantes que actualmente hay en el planeta, se evidencia que la violación del derecho a la alimentación es un problema de acceso a los productos y recursos suficientes y adecuados para satisfacer las necesidades alimenticias de todos los habitantes del planeta». El hambre en México Igualmente en nuestro país, las cosechas han sido buenas; sin embargo, el 13.8% de la población nacional padece hambre y pobreza, según reporta la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), cifras que pudieran considerarse «aceptables», dentro de los parámetros internacionales; pero otros estudios particulares desmienten ese dato: de acuerdo con el informe «Precios de Doble Filo» realizado por Oxfam Internacional, en México hay 40 millones de personas que viven en condiciones de pobreza y se convierten en el grupo más vulnerable frente a la crisis de precios de los alimentos. En el citado informe de Oxfam se indica que la pequeña agricultura de carácter familiar es la fuente de alimentos e ingresos de alrededor de 95 millones de hombres y mujeres en la región de México y Centroamérica. Asimismo, se indica que los más pobres gastan entre el 50 y el 70% de sus ingresos en alimentación, situación que provocará que las familias más vulnerables dejen de atender sus necesidades en salud y educación, para destinar todos sus recursos a la compra de alimentos. Las soluciones a la mano Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, diferentes instituciones internacionales señalaron que la solución al problema del hambre es «eficaz y conocida» y que requiere de 30 mil millones de dólares, a la vez que denunciaron la falta de apoyo a nivel globlal de los países desarrollados, que hablan de cifras billonarias para rescatar sus economías mientras reducen la ayuda al desarrollo. La ONG Acción Contra el Hambre ha declarado que «invertir en la lucha contra el hambre es la apuesta más segura y rentable porque, al contrario de lo que ocurre con la financiera, la crisis alimentaria tiene una solución eficaz y conocida». También explicó que se habla de «hambre estacional» porque «es un fenómeno que ocurre todos los años, es una situación previsible, por lo que es también evitable». «Hay hambre estacional porque las familias pobres tienen pocas reservas alimenticias» y porque no tienen la renta suficiente para comprar alimentos. Por su parte, la organización Save the Children denunció igualmente que millones de los niños más pobres del mundo, que sufren desnutrición, podrían enfrentarse con un futuro aún más incierto como consecuencia de la crisis financiera, de combustibles y de alimentos. «Como resultado de las tres grandes crisis que se han desatado en menos de un año, la mayoría de las familias de todo el mundo tendrán más dificultades para alimentar a sus niños, para proporcionarles acceso a la atención sanitaria y para mantenerles en la escuela» |