Muna Zul entonó en la ex hacienda de San Gabriel su canto íntimo y sutil, que homenajea a la voz
Para su penúltimo concierto del 36 Festival Internacional Cervantino el escenario de la Ex-Hacienda San Gabriel de Barrera se vistió con ligeras telas de la India, un cajón y tres micrófonos. Tres chicas alegremente vestidas saludaron al público entonando una canción en lengua purépecha. Así comenzó un concierto íntimo y sutil, un homenaje al instrumento tan cercano y al mismo tiempo tan volátil: la voz.
A medio día del sábado, el viento se colaba por la entrada del escenario mientras cada una de las tres voces, de distintos tonos y timbres, encontraba su propio lugar junto a las otras. Así puede tratar de definirse al trío a capella Muna Zul, en vida desde 2001: tres distintos universos femeninos que, a través del canto, se encuentran, acompañan y alimentan entre ellas.
Percusión humana, ritmos orgánicos, voz, melodía, sonidos guturales, con Dora Juárez, Mariel Henry y Leika Mochan, la voz es un proceso sobre el que hay que detenerse y cualquier chasquido puede contribuir en la composición de un tema.
Con su segundo tema Lyrics 4 Rodolph destanteó a aquellos que pensaban asistir a un concierto de cánticos celestiales. Basado en una canción de los años 60, este arreglo explora las posibilidades de la voz, combinada con el ritmo: percusiones, teléfono que suena, campanas, palabras, «tun taque co/tun taque co/ra cacá cacá cacacá».
Como traviesas niñas que todo agarran y tocan, las munas han buscado capturar y absorber cuanto ritmo o posibilidad vocal se ha cruzado por su camino. Cantos árabes con Ghazali, son jarocho o cubano con Mata que crece, soul, funk, reggae, canciones de cuna cubana, Muna Zul se acerca a todo, y por medio de su voz, cada una de sus integrantes nos habla de su tiempo, devolviendo un canto siempre ligera y encantadoramente adulterado.
De diversos orígenes Dora, Leika y Mariel integran sus historias e intereses personales a cada uno de los temas: historias de amor, con Guayabón, de viajes internos y externos, de maternidad, de muerte, y de una búsqueda por encontrar un refugio propio…»Tell me where is my nest, cose I need a place to rest!», se escuchó, detrás de los aplausos.
Muna Zul viva y reinventándose constantemente, ofreció un impecable concierto íntimo.