«Día de Mueros» de Julio Figueroa

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Día de muertos,

día de vivos:

Elías Canetti y el Kikín

Queretano    

Julio Figueroa   

    

Jusep Torres Campalans decía que los muertos cuando son de calidad retoñan siempre y, precisamente para que retoñen, es bueno regarlos de vez en vez.

Como en otros años, estos días de muertos mexicanos releo a Elías Canetti (1905-1994). Llevo en la mochila tres de sus libros y ando en el panteón municipal.

Allí está la tumba del Kikín Queretano, llena de flores y bien asistida, blanca y fresca, con el escudo Puma universitario. Me siento cerca.

En los tres sentidos. Saco los libros de Canetti y medito un poco bajo la suave sombra. Me rasco los esos, perdón. Miro las tumbas.

Pienso en Canetti: también le gustaba deambular por los panteones. Hay una foto de él sentado en una banca del cementerio de Hampstead, Inglaterra. Nunca cerró los ojos a la muerte. Peleó a muerte contra la muerte.

Hasta que la muerte lo cogió con los ojos cerrados: durmiendo. ¿Qué estaría soñando? ¿Qué vio por última vez? ¿Qué imágenes únicas se llevó a la tumba? Su hija lo encontró muerto-dormido cuando el domingo fue a buscarlo a su habitación al ver que no bajaba a desayunar. Y eso es todo.

Un 13 ó 14 de agosto de 1994. En aquel caliente agosto mexicano de elecciones el día 21; con los zapatistas en armas. ¿Ganó Zedillo o se dejó ganar Diego? Era el tiempo de las “concertacesiones”. ¿San Juan del Río, México y Querétaro? ¡Qué chula democracia tenemos: como la de México no hay dos!  

     Regreso a Elías y al Kikín Queretano bajo su tumba. Música de Rolling en mi coco. Anoche marqué unos apuntes de Canetti que me han sostenido durante años. No exagero. Los palabreros rodantes se alimentan de palabras rodantes. Los escritores se sostienen con otros escritores. La literatura es el don de la vida durante la vida y más allá de la vida. No exagero. Palabra de palabrero.  

     Como otros dicen oraciones, yo leo en voz baja a Elías Canetti frente a la tumba del Kikín Queretano:  

     –El valor de decir una y otra vez lo mismo hasta que ya no haya forma de suprimirlo. (1976).  

     –Se puede no ser absolutamente nada, se puede haber fracasado de la manera más deplorable, y, sin embargo, servir de algo siendo consecuente con una sola cosa. (1975).  

     –Si los escritores no se sostuvieran unos a otros, ¿qué quedaría de ellos? (1985).  

     –Tu pecado original: abrir la boca. Mientras escuchas, eres inocente. (1962).  

     –Uno gira toda su vida en torno a las mismas ideas, como alrededor de varios soles. (Ibid.).  

     –Decir lo más terrible de manera que ya no sea terrible, que haya esperanza porque ha sido dicho. (1964).  

     –De él ya sólo quedan huesos, pero ¡qué ruido hacen! (1965). 

     –No hay escritor que valga sin heridas abiertas. (Ibid.).  

     –Olvidar lo que uno ha hecho. Es lo más importante. Pero hay que haber hecho algo. (1967).  

     –¡Cómo fortifica el rechazo! (Ibid.).   

     –El impulso de decir algo cien veces; el deseo de silenciarlo. (1970).  

     –No callar ni siquiera en la muerte. (Ibid.).     

     –Servir en lo que nadie sirve. (1997).     

     –Taparse la boca y no enmudecer. (1993).  

     –Los inadaptados son la sal de la tierra. (Ibid.).  

     –El efecto retardado lo es todo. (Ibid.).   

     –Notas breves y rápidas. Apuntes sueltos y diversos. Hablar en silencio y distante. (1971).  

     –Tener una idea y no soltarla. (Ibid.).  

     –Es imposible pasar en silencio una muerte. (Ibid.).     

     –Un escritor que no tenga una herida siempre abierta no es un escritor para mí. (Ibid.).      

     –Sólo se puede hablar una y otra vez sobre las mismas cosas. Es bueno que no sean demasiado pocas. (Ibid.).  

     –Uno que anda sin parar. Camina y camina, no llega a ningún lado y sigue andando. (1967).  

     –Quien habla siempre consigo mismo, día tras día, una y otra vez, acaba impresionando: la fuerza de los diarios. (1966).  

     –Ser transparente y mantener el misterio. (1997). 

     –Uno vive por esos instantes de rapidez. (1955).  

     –Escritor de apuntes sin premeditación, alevosía ni ventaja. (1995).  

     –Apuntes: llamas vivas. Aforismos: diamantes congelados. Letras desnudas, respirando y temblando. Trozos vivos. (Ibid.).   

     –No vuelvas a decir cielo. Busca el ombligo del mundo. Quédate solo y pronuncia las palabras no destinadas a nadie. Toma los caminos trillados y rómpelos sobre tu rodilla. Prosigue solo e inseguro. Desbórdate o calla. No te rindas. No pidas nada. Desnudo. Abajo, en lo más hondo, sopla el aliento del mundo. (1986-1992).  

     –La historia le pone los cuernos a los poderosos. (Ibid.).  

     –El alma es múltiple, pero le gusta pasar por simple. (Ibid.).   

     –La gente evita al que repite siempre lo mismo. Pero si lo repite con la suficiente desconsideración, se dejan dominar por él. (Ibid.).  

     –Derrocha palabras, las olvida, los demás… quién sabe. (Ibid.). 

     –Yo no quiero matar a mis enemigos. ¿Qué haría sin ellos? (2008).  

     –Toda palabra tiene sus víctimas. Pero yo no puedo esquivar mis propias palabras. Soy la primera víctima. (1986-1992).  

     –Sólo existe lo que anotamos al instante. (Ibid.).    

     –Él no escribía sus palabras, las caminaba. (Ibid.).  

     –Si hubiera aprovechado el tiempo, no habría llegado a nada. (Ibid.).  

     –Lo que uno sabe que nadie sabe; lo que uno dice y nadie más puede decir. (Ibid.).  

     –De nada sirve decirse la verdad, siempre la verdad. La verdad que no se transforma en nada es horror y devastación. (Ibid.).  

     –No hay que refutarse. Lo único decoroso es callar. (Ibid.).  

     –Todos esos sentimientos inútiles, como los de los animales antes de ser sacrificados. (Ibid.). 

     –Que uno se irá realmente y no habrá pasado nada, y que uno no ha hecho nada y sólo ha entrevisto a ratos lo que hubiera debido hacer. (1980).  

     –¿Limitarse a aquello que realmente nos concierne? ¡Preguntar precisamente por aquello que no nos concierne en absoluto! (1986-1992). 

     –Nada lo sostiene, nada, salvo las palabras. (2008).   

     Bebo una Coca-Cola y como una torta. Camino un poco y me vuelvo a sentar. Veo a los vivos regando y platicando con sus muertos. La enseñanza y el mandato de Canetti: Vivir tu tiempo. Sintetizarlo. Oponerte. Obstinada y aperradamente. Ponerlo en palabras (crear espacios, tender puentes). 

     Canetti está enterrado en el cementerio de Zurich, la bella ciudad de Suiza, donde está también James Joyce.     

     Cuatro años ahí abajo, Kikín. Aquí afuera lleva años la ola de sangre y cubre a todo el país. Así las cosas. Hasta luego, Marco Antonio, no estamos en paz.  

     –Con un saludo especial a mi amigo y abogado y dialogante Arnulfo Moya Vargas.       Qro. Qro. Centro Cultural Manuel Gómez Morín.Último de octubre, primero de noviembre,2008.

juliofime@hotmail.com

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