Querétaro, en el mapa de la laudería mundial
Un laudero debe tener visión de lo que quiere del violín, porque cualquiera puede reproducir un violín pero no crear una personalidad única:
Horacio Pinheiro.
Foto Demian Chàvez.
Diario de Querétaro
Margarita Ladrón
En el mundo existen alrededor de 15 escuelas de laudería de nivel superior, de un total de aproximadamente 60 reconocidas que incluyen nivel técnico o cursos de perfeccionamiento avanzado. Desde Corea, Suecia, Escocia, Australia, Estados Unidos, Canadá, India hasta la Cívica Scuola di Liutería de Milán y la Scuola Sezione di Liuteria de Cremona, las dos más importantes y antiguas. Querétaro se encuentra en el grupo de esas quince que a nivel superior enseñan el oficio de más de 400 años de edad: la construcción y restauración de instrumentos de cuerda frotada. Y por cuarta ocasión, la Escuela de Laudería del Instituto Nacional de Bellas Artes ha convocado a lauderos de los cinco continentes a competir por el primer lugar en la Trienal Internacional de Laudería, el cual según el afamado restaurador argentino Horacio Pinheiro, es única en el mundo por el monto que ofrece: 150 mil pesos a quien sea evaluado como el mejor.
Y no es cualquier persona quien lo dice: La labor docente de Pinheiro se ha extendido por diversas partes del mundo, como su intervención en la segunda convención de violín Nicolò Paganini o su trabajo en Italia, Francia y Nueva York -donde reside- restaurando instrumentos históricos.
Hasta el cierre de la convocatoria el viernes se recibieron poco más de veinte instrumentos provenientes de China, Italia, Argentina, España, Corea y México.
Pensado inicialmente como bienal, este concurso inició en 2001 bajo la dirección de la musicóloga Laura Corvera Galván y desde entonces ha contado con una creciente participación de lauderos de todo el mundo, además del apoyo del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, la Orquesta Filarmónica de Querétaro, la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Instituto Municipal de Cultura y la dirección del INBA, entre otras instituciones. Los ganadores han sido: 2001, Neil Kristof Ertz (Escocia-Inglaterra); en 2003 Martin Heroux, (Canadá); y en 2005 si bien el primer lugar se declaró desierto, el segundo lugar fue compartido por Tania Cepeda de México y Gustavo Bellido, de Argentina.
En esta ocasión los jurados son tres lauderos y dos violinistas de talla internacional: Raymond Schryer (Canadá); Horacio Pinheiro (Argentina); y Alessandro Voltini (Cremona, Italia); así como Domenico Nordio (Italia) y Jorge Risi (Uruguay-Italia), quienes ya se encuentran en Querétaro para evaluar los instrumentos resguardados en la bella casona de Hidalgo 20, sede de la Escuela de Laudería.
Pero Pnheiro está en Querétaro aplicando también un taller superior de restauración a los alumnos de la Escuela de Laudería, quienes restauraron ocho instrumentos, incluyendo dos joyas italianas del siglo XVIII pertenecientes al Conservatorio Nacional de Música. Pinheiro se encuentra satisfactoriamente halagado por el trabajo de los jóvenes, quienes aprovecharon al máximo la oportunidad de trabajar bajo la guía de tan eminente maestro estos dos violines históricos. «Estos instrumentos son muy importantes y los alumnos tuvieron mucha avidez de observar y compenetrarse en la restauración hasta el punto en que me encuentro sorprendido del trabajo que han hecho», reconoció en entrevista este laudero nacido en 1939 discípulo de Henry Viret y Jacques Français.
La intención de restaurar estos valiosos instrumentos surgió en la primera visita del profesor Pinheiro, el año pasado. Es por ello que en el marco de la Trienal de Laudería, este afamado restaurador se encuentra desde hace casi dos meses trabajando con los alumnos «los instrumentos se encontraban en un estado muy lamentable, era una restauración muy valiosa y muy cara, por lo tanto los alumnos tuvieron un gran estímulo para trabajar, lo cual me ha sorprendido y halagado que estos chicos tengan un futuro en la restauración; sería bueno que se de nuevamente esta oportunidad de dar talleres, no conmigo si no con otra persona porque los jóvenes necesitan trabajar con instrumentos importantes, así se les desarrollará la visión de lo que es la alta restauración y aquí hay chicos competentes».
Nacido en Italia y perfeccionado por Nicoló Amati, Antonio Stradivarius y Andrea Guarnerius en los siglos XVII al XVIII, el oficio de la laudería es muy dedicado y delicado. «En la restauración y la laudería intervienen todas las profesiones: hay que conocer la madera, el origen del instrumento y su escuela, el autor y sus condiciones personales; el terminado del barniz, los colores, el uso experto de las herramientas y suma concentración pues cualquier error puede destruir una obra de arte» explica Pinheiro, quien empezó formalmente como laudero a la edad de 14 años. «Un laudero debe tener dos cualidades: la mente y la habilidad manual para este oficio» afirma.
La tecnología siempre será un accesorio para la creación de un violín. Pero hace 400 años que se comenzó con la escuela italiana de violín y al día de hoy se mantiene la tradición lo más apegado a como era antes. «Las tecnologías han evolucionado para medir y cuantificar, pero no suplirán nunca lo que se hace con las manos», dice Pnheiro. El afamado violinista uruguayo-italiano Jorge Risi, quien también será jurado en esta Trienal, lo define en entrevista así «La laudería se hace con las manos. En las manos está depositada una sabiduría ancestral, que -por ahora al menos- la más sofisticada tecnología no ha alcanzado. Pero que transmite además por otros canales, valores que son reconocidos en forma emocional -para mí la más importante- por cualquier ser humano». Pihneiro coincide: «La inventiva del ser humano y que sobresale como arte no se puede ayudar por una computadora