Querétaro; La Ciudad

queretaro-y-el-turismo-007.jpg 

Circunferencia de la Ciudad 

“Se halla tener dicha ciudad de circunferencia: 14 288 varas y una tercia, que componen dos leguas y tres cuartas de otra, con mas de 538 varas y una tercia. Va de la esquina del barrio que llaman de Pathé, mirando al oriente y rumbo al poniente hasta el Barrio de Santa Catarina, hasta ser  frente a la Garita·” 

“Dicha ciudad en su material fábrica, con los suntuosos templos que la componen, tres principales plazas que la adornan y con 138 calles que la dilatan y hermosean” 

El Centro de la Ciudad

 

de Querétaro

José Félix Zavala 

A partir de los últimos 50 años,  La Ciudad de Querétaro dejó un acusado abandono y un deterioro progresivo en que se mantuvo desde 1810 hasta 1950 aproximadamente y a pesar de ese despegue desarrollista, su centro o ciudad antigua es, de todo el territorio municipal, el que mayor número de problemas mantiene en la actualidad. 

En él encontramos lo más representativo de las instituciones de nuestra ciudad, sean de orden político, económico, cultural o arquitectónico; es el espacio donde se conjugan los valores y símbolos de nuestra comunidad urbana, donde se da una gran actividad comercial y artesanal y un marcado abandono de su vocación primaria que fue residencial. 

Es imperante por su trascendencia, rescatar para las generaciones presentes y futuras, el centro de nuestra ciudad, porque es el espejo de su vida y la expresión de su diversidad, contiene las raíces vivas de la comunidad, nos da significado, identidad, nos sitúa en el tiempo y en el espacio, y su valor estético cumple un lugar privilegiado dentro de las múltiples ciudades de nuestro país y del mundo. 

Es urgente que nuestra ciudad perviva a través de la preservación rigurosa de la ciudad antigua, consistente en el centro con sus barrios ancestrales y tradicionales, formados durante 250 años y abandonados a su suerte durante el S. XIX y la primera mitad del S. XX y allanados por el “progreso” desde 1950 hasta nuestros días. 

No olvidemos que la ciudad antigua o el centro de nuestra ciudad, es un conjunto de bienes monumentales, resultado de un trabajo colectivo a través del esfuerzo de muchas generaciones y que pertenece a sus habitantes, por la historia a los del pasado, por nuestras múltiples necesidades a los del presente y por compromiso a las del futuro, por lo tanto es necesario permanentemente, restaurarlo y conservarlo, si no queremos que lo más importante de nosotros mismos sea perentorio.

La antigua ciudad o centro, ocupa un poco más del 2% del territorio municipal, esto es 18 kilómetros cuadrados, dentro de una extensión municipal, un poco superior a los 750 km2. Este pequeño espacio puede desaparecer aunque nos parezca amarillista la noticia, si seguimos provocando el abandono habitacional de sus antiguos barrios, si permitimos un tráfico vehicular indebido y si le damos nuevos usos, sobre todo innecesarios  a los edificios que la componen. 

Con el objeto de salvarle la vida a la ciudad que construimos durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad el 5 de Diciembre de 1996, a este entorno que conocemos como el centro o la ciudad antigua, para su protección y restauración de sus expresiones arquitectónicas que son un extraordinario patrimonio del que además de depositarios somos responsables. 

El centro de la ciudad con sus 17 monumentales conventos y 11 barrios, nos da un escenario de arquitectura mexicana del siglo XVIII que aún no perdemos y no valoramos lo suficiente, pero que estamos en grave riesgo de no tener y de no heredar a las nuevas generaciones. 

La ciudad antigua es un bien público, que hemos recibido como herencia que nos permite los vínculos sociales y la quiebra del anonimato de la vida ciudadana. 

Es urgente e indispensable salvar el Río Querétaro, que viene desde el Cerro del Zamorano, pasando por La Cañada, cruzando y dividiendo nuestra ciudad, en dos bandas, ya que fue, después de la caída de la ciudad prehispánica, quien dotara de agua potable a la nueva ciudad a través de acequias, hechos sucedidos en los albores del siglo XVl, por ello es una obligación nuestra su recuperación. 

Los varios kilómetros del ducto que desde los ojos de agua del Capulín, en La Cañada viene y por los maravillosos 74 arcos,  sortea el vado de Carretas,  conduciendo el agua limpia a Querétaro, en la primera mitad del S. XVIII, cuando la enfermedad destrozaba a su población, en medio del júbilo de sus habitantes fue recibida esta obra hidráulica que debe conservarse y restaurarse y es otra de nuestras obligaciones generacionales. 

Son “Los Arcos” también parte del patrimonio que debemos conservar y restaurar. Lo mismo hay que decir de los edificios más notables que los tenemos en gran cantidad y lujo, los varios portales, sus iglesias, conventos, calles, callejones, que nos permiten llevar en nuestros ojos una imagen de lo que hemos sido y podemos seguir siendo. 

Si miramos nuestro valle, desde lo más alto de la pirámide monumental del Cerrito, que nos muestra a la ciudad en sus orígenes, estimados desde el año 300 a.C. nos obliga a la conservación y mantenimiento de nuestro centro o ciudad antigua junto con los monumentos que en sus cercanías le dan esplendor. 

Si recordamos que desde la era prehispánica hasta la actualidad la Ciudad de Querétaro es garganta de tierra adentro y el cruce de los caminos que vienen del Pacífico,  Norte y  Golfo, para volverse a distribuir a partir de nuestros valles, hacia la Costa Chica,  Sur y  Sureste de nuestra nación, nos debe hacernos sentir obligados a cumplir las leyes y decretos que nuestra moralidad nos exige. 

Respetar en beneficio de nosotros mismos y de las futuras generaciones, conservando y restaurando el centro o la ciudad antigua de Querétaro, nuestro hogar común, es una obligación que debe llevarse sin dilación ni distracción. 

Sea que miremos a Querétaro desde la Plaza de Arriba, custodiada por los Portales de Samaniego, de Dolores, o del Portal Quemado, o desde la Plaza de Abajo, donde en sus cercanías encontramos el Portal de Panaderos, el Portal Bueno, el Portal de Peregrinos, o el Portal de  las Tamaleras, nos invitará a recordar que a partir de la esquina de la Av. de 5 Señores y la salida del Camino Real (Esquina de las calles Juárez y Madero) nació el nuevo Querétaro a principios del S. XVI y permitió en sus entrañas ser el escenario de los acontecimientos más importantes de nuestra patria.