Lanzan redición de San Cristóbal
de Las Casas, de Andrés Aubry
Registra la historia de la ciudad de
Javier Molina
San Cristóbal de Las Casas, Chis., 30 de noviembre.
La segunda edición del libro San Cristóbal de Las Casas: su historia urbana, demográfica y monumental (1528-1990), escrito por Andrés Aubry y Angélica Inda, fue presentada en el Ex convento de Santo Domingo.
“Yo conocí a este matrimonio en las reuniones nacionales que organizó el Archivo General de
Reconoció también que bajo la dirección de ambos, el Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal tuvo una trayectoria importante. “Indudablemente, en el medio de los archivos fueron reconocidos como celosos guardianes del acervo documental, tan valioso como desconocido, y gracias a la labor de investigación que realizaron pudieron difundir de manera temática la rica historia resguardada en el archivo de esa diócesis.
“No hay otro interés –subrayó– que rescatar un trabajo histórico vigente, que como legado dejó Andrés Aubry a San Cristóbal de Las Casas, con el deseo de que sea conocido y apreciado mediante su historia.
“Su espíritu siempre fue que sus escritos se devolvieran al pueblo de una u otra manera, y es lo que estamos haciendo”, resumió en el acto Pablo Iribarren, actual responsable del Archivo Histórico Diocesano.
En la obra, publicada por Editorial Fray Bartolomé de Las Casas, Andrés Aubry presenta así la ciudad: “San Cristóbal de Las Casas es esta ciudad encantada que se construyó con la boñiga de caballo, la paja de trigo o la juncia de ocote; la clara de huevo y la viruta de pinabeto, como en los cuentos de hadas.
Estas materias primas insólitas conforman respectivamente el tejado, el adobe, el estuco y el tejamanil que identifican inconfundiblemente a la antañona ciudad. Pintores y poetas fuereños o locales, así como artesanos lugareños no menos artistas, se encariñaron con su tejido urbano y lo renovaron con sus creaciones”.
En el capítulo La gente, encontramos esta lúcida observación acerca de la existencia histórica de una ciudad: “Si un conjunto urbano-monumental sigue habitado por un volumen consistente de gente, es decir, por una población que sigue inyectándole vida, estamos históricamente en presencia de una ciudad. Dicho de otro modo, la pura aglutinación de habitantes en un mismo lugar tan sólo dibuja un fenómeno migratorio; pero cuando estos pobladores dejan allí una huella durable, visible, permanente, con los medios que sea, le dan una existencia histórica que se llama ciudad”.