Sexta iniciativa: Adoptar una familia en desgracia

Cifras
No existen entre nosotros –ni en ningún otro lugar del mundo—cifras exactas o siquiera aproximadas de las familias en desgracia.  Por una sencilla razón: la desgracia puede ser (y de hecho es) de muchos tipos: económica, moral, espiritual, fruto de una quiebra, de falta de empleo, de viejas disputas, de la intromisión del alcohol o las drogas, de un embarazo anticipado…  Reducir la desgracia al ámbito económico suele ser el mejor de los pretextos para no ayudar a otra familia.

Objetivo
Encontrar los vacíos de una familia cercana y ayudar, entre todos los miembros de nuestra familia, a aliviar las consecuencias y las circunstancias de la desgracia.  Con el ejemplo, con el testimonio, con la lectura compartida de los Evangelios, con la oración, el Santo Rosario, con la ayuda efectiva, la comprensión, el consuelo, con el compartir lo más importante de todo: el tiempo.  Se trata, en esta iniciativa, de acompañar en todo el proceso de alivio a otra familia en desgracia.  Y establecer la amistad cristiana que hace presente a Jesús entre los hombres.

Logro
Establecer la solidaridad cristiana, que no acepta medias tintas con otra familia; llevar los lazos de
cercanía al plano efectivo y afectivo.  Mostrar a la otra familia, a la familia en desgracia por algún problema económico, moral o espiritual, que no está sola. Y establecer los principios de una sociedad sana. El Papa Juan Pablo II lo dijo en muchas ocasiones: si la familia está sana, la sociedad también lo está; y si enferma, lo mismo la sociedad.

¿Qué hacer?
Detectar, mediante la conversación, cuál es el origen de la desgracia de la familia que adoptemos.  Por ejemplo, el problema del alcoholismo de uno de sus miembros.  Recomendar curación externa, acompañar en el proceso, orar con ella, proponerle salidas, buscar los espacios para alejar al que padece la enfermedad de caer en ocasión…  El acercamiento dependerá de cada problema.  Lo que importará será el seguimiento y la amistad.