Figuras de la memoria
Todas las imágenes y los textos son publicados en el libro Geometrías de la imagimación. Querétaro
Foto Diario de Querétaro.
Diario de Querétaro
Diego Prieto
Los seres humanos tienen la capacidad de elaborar símbolos mediante los sí mismos, sus anhelos, sus ideas y sus recuerdos, que de esta manera pueden materializarse en signos que constituyen un saber y una memoria colectivos. Esta capacidad de asignarle a las cosas o a los actos la facultad de evocar o representar otras cosas, es la que permite la existencia del lenguaje, las matemáticas, el pensamiento abstracto y el pensamiento simbólico, elementos fundamentales de la cultura como construcción humana de un mundo metanatural. Por eso es que muchos antropólogos han considerado que el lenguaje, como sistema de signos compartido por los miembros de una comunidad, es el ámbito en que se constituye el ser humano como ser cultural, capaz de trascender, desafiar o contrariar su propia condición natural.
Ahora bien, si la cultura humana se forma en el habla, lo hace igualmente en el dibujo, en la plástica, y en la elaboración de figuras para representar cosas y acontecimientos dignos de ser evocados, destacados, clasificados o recordados de esa forma. Así, la pintura rupestre y el petrograbado constituyen artes tan antiguas como los primeros hombres.
Los grupos humanos se forman una idea del mundo y de su ser al nombrar las cosas y también al dibujarlas y plasmarlas en representaciones figurativas o prototípicas; hasta que el lenguaje y el dibujo se fusionaron en la escritura, invención que acompañó a la conformación de las grandes civilizaciones de la historia. En este marco, uno puede seguir el desenvolvimiento de una cultura a observar los dibujos a que ha dado lugar, aproximándonos así a la manera como, desde un determinado universo cultural, se perciben, ordenan, representan, califican y simbolizan las cosas y hechos que interesan o motivan a las personas que se inscriben en él.
De ahí la importancia de un trabajo como el que ahora presentamos: Geometrías de la imaginación. Diseño e iconografía de Querétaro, que nos acerca al mundo simbólico de las sociedades y culturas que han ocupado el territorio queretano desde los primeros tiempos más remotos hasta la actualidad.
Por su geografía y por su historia, Querétaro ocupa un lugar central en los procesos sociales y culturales que dan lugar a la nación mexicana, que convergen en su difícil gestación y que explican y nutren su diversidad.
En la historia antigua de México, el territorio queretano constituyó un área de intensa frontera cultural; una zona de encuentro, movilizad poblacional, intercambio y confrontación entre distintas culturas, lenguas y señoríos, que le otorgaron un gran dinamismo. Hablamos de un espacio de articulación y de contacto entre los pueblos agrícolas mesoamericanos y los grupos de recolectores cazadores del norte de México, genéricamente conocidos por los nahuas del altiplano como «chichimecas».
fue ocupado por dos alcaldías mayores: la de Querétaro y la de Cadereyta. A partir de Querétaro se iniciaba, hacia el norte, la llamada Gran Chichimeca. Al ser descubiertas en el siglo XVI las minas de Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí, se incrementó el interés por el poblamiento y explotación de aquellas tierras promisorias, al tiempo que los otomíes, liberados de la dominación mexica, se expandían hacia el norte, con la anuencia de la corona de España, que trataba de utilizarlos como escudo para contener y replegar a los molestos e indómitos chichimecas. Así, en la segunda mitad del siglo XVI tuvo lugar la llamada «Guerra Chichimeca» contra los españoles y sus aliados, que tuvo como efecto el paulatino exterminio de muy diversas tribus chichimecas, así como la sujeción en congregaciones y pueblos de altos grupos pacificados.
Paralelamente, hacia la Sierra Gorda se replegaron algunos grupos irreductibles, pames y jonaces, que conservaron sus propias expresiones culturales y que hasta el siglo XVIII se mantuvieron en resistencia. Como cabeza de playa para la penetración en la Sierra Gorda. A mediados del siglo XVIII el gobierno virreinal emprendió en el área una campaña militar centrada en la eliminación y el exterminio de los indios gentiles, que desembocó unos años después en la transferencia de las antiguas misiones agustinas a los franciscanos procedentes del Colegio de Propaganda Fide, quienes desarrollaron un intenso trabajo misionero entre la población, que dio lugar a impresionantes misiones de Jalpan, Concá, Landa, Tancoyol y Tilaco.
Desde la conspiración de Independencia, en los inicios del siglo XIX, hasta la restauración de la república en 1867, Querétaro vivió con intensidad las confrontaciones que dieron lugar a la consolidación de México de la primera república federal, los queretanos reivindicaron su derecho a existir como una entidad política soberana, de modo que Querétaro fue incluido como uno de los diecinueve estados reconocidos en la Constitución de 1824.
Punto de reunión e una de las principales conspiraciones independentistas; capital de la República durante la invasión de México por los Estados Unidos; último refugio del malogrado imperio e Maximiliano, fusilado en el Cerro de las Campanas; sede del Congreso Constituyente de 1916-17; Querétaro ha sido siempre escenario privilegiado de las principales páginas de la historia mexicana.
Las figuras que se compendian en este libro dan cuenta de la profundidad histórica y la riqueza cultural que caracterizan a Querétaro. Esta publicación, dedicada a compendian figuras emblemáticas del arte queretano de distintas épocas y orígenes, se distribuye en cuatro grandes apartados: arte rupestre, arte prehispánico, arte colonial y arte indígena contemporáneo.
El apartado dedicado a las expresiones gráficas rupestres incorpora las manifestaciones plásticas más antiguas que podemos encontrar en el territorio queretano, cuyos primeros ejemplos se remontan al cuarto milenio antes de Cristo. Estas pinturas y grabados en piedra están vinculados con el desenvolvimiento de grupos de recolectores cazadores, que desde entonces hicieron presencia en esta región y continuaron ocupando el territorio aún después de que los pueblos agrícolas aparecieron en el área, estableciendo con ellos relaciones de intercambio y enfrentamiento. Sin embargo, encontramos también arte rupestre correspondiente a sociedades agrícolas sedentarias. Por otro lado, aunque la mayor parte de las figuras que se presentan corresponden a la época preshispánica, pueden encontrarse algunas del periodo virreinal.
El apartado correspondiente al arte prehispánico incorpora expresiones correspondientes a las sociedades agrícolas que habitaron en los valles de Querétaro y la planicie de San Juan del Río. La mayor parte corresponden a los periodos epiclásico y posclásico temprano y proceden de los sitios conocidos como El Cerrito, en el municipio de Corregidora, el Barrio de la Cruz, San Juan del Río, y El Colorado, municipio de El Marqués.
El apartado que se ocupa del arte virreinal incorpora motivos plásticos procedentes de las misiones de Santiago de Jalpan, Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol, San Miguel Concá, Santa María del Agua de Landa y San Francisco del Valle de Tilaco, en la Sierra Gorda queretana, fundadas a mediados del siglo XVIII por los franciscanos encabezados por Junípero Serra. El trabajo de este capítulo corrió a cargo de la antropóloga Heidi Ursula Karin Basser Remp de Chemin, recientemente fallecida, a quien le tributamos el más cariñoso homenaje.
El último apartado presenta algunas muestras del arte que hasta la actualidad elaboran los pueblos otomíes de Querétaro en los dos municipios con la mayor concentración de población indígena en nuestra entidad: Amealco y Tolimán.
El libro incluye un glosario con una explicación general de cada uno de los apartados y un índice en el que aparecen todas las figuras con una clave de identificación, el lugar del que proceden, la época a la que corresponden y una descripción de sus características y su interpretación iconográfica.
Esperamos que todas estas figuras de la memoria queretana inspiren a los artistas, artesanos, diseñadores, promotores culturales y comunicadores del presente para seguir enriqueciendo la expresión de nuestras ideas y sentimientos.