Congreso mundial de las familias (católicas)
Carlos Martínez García
Por unos días la ciudad de México es el centro de reunión de los think tanks católicos, que buscan promover su concepto de lo que deben ser las familias. De entrada el sexto Encuentro Mundial de las Familias, que hoy se inaugura, empieza como un cónclave de baja intensidad por el hecho de que el renuente a viajar (prefiere estar dentro de las fronteras del Estado Vaticano) Benedicto XVI sólo participará en la actividad vía satélite. Eso sí, las bendiciones que envíe por el sistema electrónico tendrán la misma validez que si las hubiese impartido en vivo y desde el lugar del encuentro.
Por cinco días altas autoridades eclesiásticas católicas, liderazgos de organizaciones vinculadas confesionalmente con
Una mirada al programa del sexto encuentro muestra que en él tiene importante lugar la reiteración de la idea de que las leyes de los países deben reflejar los valores de
Uno de los lugares comunes a exaltar en la magna reunión por celebrarse en México será la supuesta fortaleza de las familias mexicanas, las cuales, según la interpretación conocida y acorde a la línea pastoral católica romana, deben su solidez a su cercanía con las enseñanzas eclesiásticas. En la medida que se alejan de esas enseñanzas, dejándose engañar por “doctrinas disolventes”, son presas fáciles de ideologías depredadoras. La verdad es que esa solidez enarbolada está muy lejos nuestra realidad. En todos los estratos sociales se dan en abundancia prácticas divergentes de lo sostenido doctrinalmente por
En un análisis que hizo trascender la jerarquía católica desde Roma, se declara que la crisis de la familia en nuestro país se debe a la penetración en la mentalidad del pueblo mexicano de temas “lejanos de la praxis popular” como el aborto, el divorcio y la eutanasia. Es decir, encontramos de nueva cuenta la reiteración de que son elementos exógenos los que seducen al pueblo inocente. No se considera a éste como sujeto y creador de sus propias alternativas de vida, sino objeto de intereses externos rapaces que impunemente devastan al inerme núcleo familiar nacional.
Al respecto, acerca de lo que se puede documentar con datos duros sobre las familias mexicanas y su cotidianidad (incluyendo, por supuesto, la “praxis popular”), no tiene desperdicio lo develado sobre el tema por Sara Sefchovich en su reciente obra País de mentiras (Editorial Océano). En el apartado “La familia: ¿un lugar de amor?”, la investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de
Cuando se responsabiliza siempre a los de afuera, y se concibe como inermes víctimas a los integrantes de la grey, los clérigos y sus allegados evaden que han sido incapaces de instruir en sus propios espacios a los millones de católicos que eligen comportarse de manera diferente a las instrucciones de