Héctor Suárez arremete
contra la violencia
hacia las mujeres
en una obra de teatro
Arturo Cruz Bárcenas
La señora de su casa es tratada como comedia, pero el texto es desgarrador, dice el actor
De Dario Fo y Franca Rame, es el monólogo de una mexicana capitalina de clase media
En la obra de teatro La señora de su casa, Héctor Suárez logra una de las mejores actuaciones de su carrera de más de 50 años; se convierte en una mujer golpeada, violada, sojuzgada, encerrada bajo llave en su propia casa, usada sexualmente por su marido, su cuñado y su amante. “Algunas señoras del público se han parado de su asiento y han dejado a sus maridos”, expresó el histrión en entrevista al final de la función del pasado domingo.
Luego de escenificarse 80 veces en varios sitios del Distrito Federal, La señora de su casa, de Darío Fo y Franca Rame, está ahora en el teatro Libanés, con toda su amargura.
Es una obra de la que nadie sale feliz, pero que sirve para verse al espejo y crear conciencia. A los hombres, para recordar cómo han sido con la madre, la hermana, la esposa, las hijas, la amante, con ellas como género, como la supuesta otra mitad.
En su camerino, ante la peluca, la ropa y el maquillaje que lo convierten en María Inmaculada, una mujer de clase media de la ciudad de México, Suárez habló de este monólogo del que ha salido avante. El desempeño de su papel es convincente.
Aún hay muchas cosas por hacer
Al final de la puesta, tras largos aplausos y agradecimientos de varias de las asistentes, Suárez dijo al público: “En relación con las mujeres en la sociedad aún quedan muchas cosas por resolver, porque muchas son sodomizadas, golpeadas, discriminadas, en la sociedad y en su trabajo, así como en el ámbito familiar.
“Al leer esta obra de teatro, de Darío Fo y Franca Rame, el italiano premio Nobel, me movió la ternura de esa pobre mujer, que de alguna manera representa a muchas otras del planeta, no sólo de México. Que Dios las ilumine a ustedes, mujeres aquí presentes.”
En la charla con
“Cuando un hombre se viste de mujer corre un riesgo: caer en lo burdo, lo absurdo, en lo facilón, en las puterías, en las joterías, pero no, aquí hay que mantener a una mujer desde que arranca hasta que acaba. Es una señora, sin hacer ninguna concesión absoluta al público.
“Es un mensaje y una protesta, porque la mujer sigue siendo maltratada, relegada y discriminada en su trabajo y en todos los ámbitos. En 2008 cumplí medio siglo de actor. Dije a celebrar, pues va, con esto. Me parece una obra hermosa. La calificaría de trágicamente cómica, o viceversa, porque el tratamiento es de comedia, pero el texto es desgarrador.
“Aquí han venido mujeres y hemos visto cosas muy interesantes; a unas que dicen: me acabo de ver en el escenario a mi madre, a una hermana, a una amiga. Dos se pararon en diferentes momentos y dejaron sentados a los maridos. Lo mismo hizo un hombre.”
Al ser analítica, la puesta hace que entren en conflicto las parejas. “Mueve el pasado. Es ese parlamento en el que ella dice: ‘y este señor quiere que por arte de magia me lubrique. ¿Cómo? Si el cabrón no me prepara. Me reclama que se le atora. ¡Pues prepárame, hijo de la chingada!’”
Suárez respira y por momentos bufa. Y, como si volviera a ser María Inmaculada, exclamó: “¡Como klínex, cabrón! Un periodista me hablaba de machismo. ¡No! Si vamos a hablar de machos, citemos al macho japonés, al español, al árabe, ¡uta! Las estadísticas son terribles en cuanto a mujeres golpeadas. ¡Las matan! Nosotros, los mexicanos, salvo algunas excepciones, somos bebés.
“En el capítulo de Mujeres asesinas en el que participo, me queman vivo. Hay que hablar de la violencia, pero con la finalidad de favorecer a la mujer. Muchas personas vienen y se van decepcionadas, porque creen que van a ver a Zoila (su personaje de su programa de televisión ¿Qué nos pasa?), mariconerías y todo eso, y no.”
Una madre sobreprotectora, amor que mata, expresa
Agregó: “Zoila fue muy trascendente porque fue la madre universal, la madre de muchos. Hay amores que matan y el amor que mata muchas veces es el de la madre sobreprotectora, cruel, tanto que hace ejercer la injusticia. Yo le di un tono cómico, como se lo da Darío Fo a María Inmaculada, pero cuando acabé de leer La señora de su casa, lloraba.
“Leí la obra hace nueve meses, me sacudió. Memoricé las 30 páginas en un mes, pero fue muy difícil. Si no entro concentrado se me puede olvidar el texto, además de que María reitera ideas. Debo estar muy vivo. Carlos Corona, el director, me hizo trabajar mucho en dos meses de ensayos. Juro que para hacerla de María tengo que sentir una vagina cuando subo al escenario.”
Aseguró que se ve a una mujer en el escenario y nunca a Héctor Suárez. “Es una obra amarga. ¿Cuántos cabrones no encierran a sus mujeres por celos?”
En otro tema, Suárez expuso: “Yo sí amo a mi país y hasta la fecha estoy pagando haber hecho ¿Qué nos pasa? Soy un actor al que no le permiten trabajar, porque soy un actor incómodo. Ni en Televisa ni en Tv Azteca ni en ninguna otra.
“Mis más recientes proyectos que mostré fueron ¡Ahí va el golpe! y ¡Ya basta! Ahora bien: hay que entender a las empresas también con su política, pues no tienen que contratarme a güevo, ¿no?
“Lo que sí digo es que no me voy a censurar. Con que no me dieran trabajo de alguna manera aprendí a vivir y a depender de mí mismo, así que ni me necesitan ni lo necesito. Ahí la llevo. Prefiero que la gente analice, piense y decida con la comedia franca, no con la comedia ñoña.
“Como en Televisa o Canal 13 no me dejan hacer lo que la gente está acostumbrada a ver de mí, prefiero no hacerlo. Mejor lo hago en el teatro La señora de su casa”, finalizó.