Estado religioso…
¿democrático?
Julio Figueroa
Un acto de Estado religioso… en el Teatro de
De la mano del Estado,
¿Qué es lo primero que llama la atención del recinto ya lleno hasta los topes y al inicio del acto denominado “La realización de la razón en el horizonte de la fe”? Que en el presídium hay once hombres de negro, es decir la clase religiosa católica está ocupando todo el estrado, y la clase política panista está en las butacas del público como simple espectadora. Es la primera vez que veo algo así en México: en un recinto histórico laico, los religiosos arriba y los políticos abajo.
Los jerarcas de
Los católicos panistas no vergonzantes: Alfredo Botello, secretario de Gobierno; Guadalupe Murguía, secretaria de Educación; Manuel González Valle, alcalde de Querétaro; Armando Rivera, ex alcalde y suspirante a gobernador… ¿Y el Góber Ausente? Pues eso, ausente como siempre. Que salió ayer a Europa, en gira de trabajo. Ah. Seguramente grandes asuntos de Estado y de interés internacional, estatal y nacional reclaman su valiosa presencia en el viejo continente. Ah.
Luego vinieron los discursos. Breves. Amables. Respetuosos. Prudentes, muy prudentes. Atentos. Cuidadosos… Las palabras emitidas sabían que estaban volando y pisando sobre un suelo y un clima muy delicados: el del encuentro abierto entre la clase religiosa y la clase política. Sólo un discurso fue guerrero y uno conceptuoso. Los centrales. Dentro de los nuevos parámetros establecidos. Interesantes, muy interesantes. Hay que abrirlos y desmenuzarlos críticamente.
Don Mario de Gasperín, anfitrión de la casa, no muy su casa, dio la bienvenida al secretario de Estado del Vaticano, y no cargó las tintas. Además era su cumpleaños y todos le aplaudieron afectuosamente.
Mario de Gasperín, obispo de Querétaro, al cardenal del Vaticano Tarcisio Bertone:
–Lo escucharemos con atención. Sea usted bienvenido a esta Diócesis de Querétaro, su casa.
Carlos Aguiar Retes, presidente del episcopado mexicano, enseñó un colmillo así de grande en materia política, intelectual y religiosa. Habló suavemente sobre el resquebrajamiento cultural en este cambio de época. Un breve discurso bien leído y bien pausado.
Carlos Aguiar, obispo de Texcoco:
–Existe una ruptura entre Evangelio y cultura. Es el drama de nuestro tiempo. Por ello, es preciso evangelizar la cultura. Inculturar [palabra nueva que se escuchó varias veces] la predicación… Replantear y transmitir la fe católica. Hace falta una nueva evangelización. Animar desde el cristianismo la fe y la cultura. [Tal vez les falta un Ramón López Velarde del siglo XXI].
(Estoy esperando los textos centrales que me prometieron para citarlos bien y discutirlos con rigor. El discurso guerrero del orador Rodrigo Guerra López y el discurso conceptuoso del afable Tarcisio Bertone. Gracias por su atención. Ah, ya tengo el discurso íntegro del cardenal Bertone. Gracias. Solicito expresamente el permiso del editor de Zenit para reproducirlo ampliamente. Gracias. Sólo me falta el del doctor en filosofía Guerra López. Lo seguiré esperando).
(La mejor fotografía del acto de ayer en la prensa local de hoy es sin duda la del Diario de Querétaro, de Gybsan Villagómez. En ella el cardenal Tarcisio Bertone lee atentamente su discurso y extiende la mano izquierda con los cinco dedos y la palma desnuda al frente, mientras que al fondo se ven claramente las letras de oro del recinto histórico: “Congreso Constituyente / 1916-1917 / Venustiano Carranza / Querétaro”. Y este pie de foto: “Desde la cuna de
Guerra López,
¿el filósofo guerrero?
Rodrigo Guerra López fue el guerrero filósofo intelectual católico no vergonzante y comprometido y conceptuoso. Apenas si exagero y digo todo esto en el mejor sentido. Acostumbrado a los escenarios y a gesticular. Lo he visto tres veces. El chaparrito cuadrado de lentes se eleva y se transforma. Es un orador nato, cultivado en las sagradas escrituras, ¿fundamentalista? No lo sé, pero ésta es una buena pregunta. El discurso de Guerra López fue interesante. No largo. Inteligente. Tomando el toro por los cuernos. ¿Qué dijo?
Rodrigo Guerra López, doctor en filosofía:
—Nos encontramos en el Teatro de
–Puede resultar extraño al observador desprevenido que un encuentro como este tenga lugar precisamente aquí. La expresión «observador desprevenido» la utilizo deliberadamente. «Desprevenido» es una palabra que indica «no preparado», «no advertido para algo». «Desprevenido» es aquel que queda como sorprendido en el momento en que acontece un hecho que rebasa las premisas desde las cuales está acostumbrado a pensar y a juzgar el mundo.
Este palabrero no es un palabrero desprevenido. Tan no es así que estuve en el acto y escribo con el texto en la mano. Yo celebro que
–Tal vez todos somos un poco «observadores desprevenidos» debido a que en México, como en muchas otras partes del mundo, la modernidad ilustrada y sus productos más queridos –como nuestro peculiar liberalismo revolucionario– nos han acostumbrado a creer que el cristianismo no tiene cabida en la vida pública, que la fe no debe tener una expresividad histórica significativa en el presente, que seguir a Jesús es una experiencia de vida privada que habría que domesticar, superar o al menos someter a los límites que el poder en turno le asigne. La modernidad intentó por vías particularmente dolorosas hacer que el pueblo mexicano superara su estadio religioso para avanzar a un aparentemente más emancipado momento científico, democrático y laico.
¿De qué modernidad estamos hablando? ¿Cuál es la modernidad que cuestiona el tradicionalista Rodrigo Guerra López? ¿Todavía le duele a
Dos modelos de cristianismo en crisis según Guerra:
–El cristiano por sí mismo automarginado. Con una moral cristiana sin Cristo.
–El cristiano militante ultraconservador e intolerante. Un cristiano ortodoxo sin creatividad cultural.
Guerra López dice rechazar estos dos modelos: los cristianos intimistas y los cristianos intolerantes, ambos en crisis. Pero no me queda muy clara cuál es la tercera vía que él sigue o propone. Habla del “encuentro con un gran amor, con un Misterio que salve; (que) sólo puede hacer una Persona, un acontecimiento, un rostro concreto que me interpele y que me acoja de manera irrestricta, incondicional, absoluta”. Habla, en fin, del encuentro con esa Presencia Misteriosa y de “la renovación de las relaciones entre fe y razón, entre cristianismo y cultura”.
¿Cómo encontrar a Cristo? ¿Cómo encontró él a Cristo? ¿De veras la vida no es absurda y tiene un sentido? ¿Y cuál es ese sentido? ¿Y si Cristo existió pero no existe Dios? ¿Y si nunca encuentro a Cristo? ¿Y si yo no tengo la experiencia de Cristo? ¿De veras esa Presencia Misteriosa vence al mal y a la muerte? ¿Qué le diría el racionalista Sócrates al sofista Guerra López? ¿Qué piensa al respecto el cartesiano católico e hipercrítico de la modernidad y de la postmodernidad, el también doctor en filosofía Juan Carlos Moreno Romo? ¿Cómo es o cómo sería esa nueva cultura cristiana?
En suma, no me queda claro el tercer camino “del carácter personalista de la experiencia cristiana” de que habla el doctor Guerra. De cómo sería ese nuevo protagonismo cristiano, supongo que moderno, crítico y humanista. Como que dio un salto al vacío y no sé si cayó o se elevó. Como que dio respuestas a preguntas no formuladas y no planteó las preguntas fundamentales.
–Una cultura cristiana no nace por decreto… Una cultura cristiana nace de un movimiento, es decir, nace de una realidad viva que acompaña y que educa, de una comunidad de discipulado sostenida por la amistad y por el rigor al momento de pensar, al momento de dudar, de hacer preguntas y de encontrar respuestas.
–Estimado Cardenal Bertone, en México y en América Latina esto está comenzando a volver a suceder…
–México y América Latina son lugares de Esperanza y de Esperanza para la razón…
Aquí siento que el doctor estaba vendiendo un proyecto al Vaticano, ofreciendo una idea educativa y pidiendo presupuesto para su Centro de Investigación Social Avanzada. Lo cual me parece legítimo.
Al paso habló de la intolerancia de los tolerantes. Túyoélnosotros. Supongo. ¿Y el monólogo de los dialogantes, Rodrigo? Sí, tienes razón, “es preciso reaprender a hablar con atrevimiento”. Tal vez exageré, pero no demasiado, al llamar al filósofo Guerra un filósofo guerrero. (Va en archivo adjunto el discurso completo del doctor Rodrigo Guerra López). ¿Es un guerrero de las ideas libres o de las sagradas escrituras?
A más derechos democráticos de
Cardenal Bertone
¿tradicional y libertario?
Tarcisio Bertone, nacido en 1934, es un hombre simpático, culto, inteligente, rápido de entendederas, bromista, intelectual, querible. Habló bien y largo. Leyó e improvisó. A veces se enredó un poco con su español, pero siempre salió adelante, y hacia el final quizá se hizo largo y cansó un poco. Me dio mucho gusto que citara a Gabriel Zaid. Y su mención es central.
Comenzó agradeciendo y reconociendo la importancia y la belleza del lugar donde estaba, para decir inmediatamente que había leído en un periódico mexicano (en realidad una revista, Proceso 1681: “
–No es así, yo no vengo a “tomar” nada. En este lugar sagrado para la historia política del país, yo espero que mi presencia aquí sea constructora. No quedarnos en el laicismo del siglo XIX sino que éste progrese. Hacer un camino nuevo, con una voz libre y que progrese el laicismo mexicano.
Pienso que tal vez nuestro laicismo político mexicano sigue siendo muy decimonónico porque
Cardenal Bertone:
—El solemne marco que hoy nos acoge nos permite ahora, a un siglo de distancia, echar una mirada serena y desapasionada a la historia reciente de México —a veces dolorosa, mas siempre llena de vitalidad y de esperanza—, para reflexionar juntos acerca de la presencia de
Sin duda que
–En México, fuera de los vestigios de mejores épocas y de la cultura popular, se acabó la cultura católica. Se quedó al margen, en uno de los siglos más notables de la cultura mexicana: el siglo XX. ¿Cómo pudo ser? Todavía me lo pregunto.
Y en otra parte el mismo Gabriel Zaid (“Nueva edición de López Velarde”, Leer poesía, 1999) dice:
–El nacionalismo de López Velarde era el de la nación cristiana perseguida por
–Los católicos mexicanos de vanguardia crearon cajas populares y cooperativas, fundaron una multitud de periódicos locales, criticaron la dictadura y participaron en
Aquí está el punto central, a mi modo de ver, en que la modernidad se encuentra con la tradición en el propio ámbito religioso: la forma de unir lo nuevo con lo viejo. ¿La han encontrado, desarrollado y practicado los hombres de cultura, intelectuales y académicos de
Por supuesto el cardenal Bertone y el doctor Guerra no comparten enteramente el diagnóstico pesimista de Zaid. Y creen ver y tratan de dar una esperanza para el renacimiento cultural católico. Yo le creo más al escritor crítico, ensayista y poeta, quien por cierto este 24 de enero cumple 75 años, que al filósofo y al cardenal.
En seguida Bertone ponderó la importancia que la cultura tiene para
–La síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe… Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida.
Y pasó a definir su concepto de cultura:
–Cultura es aquello que permite al hombre ser más hombre, crecer en su propia humanidad. La cultura no es un fin en sí misma, por cuanto noble y elevada, sino un medio para llegar al humanismo integral del bien de todo el hombre y de todos los hombres. Toda expresión cultural que no contribuye a la plena humanidad de la persona, no es auténticamente cultura.
A mí me gusta más la concepción de Ortega y Gasset, quien veía a la cultura como el conjunto de preguntas y respuestas que los individuos y los pueblos se van dando en el transcurso de su vida y de su historia. Preguntas y respuestas, cambian las preguntas y cambian las respuestas. Además, pienso, toda cultura es un proceso de acumulación y, tarde o temprano, una ruptura y una transformación. La tradición de la ruptura (Octavio Paz) y el encuentro y el combate entre lo nuevo y lo viejo, entre tradición y modernidad. En todo tiempo y lugar coexisten varias formas culturales en diálogo, mezcla, abrazo, rechazo y lucha.
¿Admite
Sigue el cardenal Bertone:
–La cultura se sitúa en el orden del ser y no del tener. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. El hombre, y de modo análogo los pueblos y las naciones, valen más por el conjunto de sus valores morales y espirituales que por los índices de crecimiento económico e industrial, que a menudo dependen directamente de los primeros.
Bien. ¿Alguien se imagina a Jesucristo y sus doce apóstoles viviendo en Ciudad del Vaticano? ¿A
Finalmente, en su concepción de cultura, Bertone la define como el “primado del ser sobre el obrar… en el principio existía
¿En el principio fue la acción o el verbo?
–Hay que contemplar el mundo, antes de pretender transformarlo.
–La visión cristiana de la realidad es una apuesta por un mundo de sentido frente al absurdo de un devenir irracional guiado por las solas fuerzas materiales.
–En esta alternativa entre razón e irracionalidad, el cristianismo se presenta, por tanto, como la cultura de la palabra y la religión del logos, abriendo al hombre un camino nuevo.
–Palabra, comunión, verdad, amor: conceptos fundamentales para una cultura cristiana, para una paideia, que es el ideal en que los griegos cifraban el pleno desarrollo del hombre y que Roma tradujo como humanitas.
Sí pero no: falta la mirada crítica de los griegos y de la modernidad, la duda sobre sí mismos, la duda de las propias palabras, la duda de las sagradas escrituras. Y el examen de conciencia de la fe cristiana.
De las cuatro partes que componen el discurso del cardenal, la segunda la dedica a “la síntesis barroca de América”. Dejo a los historiadores el análisis crítico y el desciframiento de la enredada mezcla de teología, historia y mitología en torno a la extraordinaria e inverosímil creación cultural popular de
Sigamos con Bertone, quien en su tercera parte señala un gran divorcio entre la cultura popular y la cultura de las minorías dirigentes:
–Es paradójica la escisión entre la cultura ilustrada de las élites, que viven mirando a Europa o Norteamérica, y la cultura barroca del pueblo.
¿Este mismo divorcio no existe entre la élite de
–En primer lugar, habría que mencionar la persecución sufrida por
Es el párrafo más político y más polémico del secretario del Papa. Su mención de la compleja Guerra Cristera de los años veinte del siglo pasado. Y en seguida trata de suavizar agregando más elementos:
–Sin embargo, sería equivocado atribuir toda la culpa a elementos externos, y a la existencia de tramas de poder, ciertamente activas y poderosas, que persiguen eliminar la presencia de
–Es necesario constatar también que los esfuerzos católicos para la producción de la cultura han tenido, en general, un éxito mermado. Han faltado en ocasiones la creatividad necesaria para dar vida a nuevas propuestas culturales. Mientras que Europa y América conocieron a finales del siglo XIX y principios del XX una explosión de creatividad en todos los órdenes, con notables reflejos de la vida cultural mexicana, los católicos no supieron integrarse adecuadamente en las vanguardias, ocupados como estaban en la defensa de su propia identidad…
Y termina coincidiendo con Zaid:
–La resultante de todos estos factores es que, mientras que en el pasado de
¿Cómo va a resurgir la cultura católica? ¿Qué propone Bertone? Algo fundamental:
–Que los católicos y no católicos acepten escuchar las razones del otro. Con Habermas, la “disposición al aprendizaje mutuo”.
Por último, concluye el cardenal, ante las decepciones del Estado y del mercado, que han ido “ocupando con eficacia el ámbito de las instituciones y de la vida pública, pero sin ofrecer al hombre el sentido profundo de su existencia, urge la evangelización de la cultura en México… Mientras no iluminemos con el Evangelio el alma de la cultura, no podemos esperar la transformación tan anhelada de nuestros pueblos.”
Si hay que evangelizar la cultura, igualmente habría que modernizar y liberar la enseñanza evangélica. ¿No es acaso lo que hicieron Nikos Kazantzakis y La última tentación de Cristo, Tolstói y sus relatos cristianos y Vicente Leñero y El Evangelio de Lucas Gavilán? ¿Pero caben los cristianos hipercríticos dentro del aparato rígido de la institución de
Yo me quedo con el último aliento del cardenal Bertone:
–No todo esta perdido. No hay tiempo para el desaliento. Nada ganamos con dejarnos vencer por la inercia o la rutina. No podemos cruzarnos de brazos pensando que cualquier esfuerzo en el terreno cultural es fatiga inútil o empresa imposible.
–Hay que remar mar adentro y echar las redes en nombre de Jesucristo.
Así sea. Yo también me siento un humilde trabajador de la cultura de la palabra, pero no de Jesucristo. Lo siento. ¿Quién escribe cuando escribe el palabrero rodante?
Qro. Qro., jueves 22-I-2009.