Gutiérrez Vega
sigue deslumbrado por el mundo,
pese a tantos horrores
Mónica Mateos-Vega
El escritor cumple 75 años y será festejado en Cuernavaca y el Palacio de Bellas Artes
“Algunos poetas convierten la inseguridad en vanidad, por eso hay muchos que se sienten la sal de la tierra”
Debemos tomar parte en la vida, aunque sea un juego con riesgo, afirma
Poeta, periodista, diplomático, pero sobre todo un hombre que afronta con convicción y entusiasmo el riesgo que conlleva vivir, así se define Hugo Gutiérrez Vega, quien este miércoles 11 de febrero llega a 75 años de edad con un cúmulo de poemas que reflejan su enorme capacidad de asombro ante el mundo.
En entrevista, el escritor recuerda cómo llegó la poesía a su vida, sin que la memoria haya perdido un ápice de emoción: “de niño vivía en Guadalajara, pero iba con mucha frecuencia a la tierra de mis mayores, Lagos de Moreno; ahí conocí a un viejo poeta, Francisco González León, magnífico, de gran sencillez y enorme refinamiento, comencé a leer sus cosas; yo tenía unos 10 años”.
El primer verso que el niño Hugo leyó se mantiene tan fresco en su mente como si hubiera sido ayer: “describía a la novia de la infancia, decía: ‘Sus manos, lenidades de paloma,/ sus manos escolares que me empeñé en besar;/ sus manos que exhalaban el aroma/ de un lápiz acabado de tajar.’
“Me impresionó tanto que me puse a cazar al poeta, él iba a la plaza de armas, y yo me puse en una banca a esperarlo. Era un viejito muy frágil, delgadito, con anteojos, vestido de negro, con un cuello de palomita, un corbatín negro y un sombrero de alas anchas. Me le acerqué y le dije: ‘señor, yo sé que usted es poeta’. Me vio con cuidado, me puso la mano en la cabeza y me dijo: ‘sí, hijito, pero ya no lo vuelvo a hacer’.”
El gozo de escribir
González León, primero, pero también la obra del padre Alfredo Plascencia, otro poeta de Los Altos de Jalisco, de Jalostotitlán, y la lectura de Ramón López Velarde llevaron a Gutiérrez Vega por los senderos de la lírica.
“Después hubo una influencia muy poderosa: Federico García Lorca y la generación del 27, sobre todo Rafael Alberti, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre. Cuando tenía 14 o 15 años leía mucho a García Lorca. Con él y con López Velarde afirmé lo que considero mi vocación esencial.”
No obstante su temprano acercamiento a los versos, fue a los 17 años que Hugo Gutiérrez Vega se atrevió a escribir sus propios poemas; “no me sentía maduro, pero ya después exageré, escribí demasiado, aunque luego me contuve otra vez. De joven gané los juegos florales de Sahuayo, Michoacán, con el poema El niño y el mar, que después me di cuenta que era un plagio comedido del libro de Alberti Marinero en tierra.
“Siempre empieza uno recibiendo influencias, es espontáneo, ya después el camino consiste en encontrar la propia voz. Lo fundamental de un poeta es la originalidad, que, como decía López Velarde, se encuentra en las sensaciones.
“Las palabras pertenecen a todos, pero las sensaciones sí son estrictamente individuales. Ahí es donde está la originalidad, que, otra vez citando a López Velarde, es el sexo mismo del poeta. Entonces, si el poeta no es original es asexuado, que es lo peor que puede pasarle a uno.”
Los primeros poemas que escribió el autor de Los soles griegos (1990) si bien le causaban perplejidad, también lo inundaron “del enorme gozo de escribir, de crear, corriendo el riesgo de que la creación no valiera nada.
“Ese gozo se mantiene. El poema no es necesariamente una iluminación, aunque es una iluminación, un estado de conciencia, un movimiento del alma; el poema es también producto del trabajo, hay que sudarlo. Lo escribo, lo dejo descansar un poco, lo corrijo, lo hago a mano, luego que ya está pasado a la computadora, otra vez lo corrijo y lo dejo descansar más. Por eso tardo tanto en publicar, aunque a veces me paso de tueste y elimino el poema, pero intento ser lo más autocrítico posible.
“Además, tengo amigos que me hacen la caridad de hacerme sugerencias. Hay dos que ya se me murieron: Pepe Hierro y José Carlos Becerra. Pero ahí están Marco Antonio Campos y Carlos Monsiváis, les tengo una enorme confianza para que me digan si la hice o no la hice.”
Gutiérrez Vega considera que como los poetas tienen poco éxito (el cual pertenece a los novelistas) y las ediciones son pequeñas, “salvo uno que otro bestseller, estamos un poquito en las sombras y eso nos hace inseguros. Para algunos esa inseguridad se convierte en vanidad, por eso hay muchos poetas prepotentes que se creen la sal de la tierra”.
Cita en Bellas Artes, el día 15
Los viajes y vivir en tantos países, derivado de su actividad diplomática, también han alimentado la pluma de Gutiérrez Vega, “tengo un libro sobre cada país en el que he vivido, salvo Grecia, del que tengo tres, que según Campos, son los más cuajados.
“En cada país he bebido sus aires, con el mayor entusiasmo posible, con deslumbramiento, porque soy lo suficientemente tonto para seguir deslumbrado por el mundo, que me ha hechizado a pesar de todo, de los horrores, a pesar del México actual.
“Hay que sentir la vida que fluye, que pasa a nuestro lado, tomar parte en la vida aunque sea un juego con riesgo”, concluye.
El domingo 15 será el turno del Consejo Nacional para