Convertir un trozo de tierra en una figura de barro es fascinante: Delfina Vázquez
Arturo Jiménez
La Jornada
Pasión, innovación y libertad creativa parecen ser algunas de las premisas en el trabajo de la escultora y alfarera oaxaqueña Angélica Delfina Vázquez Cruz, ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de arte y tradiciones Populares, junto con el Grupo Cardenchero de Sapioriz, Durango.
De 50 años y originaria de Santa María Atzompa, Oaxaca, esta creadora ya ha recibido diversos premios nacionales y estatales, además de haber viajado a Estados Unidos y Europa a exponer sus obras, pero ahora consigue el mayor reconocimiento para un artista mexicano, dotado además con 560 mil pesos.
Vía telefónica desde su comunidad, tierra de artistas populares, doña Angélica cuenta a La Jornada:
“Todo el pueblo de Santa María Atzompa trabaja el barro; ése es nuestro oficio y fuente de ingresos. Nosotros como niños comenzamos a jugar con el barro y aprendemos inconscientemente, con la ayuda de nuestros padres. Si nos gusta, pues hacemos nuestras propias figuras, escogemos nuestra propia línea.
“Yo empecé haciendo lo básico, pequeños juguetes, y años más tarde figuras más grandes, como jarros, cazuelas, macetas.
Y así poco a poco fuimos dominando el barro, moverlo de una manera u otra para hacer diferentes figuras.
Cuando su padre consideró que Angélica ya era capaz de ayudar a decorar sus figuras artesanales, le comenzó a dar vasos. Los años siguieron y escogí mis propios diseños y línea. Las que más me gustan son las figuras grandes, sobre leyendas y mitologías de Oaxaca y del país, pero no las hago de manera frecuente, con suerte dos al año.
La artista explica que es difícil que se vendan esa piezas, pues como su elaboración cuesta mucho trabajo y tiempo, hasta ocho semanas, su precio es de alrededor de 25 mil pesos. Y menciona el ejemplo de una pieza con basada en la figura de La Llorona.
Trabaja con engoves o arcillas de diversos colores, que consigue de diferentes lugares del país. Ese material consiste en tierra, barro y piedra, explica. Trato de tener colores naturales, sin acrílico. Son muchos, pero es muy laboriosa su preparación porque tengo que molerlos en un metate y colarlos.
Creación y diversión
–¿Qué es para usted trabajar con el barro, trabajar con las manos un producto de la tierra?
–Es algo increíble, fascinante. Es uno humano y se cansa mucho; sin embargo, es un placer hacer una figura de barro. Pensar que es un trozo de tierra y convertirlo y moverlo de la forma que uno desea es algo muy hermoso. No lo veo como un trabajo sino como una gran diversión.
–¿Cuáles son sus emociones cuando está trabajando?
–Es una pasión. Cuando hago figuras con mucha labor, créame que a veces me duele venderlas.
–¿Se considera artesana o artista? ¿Lo que hace es arte o artesanía?
–No quiero hablar muy grande, pero la verdad lo considero un arte. Creo que las obras que hago son originales y artísticas porque están llenas de símbolos, de movimientos. Según como hago el rostro, la boca o los brazos de alguna figura humana, tiene que decir muchísimo. El gesto que uno hace, a veces no necesita abrir la boca para darnos cuenta que estamos gritando, llorando, felices, o con un movimiento en las manos o qué sé yo.
Y también me valgo de muchos símbolos prehispánicos, de nuestra historia, de nuestros dioses del agua o del viento, o de nahuales o tonas. De esa forma trato de rescatar un poco de nuestra cultura, que lamentablemente se está perdiendo porque los jóvenes ya no saben mucho de eso.
–Ahora parece que se le da menos importancia a lo tradicional y al arte popular.
–Así es, además también somos muchos artesanos en Oaxaca. Eso creo que motiva que haya muy poca atención, porque somos comunes. Y ya saliendo a otro lugar, pues ahí sí nos valoran, como en Estados Unidos, donde aprecian más la manera y las herramientas rústicas con las que trabajamos, como una espina natural o una rajita de carrizo afilada.
Allá los artesanos usan máquinas y objetos de metal, más modernos. Para mí lo más importante son mis manos y mucha imaginación.
Desde el fondo del alma
–¿Padecen ustedes el intermediarismo?
–Yo no lo sufro, pero mis demás colegas sí. Mi trabajo es tan laborioso y reducido en producción, que no tengo ese problema porque los compradores llegan a mi casa y se lo llevan directamente. Antes lo sufrí, ahora ya tengo un poquito de nombre.
–¿Qué representa este premio para usted?
–Es algo increíble. Es un honor que me hayan seleccionado. Todavía ando preguntando si es verdad, aunque ya estoy más tranquila que cuando me avisaron que lo había ganado.
El dinero del premio será de gran ayuda para Vázquez Cruz, y por fin podrá atender un problema en los ojos, además de atender secuelas por accidentes de dos de sus cuatro hijos.
–¿Cómo se ve en el futuro como artista?
–Yo quisiera mejorar mi trabajo, y lo estoy intentando. Cada día hacer figuras nuevas, porque me gusta innovar. Me fastidia un poquito hacer lo mismo.
“Soy una persona pobre, se necesita el dinero pero no me permito eso, pues yo quiero ser feliz en mi corazón. Yo sé qué figuritas pequeñas vendo para vivir, y desocupar un buen ratito para hacer una figura grande.
“Y cada día pienso hacerlo mejor, aunque sé que no soy una joven de 15 o 20 años. Ya voy para abajo: tengo problemas de la vista, las manos a veces se ponen muy cansadas y torpes.
De mi corazón yo quiero hacer lo mejor y trabajar hasta el último día de mi vida, porque amo mi trabajo. Si lo dejara de hacer me enfermaría, porque es mi pasión, lo que me nace muy profundo del alma.