Esta imagen es pequeña en tamaño, de pasta de maíz y tiene la característica de portar en una de sus manos el Santo Rosario, y en la otra al niño Jesús.
Tiene una especie de lágrima en una de sus mejillas, que es en realidad una cicatriz.
1540 Entrada pacífica del encomendero Juan Fernández Híjar al pueblo de Tlalpan.
1585 Probable fecha de fundación del poblado de Santiago de Talpa.
1599 Reconocimiento por parte de España, de la fundación del pueblo Santiago de Talpa.
Cuando Nuño de Guzmán abandonó
A la llegada de los peninsulares, Talpa se encontraba en lo que ahora se conoce como Barrio Alto, al sureste de la actual población.
Hacia 1585, al establecerse los ricos minerales de Aranjuez, se avecindaron las primeras familias. Siendo precisamente por estas fechas, cuando se fundó el pueblo de Talpa.
Fue así como, por decreto de
Durante la época colonial el pueblo de Talpa estuvo sujeto a la jurisdicción de
HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE TALPA.
El origen de la imagen de la virgencita milagrosa, se remonta al siglo XVl en algún pueblo de Michoacán, de esos que rodeaba al lago de Pátzcuaro, ya que está hecha de material de caña de maíz.
El documento conocido como: “La auténtica” y este refiere que la imagen procede de manos de un indio Purépecha, que supo imprimir en la imagen gracia y delicadeza inspirado tal vez por su amor a la santísima Virgen.
La escultura realizada por el anónimo indígena, apenas media
Hasta el pueblo de Santiago de Talpa fundado por los conquistadores españoles, llegó el fraile Manuel de san Martín, acudiendo al llamado de los colonizadores para que atendiera sus necesidades y catequizara a los naturales, este fraile fue quién a su paso por los pueblos ribereños del lago de Pátzcuaro adquirió la pequeña imagen y la llevó hasta Talpa.
Instalado fray san Martín y con la cooperación de los ricos mineros y los naturales, edificó una humilde capilla con paredes de adobe, techo de paja y el altar de piedras naturales, que es donde se colocó a la pequeña imagen.
Sucedió que los españoles en su afán de explorar la región a principios del siglo XVll, descubrieron un nuevo material, en los Reyes Postotipac, lo cual motivó la emigración tanto de titulares como de naturales, dejando casi en total abandono a Talpa y sus minas, quedándose solamente aquellos colonos que se dedicaban a la agricultura y ganadería.
Fue así como fray San Martín también abandonó Talpa llevándose con él aquella imagen de la virgen del Rosario.
Los ricos minerales atrajeron a más mineros, convirtiendo a los Reyes en un próspero y floreciente lugar, lo cual provocó que el sacerdote construyera una nueva y más amplia capilla.
Para el nuevo templo, el padre san Martín encargó una imagen de tamaño natural de la virgen María, misma que fue traída a lomo de mula custodiada por un grupo de hombres colocándola luego en el altar principal, así, la imagen de caña fue cambiada a un altar lateral quedando casi olvidada e inadvertida por los fieles de lugar.
Pero había un indígena llamado Diego Felipe que no se olvidó de ella, y no se sabe como se la llevó a su casa, levanto un altar donde la familia le rendía culto.
Según el documento “La autentica” se sabe que siendo ya viejo el indio Diego Felipe, recibió un día la visita de su hermano menor que vivía en Talpa y temeroso de que la muerte lo sorprendiera decidió regalársela a su hermano diciéndole que le tuviera a la imagen una gran veneración ya que ella lo había salvado de muchos peligros, le había también concedido muchos favores.
Así la imagen retornó a Talpa, pasaron los años y ya en la vejez el indígena llamó a su hijo mayor llamado Francisco Miguel y le entregó la imagen para que la llevara a su pueblo que era Talpa.
Ya en la capilla quedó junto al patrón del pueblo, que era el apóstol Santiago.
Los encargados de cuidar el arreglo y el aseo del modesto templo, eran los descendientes del indio Diego Felipe entre ellos su nieta María Tenanche.
El sacerdote era párroco de Guachinango y solo visitaba Talpa unas veces al año. Así pasaron los años y casi nadie se daba cuenta de que la pequeña imagen se estaba deteriorando por causa de los insectos y la humedad, perdiendo su belleza primitiva y por eso la gente le fue perdiendo devoción quedando su rostro y su cuerpo cada día más maltratados.
En el mes de agosto de 1644 se prepararon las fiestas patronales de la virgen de la limpia concepción y del apóstol Santiago, protectores de Talpa, celebraciones que llenaban de entusiasmo a los feligreses fue entonces cuando el sacerdote Pedro Rubio Félix dirigió su mirada al altar mayor y en medio de las flores y adornos encontró que algunas imágenes, un crucifijo y la virgen, estaban viejas y destruidas y pasadas las fiestas antes de abandonar el lugar, encomendó que aquellas imágenes fueran envueltas en lienzos y sepultadas con todo respeto en un hoyo que harían en la sacristía de la iglesia.
Cuenta la historia que el indio Francisco Miguel que había trasladado a la imagen de Los Reyes a Talpa, y su hija María Tenanche encargada de cuidar los objetos del culto, cumplieron las órdenes del párroco, era el 18 de septiembre de 1644.
Solo faltaba el sepelio o inhumación de las imágenes viejas que estaban en el altar del templo y entre ellas estaba la de la virgen hecha de pulpa de caña.
Conforme a las disposiciones del señor cura, se abrió en el piso un hoyo dejando todo listo para que María Tenanche sepultara las imágenes.
A las primeras horas del 19 de septiembre, María Tenanche, su padre y otras personas se dirigieron a la iglesia. Serían las 10 u 11 de la mañana, cuando María y sus acompañantes llegaron al templo, se dirigió altar, retirando las flores para quitar las imágenes viejas que deberían sepultar.
Tomó unos lienzos para envolver las esculturas, primero la imagen de Jesús crucificado. Luego, cuando extendió sus brazos para tomar a la virgen del rosario, en ese momento esta se revistió de una luz vivísima y de un resplandor intenso y deslumbrante
María Tenanche sintiéndose sin fuerzas por la impresión cayó al suelo desmayada, los demás indígenas sorprendidos le preguntaron que le pasaba, María respondió: “
Ese día se escucharon en el sagrado recinto, llantos, oraciones, cantos, expresiones de admiración entre los presentes y nadie se atrevió a tocar la bendita imagen y muy pronto, el altar estuvo lleno de flores y las campanas anunciaron el milagro repicando solas.
Después pusieron a los pies de
El padre Rubio Félix se dirigió a Mascota a solicitar que autoridades civiles, un notario y vecinos principales entre naturales y españoles, lo acompañaran a Talpa a dar testimonio de aquel milagro.
Al llegar al lugar de los hechos después de mirar a
Una vez que terminó, salió del templo reunió a los principales del pueblo y dispuso lo necesario para celebrar aquella tarde, solemnes vísperas y al día siguiente una fiesta de acción de gracias.
Ese día muy de mañana se reunieron todos los fieles para entonar a
Ante la primera solemnidad celebrada quiso
Así fue como desde el 22 de septiembre la imagen renovada fue puesta en el altar principal de aquella iglesia tomando así el lugar de
Cabe señalar que, en ese entonces no se pensaba que
Durante su estancia en Talpa, el Padre Rubio Félix, celebraba diariamente el santo sacrificio a los pies de la imagen renovada encendiendo, en cada misa, aquellos cabos de vela que habían sido puestos a
El documento conocido como “La auténtica”, donde quedaron escritos los relatos y testimonios de los que vivieron de cerca el milagro, mismos que fueron debidamente notariados, estuvieron en una tabla que se encontraba en la sacristía de la iglesia de Talpa, para perpetuar los hechos ocurridos y que no fueran alterados por la fantasía o imaginación humana.
Este documento después de varia copias quedó destruido por los avatares del tiempo.
A pesar de que ya han pasado muchos años,
Reseña Histórica
En un decreto del 27 de marzo de 1824, ya se menciona a Talpa con categoría de municipalidad.
En 1825, Talpa tenía ayuntamiento y comprendía los pueblos de Real de Cuales, Real de San Fernando y Real del Desmoronado. Para esta fecha Talpa pertenecía al departamento de Mascota del 6º cantón de Autlán.
En junio de 1870, Talpa pasó a formar parte del recién creado 10º cantón de Mascota; y al año siguiente (abril de 1871) se formó un departamento comprendiendo las municipalidades de Talpa y Tomatlán, siendo Talpa la cabecera.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Talpa resultó un acogedor refugio para los políticos influyentes cuando Guadalajara cayó en poder de los conservadores (en 1864). Fue así mismo una especie de cuartel general de las tropas gobiernistas que entraban y salían sin encontrar resistencia alguna.
Durante esta época en que se escenificaban encuentros y refriegas entre los dos bandos y de inestabilidad política, surge por esos rumbos el Coronel Antonio Rojas, quien recibió la encomienda de pacificar la región y de combatir a Remigio Tovar quien tenía como centro de operaciones, la plaza de Mascota. Rojas por sus instintos piromaniacos y su gran crueldad recibió pronto el mote de “El Nerón de Jalisco”:
Por decreto número 155 del Congreso del Estado y con fecha 18 de septiembre de 1885, se da a nuestro pueblo la categoría de “villa”, añadiéndole además “de Allende”, en honor al General Ignacio Allende. Llamándose a partir de tan solemne fecha y con carácter oficial “Villa de Talpa de Allende”.
1821 Se firmaron en Córdoba los tratados por los que se reconocía
1857 Remigio Tovar se levantó en armas adhiriéndose al partido conservador, siendo derrotado por el General Juan Nepomuceno Rocha en el cerro de Los Ocotes, causando siete bajas.
1861 Tovar decide abandonar
1861 Se verificó la escena del Mesón de
1861 S.S. Pío IX, él mismo pontificó la definición dogmática de
1871 El general Porfirio Díaz después de ser derrotado por el general Alatorre y abandonar la ciudad de México permaneció algunas semanas en Talpa disfrazado de fundidor de campana.
1885 Por decreto se concedió a Talpa el título de villa con la denominación de Talpa de Allende.
1913 El jefe carrancista Santos Arreola se presentó en la población a pedir la rendición del cuerpo de la defensa local, encabezado por Francisco S. Lomelí pero la resistencia de los talpenses los obligó a huir.