El arte de escribir 

El autor de Rasero dialogó con Leonardo Curzio y Fernando Macotela como parte del programa de actividades Encuentros en palacio  

Al igual que en años pasados, la FILPM celebra el ciclo de actividades Encuentros en Palacio, que en la trigésima edición de la Feria reunió a escritores como Sealtiel Alatriste, Ignacio Solares, Esther Seligson ó Geney Beltrán. Durante el último día del evento, el ciclo fue cerrado con el encuentro entre el novelista Francisco Rebolledo y el periodista Leonardo Curzio. 

Con el director de la Feria, Fernando Macotela, como moderador, el diálogo entre los tres ponentes recorrió las experiencias de Rebolledo en sus primeros intentos como escritor, su obra posterior y las ideas que tiene hoy en torno a la literatura y al acto de escribir. 

“Me cuesta muchísimo escribir (…) y me viene del respeto a los árboles (…) cada cosa que un escritor publica, la van a pagar los árboles (…) hay un desperdicio enorme, como escritores, tenemos que estar seguros de que lo que hacemos va a valer la pena”. 

Sobre la creación de personajes, comentó: “Es un acto puro de esquizofrenia (…) son ellos (los personajes) los que hablan, no yo” Y agregó un consejo a los jóvenes escritores que estuvieran presentes en la sala: “La mejor forma de cultivar la buena escritura no es escribir, sino leer (…) porque se pega por ósmosis”. 

“Es una feliz coincidencia”, apunto el novelista, “que Fernando (Macotela) me haya invitado este año en que esta Feria cumple 30 años. Exactamente ese tiempo atrás, allá por 1979, mi mujer participó en el comité fundador de la primera edición (…) y aunque no es la primera vez que participo en ella, si es la primera vez que tengo el honor de que me presente su director”. 

Por su parte, Leonardo Curzio se presentó diciendo que estaba presente “para hablar, sin más protocolo que eso: Hablar”. Acto seguido, declaró su admiración por la obra narrativa de Rebolledo calificándolo como “uno de los mejores escritores vivos en lengua española (…) tiene un dominio del español que honra la tradición (…) tiene una narrativa absolutamente magnética”.