Controles civiles al Ejército
Miguel Concha
La Jornada
Ha sido insistente el señalamiento de que la participación militar en el combate al crimen organizado ha sido también causa de violaciones a derechos humanos en varios lugares del país. Ese hecho ha llevado a solicitar que el Ejército regrese a los cuarteles y que las tareas de seguridad pública estén a cargo de instancias civiles debidamente organizadas y coordinadas.
Durante la evaluación de México ante el Consejo de Derechos Humanos de
En el mismo informe se acepta que entre diciembre de 2006 y mayo de 2008
El gobierno mexicano deberá anunciar en julio si acepta las recomendaciones. En caso negativo, deberá presentar las razones para no cumplirlas. Ocho fueron los países que expresaron contundentemente su preocupación por ese tema. La delegación mexicana respondió explicando cómo funciona el fuero militar e informó que en los pasados dos años habían sido iniciados 27 procesos contra 40 militares por supuestas violaciones a derechos humanos. Reportó además que en la investigación de violaciones a los derechos humanos las fuerzas armadas cooperan estrechamente con mecanismos y organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales de derechos humanos. Esta respuesta de la delegación mexicana se ve confrontada por las cifras de
Los estados donde se ha cometido el mayor número de esos abusos son Guerrero, Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán, Sinaloa, Nuevo León y Oaxaca. A consecuencia de esos hechos, que consisten en allanamiento de viviendas o cateos ilegales, agresiones físicas, detenciones arbitrarias y ataques con armas de fuego, 11 personas perdieron la vida en 2007 y 17 en 2008. En estos 120 casos, al menos 309 personas han sido víctimas de algún tipo de abuso. Todo ello debido a la participación de las fuerzas armadas en los operativos contra la delincuencia organizada. Algunos casos han tenido repercusión en la opinión pública y otros han sido menos visibles. Sin embargo, en todos hay una constante: la impunidad, que encuentra un terreno fértil en la ausencia de controles civiles sobre el Ejército. Uno de ellos es impugnado en el informe mencionado: la extensión de la jurisdicción militar sobre delitos que constituyen violaciones a derechos humanos y que no tienen relación con la disciplina militar. Ésta ha sido una práctica sistemática que afecta gravemente los derechos de las víctimas, al impedirles que tengan acceso a la justicia. Lo peor es que ésta ha sido permitida por la pasividad de las instancias civiles de procuración y administración de justicia, que casi en automático remiten a las instituciones militares los casos en los que civiles resultan víctimas de violaciones a sus derechos humanos.