«En marzo» de Julio Figueroa y Clara

 

Gracias amigos del Diálogo Queretano: Edmudo, Juan Antonio, Chavero, Olimpia, Agustín, Alfredo, Mario, Héctor Parra, Pinzón, González de Cossío…  

Félix Zavala, IRR, Perezares, Arellano, Diego Prieto y Diego de Cossío, Emiio Lobato, Sergio Jerónimo, Ana Rojano, Lucinda, Gonzalo, Héctor Bernal, Luis Hernández Morán, Luis Enrique, Hernando, Osejo, Flavio, Carlos Eugenio…  

y los que olvido, perdón… Gracias. Un abrazo de luz. Fraternalmente, Julio. Qro. Qro. CC Gómez Morín, 21-III-2009.     

Verde marea 

     –Marzo, verde marea, cubre calles y plazas…     Gracias, Clara.     Gracias, Juanelo.     Gracias, Norma Patricia.     Gracias, Aurora.     Gracias, Efraín.     Gracias, M…     Gracias, SS…     

 Aunque nos corten las alas y no seamos mariposas, hay que seguir pataleando, hasta reventar, pero antes… Vivir es una dilatada derrota. No importa. Todavía estamos vivos.  

     Ayer en la noche llovió y hoy marzo, verde marea, cubre calles y plazas… y llena mi corazón. 

     Te espero aunque no llegues, te espero. 

     Esperar haciendo. 

     J. 

     Q. 

     CC Gómez Morín, 20-III-2009.      

Del vuelo de las mariposas 

Clara Scherer 

Excélsior, 20-Mar-2009 

A esas maravillosas criaturas, aunque les corten las alas, seguramente les vuelven a salir. Por eso, a pesar de lo atormentado que está mi corazón, las ilusiones me dan vuelta en la cabeza…  

Es primavera y el aire huele a nuevo. Es tiempo de sacar a pasear las ilusiones, de recobrar los colores brillantes, los olores perfumados, la suavidad de los ensueños. En medio de un incierto devenir (según los que saben, “global”), donde hasta el más pintado tiene oscuras manchas de dolor, me encuentro terriblemente lastimada. No sólo al pensar, sino al sentir y creer en el dolor de una infancia desamparada, en la que un alguien se olvidó del/a pequeñín/a que ansiaba su mirada, su sonrisa, su palabra alentadora. Y él/ella creció y siguió añorando ese cariño, que todos decían que ese “alguien” le debía.  

Pero, como dijo Calderón de la Barca, “todo en la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. La primavera es la estación para volver a crear el horizonte y más nos vale hacerlo sin decires que nos saben extraños. Eso, que muchos y muchas llaman intuición, es un conocimiento bastante certero, mucho más que los gastados decretos de amor. Confiar en nuestra percepción y seguir el rumbo del corazón serán los caminos que de hoy en adelante me propongo seguir. No más cuentos tipo Disneylandia, donde el amor que te deben triunfa siempre y nos hace pensar que las “malas vibras” sólo son un reflejo de nuestra torcida mente. Sí existen y alcanzan hasta a esos “angelicales seres” que nos dieron la vida.  

Y no se trata de probar, con los millones de historias por todos conocidas, que así es. Simplemente, después de años y años de decirme a mí misma que las cosas no son lo que son, sino que parecen mala onda… Pero, como me han dicho que eso no puede ser, regreso a los principios y vuelvo a caminar por la misma senda, hasta darme en la cabeza con la misma rama del mismo árbol. Y estoy decidida a no volver a transitar por esos vericuetos. Es primavera y es tiempo de probar otros afanes.  

Por andar en esos trotes, vi la muerte de un padre. Más que muerte, suicidio. Espectáculo triste, demoledor, que hace sentir algo parecido a la anestesia general, irrecuperable. Y no fue una muerte real; por lo mismo, mucho más dolorosa. Deja sin la menor esperanza y sin el dulce recuerdo de la compañía alentadora. Deja una huella profunda, un amargo sabor y, si no nos ponemos abusados, contaminará todo lo que hagamos. Creo que Kafka y su famosa Carta al padre, sufrió menos que yo, al sólo leerla. Me atenazó la garganta, en nudo convirtió mi estómago y provocó en mi ser una angustia sin fin. Suicidio de un padre en el centro mismo del corazón de su hijo. Y el nada más poder mirar, el únicamente poder acompañar: es impotencia pura.  

Empieza la primavera y no sé si los expertos en mariposas lo saben. Yo sí, gracias a ese conocimiento que, ya dije, se llama intuición. A esas maravillosas criaturas, aunque les corten las alas —como a las lagartijas, cuando les cercenan la colita—, seguramente les vuelven a salir. Por eso, a pesar de lo atormentado que está mi corazón, las ilusiones me dan vuelta en la cabeza, oyendo la voz de mi gran amiga Teresa, sintiendo los bríos de mi querida Sisika, alegrándome con la risa de mi socia y al saberme siempre acompañada por la mirada dulce de mi madre. Sé que hay madera para disfrutar del fuego, que hay capacidad para recobrar el amor a la vida. Porque es primavera, porque honrar la vida es un quehacer de todos los días, porque el/la que ha dejado de ser chiquilín/a lo vive en el corazón, y como dijo don Jesús Reyes Heroles, “lo que no mata, fortalece”, por todo eso, seguiré dando gracias a la primavera.

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