Fallece último Abad de la Basílica

 

Al cierre de esta edición sólo familiares y amigos se habían reunido en el funeral 

Fallece Schulenburg Prado,

quien siendo abad de la basílica

negó la existencia de Juan Diego 

Guillermo Schulenburg Prado murió a los 93 años  

Gabriel León Zaragoza 

 

La Jornada 

El último abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg Prado, falleció ayer a los 93 años de edad. En sus 33 años al frente del inmueble fue el encargado de la construcción del nuevo recinto mariano y centro de la polémica en torno a la existencia histórica de Juan Diego, quien finalmente fue canonizado por Juan Pablo II en su última visita al país. 

Schulenburg desató una controversia cuando en 1996 puso en duda la existencia misma de Juan Diego y por ende las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac. Además de que envió al Vaticano una carta en la que señalaba que pese a lo que se dice, la existencia del indio no ha quedado demostrada plenamente. 

“La existencia del indio Juan Diego no ha sido demostrada, podríamos obtener muchas firmas de eclesiásticos preparados, así como de laicos intelectuales que avalan esta carta, pero no queremos provocar un inútil escándalo, simplemente queremos evitar que disminuya la credibilidad de nuestra Iglesia”, expresaba en la misiva. 

Declaró a la revista italiana 30 Giorno que la existencia de Juan Diego era “un símbolo y no una realidad”, y encendió los ánimos de la cúpula religiosa al asegurar que la imagen de la Virgen de Guadalupe era “producto de una mano indígena y no de un milagro”. 

Luego de tres meses de la publicación de sus polémicas declaraciones, el papa Juan Pablo II y la cúpula eclesiástica de México se enteraron. 

El arzobispo primado de México, Norberto Rivera, quien ya había criticado el manejo administrativo de la Basílica, ofreció días después de que se desatara el escándalo una homilía en el templo mariano, donde aseguró que el pueblo de México se había “inquietado” con la versión del abad. 

Continuó una declaración de la Conferencia del Episcopado de México (CEM) reivindicando al indio como figura inseparable del milagro guadalupano. En su documento, la jerarquía católica, presidida por Sergio Obeso, lanzó un llamado a no permitir que “las falsedades o dudas nos dividan o debiliten nuestra fe en la Virgen de Guadalupe”. Sobrevino, entonces, la renuncia de Schulenburg a la abadía a finales de ese año, con lo que culminó el escándalo suscitado por sus declaraciones que ponían en duda el milagro mariano. Su salida, según se informó en su momento, se concretó además por las notables diferencias que mantenía con el hoy cardenal.Importantes sectores de la CEM cuestionaban el manejo de los recursos que obtenía la Basílica de Guadalupe. A lo que Schulenburg argumentaba no tener posibilidad de manejar con libertad el dinero que ingresaba al recinto religioso. 

La llegada de Rivera Carrera marcó la caída definitiva del abad que nació en la ciudad de México el 12 de junio de 1916, quien tras la polémica se quedó sólo y fue declarado abad emérito de la misma basílica. Sus últimos años los vivió en Cuernavaca, donde jugaba golf, su deporte favorito. 

Con su renuncia, desapareció el puesto de abad que desde 1751 funcionó en el país, nombrado por el pontífice. Nació el rectorado, designado por el Arzobispado de una terna que le presenta la CEM. Desde entonces ambas instancias “comparten” la supervisión de los fondos recaudados y administración del recinto mariano más grande de América. 

Por disposición de la familia los restos de Schulenburg fueron velados en una agencia de la colonia San Rafael (donde hasta las 22 horas sólo habían acudido familiares y amigos). Está programado que a las 9 horas de hoy el cardenal Rivera Carrera oficie una misa de cuerpo presente en la Basílica. 

Al concluir la liturgia se prevé su traslado a la funeraria para la incineración del cuerpo y su posterior sepultura en las criptas del santuario mariano, previa misa oficiada por el rector Diego Monroy.

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