Modelo minero y control
del territorio
Miguel Concha
El 23 y 24 de julio
Ante las declaraciones del diputado González Garza, la respuesta de Sergio Almazán, director general de
Al parecer,
Sin embargo, los problemas no son únicamente ambientales o de salud, sino de seguridad nacional, por el peligrosísimo apoderamiento y control político del territorio que ha propiciado el modelo minero que se viene fomentando aceleradamente. De acuerdo con
Sin embargo, una lectura de los datos oficiales actualizados a abril de 2009, arroja una cifra de más de 39 millones de hectáreas (el 20 por ciento del territorio). Y en ciertos estados, como Chihuahua, los particulares poseen concesiones sobre el 56 por ciento del territorio (14 millones de hectáreas); en Zacatecas el 28 por ciento (1.9 millones), y en Sonora el 23 por ciento (más de 4.5 millones).
De este proceso de entrega no escapan ni los estados pequeños. El diagnóstico es alarmante, pues en lo que va de este gobierno se han entregado 17.5 millones de hectáreas en concesiones mineras, casi la misma cantidad de tierra (18 millones) que en todo el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas se entregó a los campesinos.
Son entregas territoriales que, según testimonios vertidos por representantes comunitarios en
El ejemplo más conocido, pero no único, es la operación ilegal de la empresa canadiense New Gold, mejor conocida por el nombre de minera San Xavier, a quien los pobladores potosinos de Cerro de San Pedro le han ganado durante 13 años de resistencia todos los juicios ante tribunales, pero a la que la complicidad de políticos y funcionarios le ha brindado ilegal protección.
Otro caso indignante es la complicidad evidente del gobierno de Colima y las dependencias federales con la violación flagrante de los derechos de los pueblos nahuas y otomíes, habitantes de la población Las Pesadas, del ejido Ayotitlán, Jalisco, por parte de la trasnacional minera Ternium, o Peña Colorada. Esta empresa no sólo ha usurpado, diezmado y explotado ilegalmente los territorios, fuentes de agua y recursos minerales, sino que ejerce amenazas y mantiene cercadas y acorraladas las viviendas de los pobladores. Y ante la complicidad y omisión gubernamental, el caso ha llegado a
El rosario de casos de empresas mineras violadoras de la legislación vigente y de los convenios internacionales que nuestro país ha ratificado, ha empezado a ser del conocimiento público gracias a la creciente resistencia y organización de las comunidades afectadas. Pero, ¿no habrá llegado la hora en que la clase política y en particular los legisladores sean sensibles a la necesidad de abandonar la falacia que afirma que el progreso tiene costos inherentes que hay que aceptar irremediablemente? ¿Este costo también entraña la creación de estados dentro del Estado? ¿Como la impunidad, la criminalidad o el negocio del narcotráfico? De ser así, entonces no nos quedará más remedio que recordarles que cuando la ira social sea mayor, ya no podrán refugiarse sin visa en Canadá.