La herencia de Manuel Naredo
Diario de Querétaro
Jordi Boldó
En estos tiempos en los que el arte y la cultura se desarrollan de manera preocupante, inquieta ver como se posicionan algunos individuos de poca calidad, decididos a beneficiarse personalmente, sin ningún escrúpulo, de los cambios que se avecinan. Al que le venga el saco, que se lo ponga.
Es cierto que se debe de mejorar la gestión artística y cultural en nuestro Estado, pero, para lograrlo, antes que nada, habría que ampliar significativamente los recursos económicos del sector, propiciar una mayor autonomía del Instituto y generar una participación más comprometida y responsable de todos los agentes que lo integran -artistas, directores y funcionarios en todos los niveles. Creo, también, muy importante, no desbaratar lo que se ha hecho bien, así como darle una oportuna continuidad a los proyectos que lo ameriten.
Reconozco y valoro, en mucho, la más que sensata labor que Manuel Naredo ha realizado durante los últimos años por el arte y la cultura de Querétaro. Gracias a su honestidad, compromiso y capacidad, hoy tenemos, no solamente una ordenada estructura institucional, sino un ejemplo personal de gentileza y generosidad. Espero que la calidad y respetabilidad que él le ha dado al Instituto de Cultura, se conserven. Y que ojalá el más importante de sus propósitos -yo así lo considero-, se lleve a cabo con el mismo espíritu con que Naredo lo concibió: me refiero al propósito federal y estatal del Centro de las Artes de Querétaro, en el Antiguo Convento de Santa Rosa de Viterbo, proyecto extraordinario e imprescindible para nuestra comunidad, y que Manuel Naredo nos hereda.