Memorias del Dr. Felipe Martínez Soriano 2/5
INCIDENTES.
Tenía ya 7 años de edad e inquieto, una vez mi abuelo y padre acarreaban piedras en carreta, al llegar a casa las bajaban con dificultad y dijeron me colgara de la pértiga para facilitar el descenso de las piedras, pero les fue imposible avisarme a tiempo y la clavija de la pértiga cayó con fuerza sobre mi cabeza, perdí el conocimiento por varias horas, lo recobré en la madrugada del otro día. Mi cabeza tenía un gran chipote y envuelta en trapos con grasa y hierbas. Mientras la gente observaba el volver en si o el “despertar” y como eso se tardaba, esperaban el velorio, que no sucedió, la muerte no llegó.
Una segunda ocasión, cuando mi padre regresaba de Etla, montado en su yegua, acudí contento a encontrarlo, porque siempre traía algún dulce: hojaldritos, “nenguanitos, mamones, rosquitas”.Y sin precaución pasé por las patas traseras del animal y me dio tremenda patada en la ingle que me privó del conocimiento por un rato y sin mayores problemas.
Después, entrada la noche, mi abuela ordenó buscar a los guajolotes y los encontré en terrenos de tía Hilaria, empecé a arrearlos, sin darme cuenta de un perro, que silenciosamente me seguía y tenía la costumbre de morder a “escondidas” y me mordió en una pierna, causando fuerte dolor y sangrado, asustándose la abuela. La mordida “curó” con remedios caseros y la cicatriz es notable todavía. Luego un piquete de alacrán en el pene, cuando dormía en el petate igual de garrapatas. Y me salvé de ser mordido por coralillo cuando cortaba alfalfa.Edad en que, pude darme cuenta del temblor que sacudió la casa que estuvo en peligro de caerse; del llanto de las gentes, el triste toque de las campanas de la iglesia; de los rezos; del olor a palma bendita quemada; de los ruegos a Dios y a la Virgen de la Soledad, por compasión y piedad. En el pueblo no hubo desgracias, en la ciudad de Oaxaca sì, porque se cayeron casas y hubo muertes.