El premio Nobel portugués presentó en Madrid
su novela más reciente, Caín
“No escribo para agradar, sino para
desasosegar”, manifiesta José
Saramago
El “aborregamiento” en la sociedad actual llega a extremos inconcebibles, subraya
Armando G. Tejeda
Periódico
Con semblante sereno, la lucidez y la mordacidad intactas y el físico y la salud mejores que hace un año, cuando bordeó la muerte, José Saramago se presentó en Madrid con su nueva novela bajo el brazo: Caín, la cual ya despertó la ira más furibunda e “inmisericorde” de
El Nobel de Literatura portugués prefirió obviar las diatribas contra su obra y persona, y revelar a sus lectores un hallazgo íntimo y reciente: “Yo no escribo para agradar ni para desagradar. Yo escribo para desasosegar”.
En menos de un año, y después de haber sido rescatado de la muerte por su mujer y traductora, Pilar del Río, Saramago ha publicado tres libros: El viaje del elefante, novela en la que reflexiona sobre la muerte a través del accidentado viaje del paquidermo Salomón; El Cuaderno, recopilación de sus reflexiones y ensayos publicados en su blog, y Caín, novela en la que recupera el Antiguo Testamento para emprender un viaje irónico y singular en cuyas páginas merodea su profunda animadversión por el dogma moralista y castrante de
La novela la presentó en Portugal el pasado 19 de octubre y desde entonces han ocurrido dos hechos destacables: se ha convertido en el libro de más venta en la historia reciente del país, con una primera edición agotada de 130 mil ejemplares, y la segunda, ha despertado la ira de
Pero el libro, como él dice, pretende únicamente abrir un debate sobre el dogma, las ideas unidimensionales, el status quo y la violencia que nos carcome a diario como civilización.
Somos tan crueles como Dios
Saramago, de 86 años e ironía afilada, se presentó en
“Yo no escribo para agradar ni para desagradar. Yo escribo para desasosegar. Algo que me gustaría haber inventado, pero que ya lo inventó Fernando Pessoa, El libro del desasosiego. Pues a mí me gustaría que todos mis libros fuesen considerados libros para el desasosiego.”
Saramago consideró que vivimos un momento delicado por el “aborregamiento” que prevalece en la sociedad actual y que llega a extremos “inconcebibles” como mantener en el poder a un personaje como Silvio Berlusconi, quien encarna en su persona y en su administración el resurgimiento del fascismo.
En cuanto a las críticas que ha recibido por su libro, Saramago lamentó sobre todo la falta de “misericordia”, la “impiedad” de
“Claro que una institución como
“
Entonces recordó cómo en los tiempos de
Saramago reflexionó sobre su propia muerte: “La muerte no me importa. Pero sí me afecta desde un punto de vista muy egoísta, porque es finalmente el estar y ya no estar. Eso es la muerte: el haber estado y ya no estar. Que estaremos en la vida futura, puede que sí. Pero lo que no puedo aceptar es que alguien me diga que mis pecados los pagaré en el infierno y que ahí me quedaré por toda la eternidad. Crueles somos nosotros los hombres que concebimos la pena perpetua… Tan crueles como Dios somos los seres humanos. La idea de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza se invierte; nosotros hemos creado a Dios a nuestra imagen y semejanza”.
También develó que el libro en el que trabaja partirá, como es habitual en su obra, de un supuesto improbable: todas las personas que trabajan en la industria armamentista se ponen en huelga por una cuestión de principios, por evitar que la humanidad se siga desangrando. “Todo el mundo tiene armas y en todas partes se habla de la importancia de matar, al mismo tiempo que se banaliza el asesinato. Y no intento salvar a la humanidad, simplemente me basta con salvar mi propia conciencia y que los lectores se dejen desasosegar profundamente. Eso es lo que necesitamos”.