Las Misiones Pames de La Sierra Gorda

Templos y conventos Pames,

en la Huasteca Queretana 

llamados

“Las Misiones de La Sierra Gorda 

José Félix Zavala 

Para llegar a estos bellísimos paisajes de la tierra caliente queretana, donde sin alarifes europeos, los pames construyeron cinco templos y sus anexos, sobre ruinas de sus antiguas ciudades; Desde Querétaro o desde México, se cruzan: El Valle, El Semidesierto, La Sierra Gorda y se llega a La Huasteca, donde se encuentran estas obras maestras. 

 

La Conquista espiritual de la Sierra Gorda

El Arte y la capacidad arquitectónica de los Pames

 

Introducción:

En una de las reservas de la biosfera más hermosas que existen, con una abundante riqueza cultural y ecológica, entre cañones, ríos, selvas, bosques, montañas y desiertos, entre una flora y fauna majestuosa surgen los tres mil años de cultura mesoamericana rematando con las cinco misiones pames: 

La de Nuestro Señor Santiago de Jalpan

La de Nuestra Señora de La Luz de Tancoyol.

La de Nuestra Señora de Las Aguas de Landa

La del Señor San Miguel de Concá.

La de San Francisco de Tilaco 

El mundo concebido por los pames e interpretado al modo occidental al construir las misiones de la Sierra Gorda, solo las podemos interpretar en las fachadas, el reducto que nos dejaron para concebir la fantasía de los artistas serranos de Querétaro 

La conquista espiritual de La Sierra Gorda, fue una de las más difíciles y prolongadas en el contexto histórico de la invasión española u occidental, en el continente y se dio en una región en estado de guerra, entre la civilización nómada del semidesierto y la civilización serrana, contra la milicia española, colonizadores y misioneros.   

Es importante tener en cuenta que “Las misiones” eran decisivas para la penetración y ocupación de los territorios, así como para la integración socio cultural de los pueblos conquistados. 

Los objetivos de evangelización y educación de los “indígenas” eran compartidos por las diversas órdenes religiosas y por el clero secular, las variantes se daban en las estrategias y metodologías, para la congregación y reducción de los pueblos de este continente. 

Entre los exponentes de estos principios normativos se pueden citar al jesuita Joseph de Acosta y al franciscano Fray Isidoro de Puertollano, entre otros. 

Es sabido que a la llegada de los llamados “Los Doce” misioneros franciscanos a Mesoamérica, se establecieron en Texcoco, Tlaxcala, Huejotzingo y México, de este último lugar dependían Cuatitlán, Tula y Jilotepec,  a su vez de esta última población giraban, Huichapan, Actopan, El Mezquital, San Juan Del Río y Querétaro. 

Para entrar al territorio norte que hoy forma parte del estado de Querétaro, habitado principalmente por Jonaces y Pames, los franciscanos fundaron en las cercanías las misiones de Huichapan, Cadereyta, Tolimán, Xichú y Río Verde. 

Los agustinos en sus intentos  de penetrar la zona de los Chichimecas, fundaron las misiones de Xilitla y Yuriria a partir de 1570, además de Ixmiquilpan, Metztitlan y Huejutla. 

Se tiene como la primera incursión franciscana en territorio queretano allá por  1532, por Fray Andrés de Olmos en las poblaciones de Jalpan y Tancoyol, pueblos tributarios de Oxtipa, asiento de huastaecos y mexicas, pero rodeados de Jonaces y Pames. 

El método agustino, según Solís de la Torre, se caracterizó por el respeto a la idiosincrasia de los pueblos jonaces y pames y tratándolos de llevar a la civilización cristiana lentamente, cosa contraria a los proyectos de los invasores españoles en general y a las otras órdenes que incursionaron en la región 

Según Lino Gómez Canedo el primer misionero agustino que penetró en la región de la Sierra Gorda queretana, fue Fray Lucas de los Ángeles en 1601, visitando Concá, Ahuacatlán, Jalpan y Tancoyol, abandonando la región en 1609, debido a la agresividad de los jonaces. 

Los dominicos incursionaron en el semidesierto queretano a partir de 1688 encabezados por el fraile Felipe Galindo, después obispo de Guadalajara. 

 

La Sierra Gorda es un territorio con abundancia de minerales, que fue aprovechada suficientemente por los habitantes inmemoriales de esas tierras, principalmente el cinabrio y el almagre. Para su obtención se explotaron numerosas minas y se establecieron numerosas comunidades, se calcula alrededor de 500 y algunas de gran tamaño como las que conocemos como Ranas, Toluquilla y Quirimbal. 

En 1945,  Eduardo Noriega, daba a conocer la construcción de templos, juegos de pelota y muros de contención, existentes en la zona, con nexos culturales con Tula, Teotihuacan y Tajín. 

Estas ciudades mesoamericanas, según Margarita Velasco, fueron construidas en la parte alta de las montañas, con ubicación estratégica que les permitiera controlar la circulación de personas y recursos naturales. 

Se calcula que estos asentamientos tuvieron su mayor esplendor entre los siglos lV y XlV, de la era cristiana y que comerciaron con las regiones de Tula, Río Verde, La Huasteca, Los Purépechas y los Otomíes en los ahora estados de Michoacán e Hidalgo y las dos costas, tanto la del Pacífico como la del Golfo de México. 

Jaime Nieto habla de los jonaces como especialistas del semidesierto queretano, ya que la sobrevivencia en esas tierras, requiere de un alto conocimiento del lugar y sus formas de subsistencia, aclarando el gran uso que hicieron del maguey, la tuna y el mezquite 

En la planicie del ahora San Juan Del Río, antigua tierra Blanca de Chichimecas, se habla por medio de las exploraciones arqueológicas de una ocupación desde el preclásico hasta el post clásico, ejemplificando al inicio con las localidades de La estancia, El Rosario, pero sobre todo el Barrio de La Cruz, con población urbana, viviendas, diversidad del trabajo y centros ceremoniales y una marcada influencia de la cultura de Chupícuaro, pasando posteriormente por la de Teotihuacan y Tula. 

Según un estudio de José Luis De La Vega, nos dice que las entradas de las minas sirvieron a los jonaces de cementerios y que los cráneos eran pintados con cinabrio, resaltando con ello la importancia de la obtención del cinabrio, para ellos y el resto de mesoamérica, resaltando la existencia de más de 2000 bocaminas, la intensidad del trabajo y la calidad del mineral, mostrándonos la demanda generada por los pueblos con quienes comerciaban. 

Según Marta Eugenia García Ugarte la región del semidesierto y la Sierra Gorda, con excepción de Tolimán, se mantuvo fuera del control español, hasta la guerra a sangre y fuego, encabezada por José de Escandón, en 1744. 

Los misioneros salidos del Colegio de Propaganda Fide de San Fernando en la ciudad de México fueron quienes finalmente lograron por un tiempo fundar las cinco famosas misiones de la Sierra Gorda. 

Se atribuye al fraile Pérez de Mezquia las primeras experiencias misionales con Fray Junípero Serra, venido también del Colegio de San Fernando a esta sierra en junio de 1750. 

 

La Villa de Cadereyta solo pudo ser ocupada hasta el siglo XVll, debido a una campaña militar que propició  el establecimiento de colonias militares para el resguardo de las empresas mineras, agrícolas y ganaderas de los españoles. 

“Los indios se excusan y se resisten…”.

Dice Fray Lucas Cabeza de Vaca en 1743 

La edificación de templos era y debería ser el símbolo del establecimiento definitivo del cristianismo y la colonización y en palabra de los conquistadores tanto materiales como espirituales señalan “Las iglesias dan forma a los pueblos”. 

Los Pames no tuvieron papel secundario o de peones, sino que participaron activamente. ”He oído decir a un albañil, excelente artífice que le fabricó la iglesia de la misión porque instruyendo a alguno de los mecos, por su grande aplicación a los oficios de albañil, carpinteros, herreros, pintores, doradores, pintores…”. Los indios aprendieron rápidamente los oficios necesarios. 

Los templos quedaron edificados al estilo del siglo XVl, con su arco de entrada, atrio – cementerio, capillas pozas, capilla abierta, templo y dentro de él, capillas devocionales, torres, escultura, pintura, se labraron retablos dorados, altares colaterales, coro y cajas de órgano. Púlpitos, confesionarios y muebles litúrgicos. 

También se elaboraron frescos  con motivos de conchas y encortinados, de tal suerte que los indios entraban a un verdadero palacio lleno de luces y colores, perfumado por el incienso, alegrado por los cantos y colmado de flores. 

Los frailes supieron incorporar los casi tres mil años de civilización Mesoamericana, en un tiempo récord a la civilización europea, logrando un barroco mexicano o pame, orgullo hasta la fecha de nuestro estado. Son obras que se ajustan al paisaje y al ambiente espiritual de la zona, no imitaciones de otros trabajos. 

Estas obras realizadas de 1750 a 1770, fueron abandonadas por los indios pames mientras eran ocupadas por los españoles,  criollos y soldados, quienes vinieron a ocupar las antiguas misiones pames.